Y yo con estas barbas

Relatos sobre mis experiencias y expectativas como padre novato


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Qué tal lo haces como padre o madre

Hace pocos días, la jornada concluyó con una conversación en un grupo de padres, en la que uno de ellos empezó a desahogarse con el resto respecto a una situación tensa que había tenido momentos antes en casa, en relación con los niños. Ya sabéis, de estas típicas de rabietas o cualquier otra historia de las que pueden ser el detonante de algún momento de crispación; la chispa que provoque el incendio en el hogar. Nada nuevo bajo el sol, ¿verdad?

El caso es que este hombre sonaba (y estaba) realmente afectado por su propia reacción (tampoco nada del otro jueves, por otra parte). La famosa y architemida gota que rebosa el fatídico vasito de las narices, ya sabes. Y andaba con una gran desazón por ello el hombre, porque normalmente él no es así. La conversación por tanto fue derivando un poco a eso…: -«Pues mi hija… Pues mi hijo… Pues yo… Es que ya… Pues a mí…»- En fin, mil y un ejemplos de situaciones tensas cotidianas en que nos vemos desbordados y que provocan esos sentimientos que normalmente no queremos ni ver desde la acera de enfrente.

Pero por otro lado, también caían las réplicas de -«Es normal… A todos nos pasa… Déjalo correr… En realidad lo pasas tú peor que ellos… Mañana ni se acuerda, ya verás…»-, que también estamos más que acostumbrados a escuchar de boca de la gente cercana, esa que intenta echar un cable y equilibrar un poco la balanza al asunto: el hierro que te quito, por la sensatez que te añado.

Así quedó la cosa; pero el tema habría de retomarse a la mañana siguiente con los rezagados y los que no pudieron meter baza. Y fue cuando se me encendió la bombilla, pensando en el jovial Tío Tuíter. Si aquí, entre un grupete de padres, estamos desnudando interiormente nuestras opiniones sobre cómo reaccionamos ante tal o cual supuesto, ante esta o aquella situación que nos saca de quicio con los enanos… ¿Qué pensarán, el resto de padres y madres, sobre cómo lo están haciendo? La respuesta, evidentemente, estaba en mi propia mano en la pantallita tonta: -«¡¡Vámonos al Tuíter a sacar una encuesta ya mismo!!»-

Y eso es lo que hice. Preguntarle directamente a la gente. Así que antes de nada, si participaste en esta pequeña experiencia, vayan mis gracias eternas por delante, y un aplauso para tu maravillosa persona, porque sin ti esto no habría salido como ha salido. Reconozco que no esperaba gran cosa de este experimento, pero oye… El que nada arriesga, nada gana. Y ciertamente, arriesgar un tuit no es que sea arriesgar gran cosa. ¿Qué había que perder?

Así que armé una encuesta. Cuatro respuestas a una sencilla premisa: ¿Cómo valoras tu labor como padre o madre? ¿Cómo consideras que estás ejerciendo tu paternidad o maternidad? Y cuatro respuestas genéricas, de mejor a peor: muy bien, bien a secas, mal o muy mal. Y para mi grata sorpresa… esto es lo que pasó:

 

encuesta de Twitter sobre paternidad.

 

¡¡¡159 VOTOS!!! ¿¿¿No es flipante??? En apenas un miserable día. Como minundi tuitero que soy, esperaba una reacción de 20, 30 respuestas… 40 como mucho, dándose bien… Pero no esta cantidad de participantes. ¡Casi 160 personas, son muchas personas opinando! Casi 4.000 impresiones; más de 300 interacciones… ¡Guau! Además, hay que añadir un buen montón de comentarios que se fueron dejando aparte, con respuestas de lo más interesantes. Si llego a saber que hay tal grado de aceptación hubiera dejado abierta la encuesta para poder participar durante más días, y poder recoger así un muestreo más grande todavía, oye…

Así que con la encuesta ya cerrada, he decidido trasladar estos datos al blog y escribir este post para entrar a valorar un poco estos resultados, y daros un poco mi visión de los mismos, a ver qué os parece.

 

respuesta A encuesta.

Este es el dato PRINCIPAL de la encuesta. El caballo ganador. La respuesta más votada y la opción más valorada en esta encuesta. ¿Qué nos dice esto? Que más de la mitad de la gente que ha respondido, opina que LO ESTÁN HACIENDO BIEN. Y digo BIEN, a secas, porque es lo que se pedía responder. Es decir, que tienen un concepto positivo y favorable de su labor como padres y madres; que en general, se sienten satisfechos con cómo están criando a sus hijos y cómo están llevando su rol dentro del esquema familiar. Esto no quiere decir ni más, ni menos que eso. Casi un 60%. Eso quiere decir que prácticamente, 6 de cada 10 a quienes preguntes. Vamos: globalmente, la MAYORÍA DE PADRES Y MADRES OPINAN QUE LO ESTÁN HACIENDO BIEN CON SUS HIJOS. Aunque aquí, bien es cierto, me vais a permitir que continúe con este invento, sin verificar cuántas de estas respuestas han sido de madres y cuántas de padres (porque habría molado saber también si los datos por sexo son similares o no… Pero para eso, otro día, y otra encuesta, si eso…)

A pesar de este último apunte pejiguero, permitidme la expresión machirula, que este dato me parece un dato francamente COJONUDO. ¡Cómo-me-mola-este-dato! Aunque tampoco es algo MARAVILLOSO, cierto… Que queda un buen margen, todavía. Y como opinión personal, me esperaba aquí un porcentaje algo inferior, lo confieso.

respuesta B encuesta.

La respuesta opuesta en la balanza. Pero también me parece un gran dato. Sé que hay gente, y por tanto, opiniones, para todos los gustos, y así debe ser, pero que solamente un 4% confiese creer que lo están haciendo mal, me llama la atención, me llena de fe, y creo que dice mucho de la valoración positiva que la gente tiene de sí misma. Sinceramente, en esta respuesta me esperaba un porcentaje mayor. Si estuvieras en una reunión de gente con 100 personas, te costaría realmente pasar por todos para que apenas 4 te respondan que creen que lo hacen mal en su casa. Piensa en ello…

respuesta C encuesta.

Una respuesta que me interesaba mucho conocer, sinceramente: la de la gente segura de su labor, de su papel de madre/padre, y que se reafirma en su emponderamiento personal y en que lo está haciendo en general, MUY BIEN.

Más de un 10%, significa que mínimo 1 de cada diez padres/madres con los que te cruces opinará que es un crack, un PADRAZO o una MADRAZA en toda regla. Claro que en este saco hay de todo, los que valoran su trabajo en función de los resultados que se ven en casa en el día a día, y ya está… Y los que valoran lo que hacen, porque se comparan con lo que ven fuera de sus casas; es decir, que igual son parte de la hermosa fauna de los opinólogos, que son los maestros en ver la paja en ojo ajeno y que en comparación siempre salen ganando ellos. Pero me estoy apartando quizás y entrando en valoraciones personales y demagogia baratucha fuera del tema, y metiendo la zarpa en otro jardín muy diferente. Volvamos…

He de decir que yo había apostado a que esta respuesta saldría con un porcentaje todavía superior, dado el perfil de mi cuenta y el de la mayoría (creo) de seguidores y seguidos de la misma, muchos de ellos madres y padres implicados en una u otra forma dentro del ámbito de la maternidad y paternidad. Es decir, que quizás el mero hecho de estar leyendo y respondiendo ESTA encuesta, ya presupone (creo otra vez) a quien lo hace en un nivel más o menos elevado de implicación familiar, lo cual es considerablemente óptimo y molón.

respuesta D encuesta.

El dato doloroso. La manzana podrida del cesto. El patito feo del asunto. La sorpresa desagradable de la encuesta, en definitiva… Es esta: pensar que 1 de cada 4 personas, madre o padre, piensa de sí mismo que su labor como tal, es de pena. Porque recordad que pedí sinceridad en las respuestas, que esto es anónimo. Si han cumplido con lo pactado en la pregunta, y no lo han puesto por hacer la coña, me parece un dato de lo más reseñable, a la par de triste. Vale que creas que no lo estás haciendo bien, que cometes fallos, que se te van ciertas cosas de las manos, que no llegas… Pero pensar que TANTA gente, 40 personas de casi 160, opinan que lo están haciendo muy mal… ¿¿En qué lugar nos deja eso, gente?? ¿Por qué ese dato? ¿Qué es lo que hacemos tan mal? ¿Dónde está el fallo? ¿Cuál es el problema…? ¿Dónde se ven tan mal? ¿De dónde viene esa sensación de fracaso? ¿Implica eso además, unas criaturas infelices? ¿Hijos insatisfechos…?

Reconozco que esta respuesta me llena de desazón, y no hace sino rebrotar en mí mil y una preguntas más, así a bote pronto, por todo lo que ello implica. ¿Es una cuestión de presión social? ¿De imagen autoimpuesta? ¿De algún tipo de meta elevada tan exagerada que no somos capaces de alcanzar y nos termina por abrumar? ¿Pedimos demasiado a nuestros hijos? ¿Le pedimos demasiado al concepto mismo de paternidad o maternidad? ¿Qué expectativas nos ponemos cuando tomamos la decisión de ser papás? ¿Qué prioriza o qué valora uno por encima del resto de cosas, cuando se enfrenta al hecho de criar una familia? ¿No estaremos valorando los momentos negativos con un rasero superior al de los momentos positivos, quizás? ¿Damos el mismo valor a nuestros errores que a nuestros aciertos?

Yo, este dato la verdad es que no me lo esperaba… O bueno, quizás sí, porque de ahí viene el origen de todo esto, de esa primera discusión en la que arrancó este experimento: un buen padre, pero abrumado y apesadumbrado por un error puntual, pero quizás lastrante en demasía, a la larga. Y quizás es como en los telediarios. Lo malo, vende. Lo malo, es lo que queda.

 

Aparte de estas cuatro opciones, hay un quinto valor a reseñar, el de la 5ª pregunta que el Tío Twitter no permite meter en sus encuestas (de máximo 4 respuestas), y no es ni más ni menos, que la que nos falta, la neutral: «Lo hago bien y mal; o ni bien, ni mal… Hago lo que puedo y lo mejor que sé. A veces bien, a veces mal.» Y es la que muchos de vosotros señaláis como propia en vuestra situación, en los comentarios del tuit. Y en mi humilde opinión, es, desde luego, la más lógica y razonable. Pero me vi en la posición de declararme en términos de opuestos al formular el tuit; más alejados. Y por eso se quedó fuera.

comentarios al tuit.

 

-«CONCLUSIONES Y ALEGATOS, SEÑORÍA…»-

Después de haber hecho repaso a la encuesta, me quedo especialmente con un par de cosas: una buena, y otra inquietante… Y empezaré por la segunda, por aquello de intentar terminar con buen sabor de boca.

* El dato NEGATIVO. Ese 25% me mata, lo reconozco. Y como diría mi amiguete Carlos, me genera mucho TOC. Me chirría demasiado; me cuesta concebir cómo tanta gente tiene un concepto tan pésimo de su labor como padre.

No voy a quitar hierro al asunto, y cada uno analizará la profundidad de la cuestión como buenamente quiera, pero a un número significativamente generoso de gente (para lo que es esto, léase; no se me vayan a poner ahora estupendos a estas alturas de la peli…), lo que les pasa por la cabeza es que «lo estoy haciendo fatal». Y pensad en eso: la angustia que ese pensamiento puede causar. Creerse eso con sinceridad suena duro, muy duro. Es difícil de asumir algo así.

Y yo me pregunto por las causas. Qué estamos haciendo mal, para que tanta gente crea que lo hace tan mal. ¿Sobreinformación, quizás…? ¿Demasiada moda de gurús sabelotodo que dictan cómo debe ser el estampado perfecto del revestimiento cagado del pañal de cáñamo ecológico de comercio justo que NO PUEDE faltar en el dormitorio Pinterest de nuestro lechón…? ¿No estaremos acaso poniendo losas demasiado pesadas sobre nuestras pobres cabecitas de padres y madres modernillos…? ¿No se nos estará yendo acaso un poco la pelotilla, quizás…? ¿¿En serio lo hacemos tan mal, familia…?? 

* El dato POSITIVO. Lo demás. La creencia general de que en el fondo, lo estamos haciendo bien. De que hay voluntad. Que sí, que se puede hacer mejor, que hay mucho por aprender, pero que vamos bien, que lo estamos llevando como a nosotros nos interesa; que controlamos el desarrollo del proceso evolutivo de nuestra familia, de la crianza de nuestros polluelos… Y eso, damas y caballeros, pues mola.

 

Y es aquí donde quería yo llegar, para irme ya, rompiendo una lanza a favor de todos vosotros, padres y madres del mundo; del universo… Creo sinceramente que lo estáis haciendo FENOMENAL. A ti te lo digo especialmente, sí, sí… A ti, que es estás leyendo estas líneas tontas. El mero hecho de encontrarte aquí y dedicarle (o perder, quizás, según lo mires luego, que el que avisa no es traidor; aunque un poco cabroncete sí, porque ya estás en el final…) unos minutos valiosos de tu vida a leer todo este pollo, ya me indica muy a las claras que eres alguien especial, con una sensibilidad, dedicación y preocupación extra por el desarrollo y el devenir de tu pequeña camada de cachorros.

Esto no va de cómo nos ven los demás; de si nos importa o no lo que piensen otros de lo que uno está haciendo. Esto va de ti. Y de mi. De cómo valoras tú mismo o misma la labor de este berenjenal tan hermoso y delicioso como complicado y caótico en el que una vez decidiste meterte: ponerte a criar hijos.

Cree en ti, cree en tu familia y cree en tu voluntad y en tu capacidad de amar y de superar dificultades. A fin de cuentas, después de una borrasca, llega el anticiclón. Y si somos capaces de horadar y escarbar debajo de toda esa montaña de cascotes, escombros mugrientos y dolorosos, toda esa capa de desesperación que ha dejado la tormenta y no nos deja ver el interior valioso de nuestro hogar, podremos volver a ver lo básico, a sacar las raíces de lo verdaderamente auténtico y necesario para criar niños felices: tiempo y amor para ellos, para disfrutar de su compañía.

Porque el fin de esta cuestión, es lo que queremos todos: su felicidad.

Porque en el fondo, es lo único que ellos nos demandan: nuestro amor.

Porque mañana, se levantarán con una sonrisa. 

Porque, créeme: papá, mamá… LO ESTÁS HACIENDO BIEN.


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En la prensa: permiso de paternidad

El arranque de este 2017, nos sorprendió con la implantación de la nueva ley de permisos por paternidad, que actualmente queda establecido en 28 días (4 semanas), en lugar de los 13 días que venían dándose hasta ahora.

Y la casualidad (y el hecho de plantearme cogerlo y disfrutarlo íntegro, cómo no…), ha propiciado algo del tipo «estar en el momento preciso en el lugar apropiado»: he aparecido un par de veces en la prensa nacional, en estos meses, en los que se me ha dado la oportunidad de ofreceros mi opinión y mi punto de vista respecto de esta cuestión, a través de mi propia historia.

Aquí os dejo los dos artículos, -que os ofrecí por la fanpage de Facebook-, pero que hasta ahora no había traído por el blog. Publicados en los diarios El País, en marzo (con firma de Adrián Cordellat) y ABC, la pasada semana (con firma de Laura Peraita). Os invito, si todavía no lo habéis hecho, por supuesto, a leerlos:

http://elpais.com/elpais/2017/03/19/mamas_papas/1489905538_574456.html?id_externo_rsoc=TW_CM
artículo en El País

http://www.abc.es/familia/padres-hijos/abci-fortalecer-figura-padre-cuidador-y-gratificante-201704262300_noticia.html
artículo en ABC

Muchas gracias, Adrián; muchas gracias, Laura. Por poner voz y letra a una cuestión tan importante como es la de la presencia de la figura paterna dentro de los primeros días de vida de un bebé, y de una mujer que estrena maternidad.

Queda mucho recorrido, mucho que hacer, mucho que hablar y mucho que discutir, analizar y valorar, todavía. Pero para eso estamos, ¿verdad?

Y tú, o tu marido/pareja… ¿Sois de disfrutar el permiso íntegro de paternidad?


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Mr. Dodot

emoticono papi

un padre cualquiera

emoticono bebé

padre, de nuevo

emoticono inquietud

padre participando en un evento sobre pañales

emoticono escribir

escribiendo el post del evento Dodot

emoticono susto

tuit ganador del sorteo

caja

la caja, en casa

emoticono corazones

mi lote Dodot

emoticono beso

Mr. Dodot

 

Y he aquí el desarrollo completo de la historia.

Por fin han llegado mis flamantes pañales. Y estoy emocionado. Porque la paternidad también es esto: el regocijo que hasta te produce, en un momento dado, pensar en cagarrufos y meados. Eres padre, así que te tocará remangarte, porque a veces estarás de mierda, literalmente, hasta el cuello. Y así debe ser: los padres TAMBIÉN limpiamos culos. Por si todavía hay algún despistado haciéndose el orejas por ahí. Y lo hacemos con mucho cariño y con mucho orgullo, faltaría más.

Me enorgullece pertenecer a una generación de padres a la que no le espanta limpiar culos, ojetes, traseros, posaderas; y que además lo hacen bien. A conciencia. Frotando. Dándole brío y salero a la toallita. Y algunos hasta son felices haciéndolo; no por el hecho de estar con el regalito en la mano, sino por la oportunidad de poder hacerlo. De saberse cuidadores de sus peques. De saberse una pieza fundamental en el organigrama familiar. De saberse capaces de traer un sueldo a casa tanto como de saberse hábiles en el sutil arte de frotar a mano con jabón Lagarto un body bien cuajado de premio amarillo mostaza lactante.

Yo, a día de hoy, con un bebé reciente, déjate de tonterías y regalos chorras. El gran clásico, al que cada día aprecio más: un buen paquete de pañales. Y olvídate de gaitas. Y yo hoy, con lagrimones como puños de la emoción, con mi premio.

Y toda esta historia, por cierto, no va de eso. No hay tareas indignas ni suficientemente chungas o vulgares que no puedas hacer, por ser hombre, si se trata de tus hijos, de tu familia. Hoy es sobre excrementos infantiles, pero mañana será por otra cosa; cualquiera. Su cuidado lo abarca TODO. Así que mueve tu cucu.

Esta historia va de interesarse por algo. De esforzarse por conseguir información. De ensuciarse las manos pero teniendo la conciencia cristalina. De salir ahí fuera a buscarte las castañas. De aprovechar las oportunidades. Y cuando pones interés en las cosas, las recompensas, de una u otra manera, terminan llegando. Va de que escribir merece la pena. Va de generar sinergias. Va de que ser padre es implicarte hasta llegar a fronteras a las que jamás pensaste que algún día te asomarías. Y atravesarlas cada vez, para ir más allá. Va de tipos que queremos cambiar el mundo gracias a querer ser un referente mejor. Va de querer ser mejor persona. De superarte. Va de hermosas casualidades que uno se va fabricando. De tomar conciencia de tus posibilidades. Va de intentarlo. Va de tener fe.

Esta historia, en definitiva, va de ti, tú que me lees.

Muchas gracias, Dodot; el culo de mi bebé nunca os lo llegará a agradecer lo suficiente.

Muchas gracias, Madresfera, por estos años de oportunidades y de eventos. ¡Que sean muchos más!

De ahora en adelante, ya podéis llamarme Mr. Dodot.

 


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Si las sillas hablasen

Cuando Madresfera te invita a un focus group organizado por El Corte Inglés, tú… pues acudes. Aunque vayas a ciegas.

Y llegas allí, y una hermosa mesa rodeada de flamantes sillas te recibe. Te das cuenta de que es, básicamente, una charleta informal. Con bloggers… Pero unos bloggers un tanto especiales.

Vamos, que somos todos una panda de tíos; ya sabes, ¿no…? Con su testosterona, con sus pelos en los brazos, sus perillas, sus sonrisas y todas esa mandanga de maromos.

Y de repente, aquella caterva de sillas es testigo de excepción de cómo aquella panda de tipos van… ¡y se ponen a charlar sobre sus hijos! Guat de f…in jel…!

Pues sí, porque por raro que parezca, estos tipos, estos bloggers, son padres; y vienen con sus ideas y experiencias sobre cómo es la crianza de y con sus hijos. Con sus sentimientos por delante. Con su día a día. Con sus soluciones. Y con sus movidones. Con sus apaños. Con sus opiniones. Con sus criterios. Con sus dudas. Con sus alegrías. Con sus miedos… Sin esconderse y con la lengua muy suelta.

Cada uno de ellos con su culo apoltronado sobre cada una de aquellas adorables sillas, va soltando lo que tiene. Charlando. Plim plam plim: campamentos, videojuegos, pasados turbios, viajes, purés verdes, … a mí me acojona lo mismo…, una vuelta al cole que es de todo, menos vuelta. Y casi tres horas de tarde calurosamente veraniega que, al menos para mí, parece que se van en un suspiro.

Y los tipos se levantan. Y cuando lo hacen, intuyo que aquellas hermosas sillas han debido quedarse bastante flipadas… -“¿¿Pero qué demonios acaba de pasar aquí…??”- Se habrán preguntado entre el desconcierto general… Seguro.

Y las sillas conversan en su desbarajustado corrillo. Como fieles garantes de nuestros secretos, las muy tunantas se guardan la información para ellas solas, sin compartirla con nadie… Tal es su pequeña compensación por tener que soportar el peso de nuestros santos culos todo el puñetero día.

Pero estoy tranquilo. Historias pedorreras aparte, si a las sillas les diera un día por rajar, al menos tengo el consuelo de que, entre las muchas cosas que tuvieran que contarnos, nos hablarían de cómo hoy día, una panda de padres, de hombres, pueden ser bien capaces de sentarse sin complejos en torno a una mesa a hablar de cosas de… Bueno, también de hombres.

Sillas hablando entre ellas

Y es que, quizás todavía no nos lo terminamos de creer del todo, pero hay padres a los que nos importa expresar y contar lo que sentimos, respecto a la familia y los hijos. Y lo de esta charla/reunión, ha sido una muestra necesaria, y preciosa, de ello.

Fue un enorme placer conocer, charlar y compartir una más que agradable tarde con los geniales papás que se esconden tras los siguientes blogs:

Gracias, como siempre, por la oportunidad. Porque los padres… también contamos.


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#papiconcilia… en el Día del Padre

Pasamos el ecuador de este mes de marzo, y nos asomamos viento en popa y a toda vela al primer aniversario de este blog. ¡Quién me lo hubiera dicho, que casi un año después, este experimento tan personal todavía seguiría vivito y coleando! Y como aperitivo a tan magno, fantabuloso y milagroso evento, vengo con un post de esos de los que uno debe sentirse especialmente orgulloso: un post importante para asomarnos a una fecha importante.

Acaba de salir esta misma semana, apenas hace un par de días, la SEGUNDA EDICIÓN, con nuevos testimonios, DEL LIBRO #PAPICONCILIA. Y, por uno de esos misteriosos azares del destino… ¡¡Tengo presencia en él!! OUH MAIIIIII GODDD! ¡¡Un testimonio del MENDA…!!

Para quién no lo conozca todavía, #papiconcilia es parte de un movimiento social, coordinado con esfuerzo e ilusión por la periodista Usúe Madinaveitia, impulsora a su vez del anterior y original #mamiconcilia, en el que se recopilan las experiencias de madres (y padres) en relación a lo que se conoce como conciliación laboral. Cito:

«El libro #papiconcilia incluye historias de padres que quieren ser actores y no espectadores, padres que piensan y sobre todo sienten que a los hijos hay que dedicarles tiempo y darles amor, padres que se implican de forma corresponsable tanto en la crianza de los hijos como en las tareas del hogar. #papiconcilia es un libro que no te dejará indiferente.»

Pues ahí lo tenéis. Realmente, este sí que me parece un bonito acontecimiento que celebrar, ¿no creéis? Al menos yo sí lo veo así. En lo personal, precisamente mi pequeño testimonio en este libro, podría decirse que ha supuesto un ligero cambio de rumbo en mi vida. Un cambio… espero que para mejor, claro. Gracias a la existencia de esta modesta pero muy ambiciosa iniciativa, he encontrado la motivación, la inspiración y el impulso para intentar arañarle un par de horas más al día. Horas destinadas a poder pasar más tiempo con mi pequeña y preciosa Lechona.

Porque el modelo paterno actual ya no contempla el simplemente ser una figura que se dedique en exclusiva a «proveer y proteger», obviando todo lo demás. Porque los padres del siglo XXI, buscamos nuestro propio hueco, y nos sentimos parte necesaria y activa, más que nunca, de la realidad cotidiana que supone la crianza de nuestros hijos. Porque queremos ser padres 24/7, y no solamente padres de viernes a domingo. Porque ser padres hoy día debería ir mucho, mucho más allá de… engendrar y soltar pasta en un sobre a principios de cada mes.

Por eso es tan importante este post. Estos días la blogosfera bulle de post-homenajes a la figura de los padres, y me parece genial. Está muy bien eso de tener nuestros minutitos de gloria, al menos una vez al año. Llevo una eternidad sin celebrar para nada un evento como el Día del Padre, pero desde el año pasado, sigo viéndolo con los mismos ojos… pero oye, como que hay otro puntillo en el aire.

Y el caso es que hoy, con esta entrada también quiero reivindicarme un poco; reivindicar a los padres; de ayer, de siempre, pero sobretodo, de hoy; reivindicarme como padre y sacar a pasear mi lado más ególatra con ello.

Y precisamente por eso, yo no voy hoy aquí a cantaros mis comeduras de tarro, ni mis meteduras de pata, ni mis inseguridades, ni mis miserias al respecto. Para eso, ya voy dejando pinceladas suficientes por esta santa casa cada vez que tengo un rato para darle a la tecla, y vosotros, sufridos y amables lectores, sacáis un hueco para leerlas o descifrarlas. Y además, ¿para qué? ¿De qué me serviría autoflagelarme un día como hoy? ¡Si de sobra sabemos que no existe la figura del padre perfecto! ¿Qué me aporta el ahondar en los mil y un fallos con los que me visto cada día, desde los pies hasta el gorro? ¿Qué sacaría en claro en restregaros que no sé ni qué vacuna le han puesto hoy a mi niña? Que no le he hecho ni puñetero caso jamás al menú equilibrado de cenas que nos propone la escuela infantil… Que me puedo tirar semanas sin leer el cuaderno de notas de la escuela, ni saber qué han hecho en la clase a lo largo de toda la semana… ¡Pero si tenía un proyecto de escribir la vida de mi bebé desde el principio (este blog), y ya arrancó más de seis meses tarde, por favor…!

No, no, no… Todo eso ya lo dejo para el resto del año. Hoy es nuestro día. Hoy quiero hacer otra cosa; quiero intentar algo diferente. Quiero hacer justamente todo lo contrario. Hoy quiero reivindicarme. Quiero… necesito, echarme algunas flores y romper una lanza ensalzando la labor que con mucho esfuerzo venimos haciendo muchos padres en estos últimos años. Quiero decirme a mi querida niña que su padre será todo lo zote y lo petardo y lo gañán y lo parado que sea…; pero que, por contra, se lo está currando. O lo está intentando, al menos. Y el ejemplo de #papiconcilia con el que empezaba, es una muestra perfecta de ello.

 

Segunda edición de #papiconcilia

 

Si analizamos el paradigma de lo que era, significaba e implicaba ser padre hasta hace bien pocas décadas, parece que la cosa ha cambiado un mundo. (Igual no ha cambiado tanto, y es mi percepción, vale); pero cambiar, es innegable que algo ha cambiado. Las cosas ya no son como antes, y eso es fácil apreciarlo. ¿En qué me diferencio, de un padre… digamos… del siglo XIX? O de mitad del siglo XX, por avanzar un poco más… Pues en que, poniendo varios ejemplos rapidos:

# Yo le compro ROPA a mi bebé. (De vez en cuando… vale)

# Acudo a reuniones de la escuela infantil para temas TAN FASCINANTES como… ¡Empezar a mear en un orinal!

# La peino y repeino cada vez que la saco después del baño. Con su secador, como está mandado. Y a veces, hasta le pongo horquillitas o kikis. Por cierto…

# …La baño. Obviamente.

# Por supuesto, el #1 del padre moderno: limpio culos, cambio pañales y lavo a mano sus bodis, toallas y demás ropa llena de cagarros radiactivos vomitivos, con jabón Lagarto. ¡Y a veces, hasta logro dejarlo blanco! Eso, y lo que haga falta.

# Canto nanas (por llamarlo de alguna manera) y cuento cuentos. Y no solamente antes de dormir.

# La llevo a la biblioteca del barrio para que descubra nuevos mundos. (Por si tuviera poco con el suyo…). Y también al médico.

# ¡La enseño cosas maravillosas! A moverse… A hablar… A comer… A silbar como los mirlos…

# Juego con ella. En todas partes: en casa, en el parque… Donde sea y cuando sea.

# Me desvelo para atenderla cada madrugada. Cada vez que se menea, ahí estoy yo de un brinco…

# He hecho cosas como apuntarme a talleres de primeros auxilios, sobre infecciones respiratorias infantiles, o sobre cocina, para sentirme más preparado.

# He leído sobre crianza: libros, revistas, artículos. No paro de mirar cosas en cuanto puedo.

# Aunque tarde, como apuntaba antes… ¡Pero estoy, y sigo, registrando su vida, en un blog, para poder atesorar aquí todos estos maravillosos recuerdos y anécdotas que van conformando su día a día! Y que de no ser así, se perderían irremediablemente, como lágrimas en la lluvia. Para siempre.

# Y que, gracias a que he dado un paso al frente en esa dirección, voy a poder pasar más tiempo a diario con ella, previa renuncia a parte de mi sueldo, mediante reducción de jornada en el trabajo, con los inconvenientes y las pérdidas de tantas cosas que eso supone.

Y podría seguir. Hace tiempo escribí sobre las cosas que no había hecho durante mi primer año como padre. Pues bien, este podría ser la contrapartida: todas esas cosas de arriba son cosas QUE HE HECHO COMO PADRE, en el año y medio que llevo siendo tal. En este punto, me imagino que el 100% de las mamás que estaréis leyendo esto (y la mayoría de las no mamás también), estaréis a la vez exclamando: -«¡Pero bueno…! ¡Soberana gilipollez, el tío este…! Suelta estas cosas como si fuera una especie de hito, como comenzar la Transpirenaica con una bici pinchada… ¡¡Si eso es lo que venimos haciendo nosotras todos los días, y no nos ponemos ninguna medallita…!! ¡Si es que eso es nuestro pan de cada día!»-

¡¡Pues precisamente por eso…!! Que de siempre, todas estas cosas han recaído (y recaen todavía) sobre los hombros de las sufridas mamás. El hecho completo de la CRIANZA, ha caído toda la vida sobre la figura femenina… Desde que el homínido ancestral trepaba por los árboles, la madre se ha ocupado de criar a la camada, a la prole. (Además del propio vínculo especial que tenéis las mamás ya desde el punto de partida, que también hace lo suyo). Y el hombre, el padre… estaba, para otra cosa. ¿Cómo NO ser un padre imperfecto, pues? ¡¡Si nos lleváis toda la historia de la humanidad, de ventaja, en este tema!! Por eso hoy lo que trato es de sacar a relucir nuestros valores. Porque los defectos en este campo los traemos ya de serie… Pero en eso estamos, en ir aprendiendo. Seguimos haciéndolo como el culo en taaaaantas cosas… Pero lo que pretendía hoy es remarcar todas esas otras cosas en que vamos avanzando, en las que nos vamos poniendo las pilas. Nos cuesta… Unos vamos con las baratuchas de oferta y otros en cambio se han puesto ya las alcalinas del conejo. Pero ahí estamos, me gustaría decir que casi todos. O al menos, muchos. ¿Cuántos de los padres que acaban de leer estos puntos de arriba se han sentido identificados?

En fin… Todo esto último, desde luego, NO pretende ser una competición con vosotras, las madres, para ver quién es ahora quien lo hace mejor; se trata simplemente de encontrar NUESTRO PROPIO ESPACIO, el hueco que reivindicamos como nuestro en esa entidad que tratamos de crear todos juntos, llamada FAMILIA.  Y creo que nuestra generación trata, sin duda, de ir mucho más allá en el ámbito de la crianza de los hijos, de lo que llegaron a ir nuestros padres, en su mayoría.

Cada generación lidia con las circunstancias que les toca vivir en ese momento concreto de la historia en que viven. Seguramente, tanto en el siglo III como en el XVIII, los padres de aquellas épocas pensaban que lo hacían estupendamente. Pues vale. Yo, de momento, me siento bastante orgulloso y afortunado de vivir en la época en que me ha tocado vivir. Y por eso, desde aquí, hoy, víspera del Día del Padre, quiero reivindicarme como tal. Nuestro debería ser el derecho a poder equivocarnos, en interés siempre de evolucionar como padres y de mejorar en la crianza de nuestros hijos. La base de todo aprendizaje ha sido siempre el ensayo y el error. Nuestra es ya también y de igual manera, y no se atisba vuelta atrás en ello, la obligación y el deber de evolucionar, de tratar de ser mejores padres. Y con ello, mejores personas.

Y hoy quiero decir que muchos lo estamos intentando, como sabemos y como podemos. Y ahí estamos… Subiendo los peldaños que nos permitan ponernos algún día a vuestra altura en esta aparentemente infinita escalera, chicas.

Por eso es importante este post. Por eso es importante que disfrutes, difundas y compartas #papiconcilia y #mamiconcilia como puedas. Nos lo debemos… Todos.

¡Ahhh, por cierto! Y si eres padre… ¡FELICIDADES, CAMPEÓN! SEGURAMENTE LO ESTÁS HACIENDO COJONUDO.

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Para descargar GRATIS #papiconcilia: http://bit.ly/papiconcilia


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El adiós al chupete… (Round #2)

Retomo hoy el hilo de un post reciente, el del chupete, al que prometí dar continuación, así que aquí estamos de vuelta con el tema del sueño. No sé si segundas partes nunca fueron buenas, como en el cine (aunque ahí está El padrino II para demostrar lo contrario…), pero está claro que a veces son necesarias, aunque solamente sea para poder contar aquello de… -«Luke… ¡Yo soy tu padre…!»-, y dejarnos a todos lóquimers, quedándote más a gusto que un arbusto.

Empecé a escribirlo a la semana de publicar el anterior, pero como aquí somos como somos, en lugar de sacarlo a su debido tiempo… pues lo suelto mes y medio después. Ya me vais conociendo; me mola hacerme de rogar.

Tenía el hilo muy cogido, de lo poco que escribí anteriormente, pero el tiempo ha ido pasando, y ha ido ocurriendo un poco de todo, así que correré un tupido velo e intentaré resumir más o menos lo que hemos ido notando en casa respecto a cómo hemos ido llevando todos el tema del adiós al chupete.

Lo primero, es una reflexión personal: sigo teniendo mis reservas a la decisión que tomamos, de si realmente hicimos bien o no. Ahora bien, una vez tomada, apoyo total a tirar para adelante. Siempre se puede recular… De hecho, es lo lógico si realmente percibes que no se ha tomado una decisión correcta. Pero al igual que las monedas siempre tienen dos caras, con las decisiones pasa lo mismo, que una vez tomada una, careces de la información de qué hubiera pasado si no hubieras tomado esa decisión (a corto, medio o largo plazo), y hubieras optado por lo contrario. Es un arma de doble filo, por tanto. A toro pasado, siempre se ven las cosas de otra manera… (y no descubro Roma con esta frase).

Bueno… Apuntado esto, he de decir que el cambio principal que venimos notando, en general, es un cambio de rutinas de sueño, principalmente. La rutina de irse a la cama, ha cambiado por completo. Y en cierto sentido, he de decir que me gusta más. Aunque es bastante más coñazo. Más que de rutina de irse a la cama, debería decir, rutina de acostarse, o dormirse. Y no puedo evitar la sensación de pensar que parte de ese cambio, chupete culpable o no, viene dado también por el hecho, como decía en el último post, de que la peque está creciendo a toda máquina.

He aquí algunos resultados de todo este proceso:

# Ahora, lo normal es que participemos los dos, tanto Churri como yo, en el proceso de acostar a la Lechona, todos, o casi todos los días. Primero empieza uno de los dos, está un rato con ella aguantando los últimos zascandileos de actividad frenética repentina previa al coma profundo… Y acto seguido, el otro le da el relevo, y termina de darle la puntilla, aguantando hasta que la peque cae rendida por KO absoluto. (Tampoco es algo exagerado; hablamos de entre 5 o 10 minutos, si se da bien, o más tirando a 20 si se da reguleramente… Por ahí anda la cosa).

Aquí, entran ya todas las técnicas a nuestra disposición, para lograr el objetivo: cuentos, canciones, juegos, apagar luces, montar fiestas con muñecos, tirar de dinosaurios y demás artilugios musicales, arrumacos y caricias y besos varios… Y esta es una de las grandes diferencias: el chupete, como bien sabéis, es como un Kill Paff, que lo enchufas, y te olvidas. Pero ahora no; ahora, hay que currárselo un poco más. Si está cansada, cae pronto… Pero si no, la cosa puede llevar más tiempo y paciencia. Pero oye… Que caer, cae. Y decía que me gustaba más, porque me gusta esta rutina; me acerca un poco más a ella. Es más coñazo… pero tiene su puntillo. Y he de decir que se me da mejor a mí que a Churri. (He desarrollado toda una batería de técnicas jedi para dejarla frita… En el caso de Churri, es mi pobre la que se queda friter antes que la niña, si se descuida…) Mi morena… que es así.

# He redescubierto y rescatado del ostracismo a un poderoso aliado, regalo de una amiga: ¡el osito Tummy Sleep!

Este curioso invento nos lo regalaron con la mejor de las intenciones, hace más de un año, y terminó siendo desde el primer día, un bulto recogepolvo más, en una esquina de la cuna. Porque nunca hubo necesidad real de usarlo para lo que está realmente concebido. Pero es ahora cuando estamos aprovechando TODO SU POTENCIAL, y sacándole verdadero partido. (Aunque directamente hemos sacado el aparatejo de las tripas del oso, y lo tenemos suelto, colgando de los barrotes de la cuna). ¡¡Rockanrrollin’!!

Entre las melodías que trae, (capaces de sobar por aburrimiento a un bakala hiperactivo hasta las cejas de anfetas), los ruidos blancos, sonidos ambientales varios y la opción de grabarte (cantando tus propias versiones redux de Los Pitufos del Padre Abraham a una revolución y media, o simplemente hablándole cositas…), el invento se nos ha mostrado como la mar de útil, en este punto. Principalmente, porque se activa él solito cuando suena algún ruidito cerca (cuando la peque se menea y espabila un poco); y muchas veces basta simplemente un mínimo de musiquilla para que la nena se vuelva a quedar frita ella sola, sin tener que levantarnos.

Saca el cantante que llevas dentro con el oso Tummy Sleep.

Eso sí… O lo amas, o lo odias. Si eres de oreja sensible como yo, es posible que aparte de dormir a la peque, el run run te despierte a ti, y te entren ganas de tirarlo por la ventana, o destrozarlo a martillazos. Pero no dejemos que llegue la sangre al río… Que se apaga y punto. (Y he de decir que yo, hasta le he pillado la gracia a la musiquilla… ¡Jate tú!)

# Al hilo de esto último, los momentos de despertarse por la noche de la Lechona, no han cambiado. Se sigue despertando varias veces; entre una y… varias. Dependiendo de la noche y las circunstancias. (Seguimos descubriendo factores de riesgo: muy abrigada, poco abrigada, que haya cenado más o menos, que estuviera más o menos cansada, que si con el saco normal, que si con el saco con piernas…)

Lo que ha cambiado, es la respuesta: de nuevo, antes, volvías, le ponías el chupete (que se le habría caído), y fuera; en un segundo, estabas de vuelta en la cama. Ahora la cosa es más compleja: como no hay interruptor Kill Paff, la cosa puede tardar un poco más. Y de nuevo, creo que tengo más mano que Churri… Eso, o que la peque le tiene cogida la medida a ella, y cuando va ella, se espabila más y corremos el peligro de empezar a montar una fiesta, que acabe, tras un rato de llantos, con los tres colechando en amor, compañía y fatigas, en la cama… (Lo que se traduce en, al final, las dos roncando, la nena en todo el medio, y yo, arrinconado, con los ojos como platos y destrozado de los nervios).

Como curiosidad: ahora se menea y despierta como una hora, hora y media después de dormirse. Siempre o casi siempre. Ni idea de por qué. Pero, un traguito de agua, un susurro, una caricia… y a seguir sobando.

*Briconsejo NÚMERO UNO: no te pires de la habitación de la niña sin dejar a mano su vasito de agua BIEEEEEEEEN LLENO. Debe haber dromedarios sedientos en Mauritania que beban menos que esta niña a lo largo de la noche.

# Otra cosa: es muy gracioso ver como la Lechoncilla ha evolucionado. Sigue sin tenerle mucho aprecio (por decir algo) a que la arropes o la pongas el saco, porque es un espíritu libre que gusta de moverse y recorrer cada centímetro cuadrado de la cuna, en todas las posturas posibles, pero ha empezado a desarrollar claramente el gusto por jugar con lo que pueda dentro de la cuna. Estos últimos días andamos con las fiestas de muñecos, por ejemplo. (Es decir, quiere en la cuna todo peluche o similar que pilles, y se monta una escena como la de E.T. camuflado en el armario de Elliot; y los arropa, y los menea, y les cuenta cosas… ¡Un espectáculo!)

# Que, en general, es más duro. El chupete, no podemos negarlo… es muy cómodo. Y el no tenerlo a mano, hace que todo sea más pesado. A veces reconozco que hemos estado a punto de sucumbir (al menos yo).  Al empezar con esto, nuestra Lechona estuvo pidiendo el TUH-TUH durante muchos días… O haciendo el gesto. Más de lo que esperábamos. Pero se terminó olvidando… Aparentemente. Y curiosamente, tras semanas sin hacer mucho caso, estas dos últimas noches de repente se descuelga con que quiere el chupete. WTF…?? Así que… NO SE LE OLVIDA TAN RÁPIDAMENTE.

# Que… se puede hacer. Que, por lo mismo, los chupetes son algo muy útil, pero no imprescindibles. ¿Que lo ha echado de menos? Sí. ¿Qué nos facilita la vida a todos? Sí. ¿Qué es útil? Sí. ¿Que de esta le va a quedar un trauma? Pues no. No lo creo. Todo es cuestión de buscar recursos y metros de paciencia.

Está claro que… quitarle el chupete a nuestros críos, algún día habrá que quitárselos. Ahora bien… Lo lógico es dejar hacer a cada familia, a cada caso; que nadie mejor que vosotros sabe cómo es vuestro bebé, cuál es la necesidad que hay en casa, y cuándo llega el mejor momento para hacerlo.

Aunque en el fondo… NO TENGAMOS NI IDEA.


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Adiós, chupete, adiós…

Demasiado tiempo iba haciendo ya que no me ponía a teclear.

La verdad es que, en cuestiones blogueras, lamentablemente no es que haya empezado el año, digámoslo, a todo tren… Y no solamente en cantidad: muchas cosas en la cabeza, pero no terminan de cuajar en la pantalla, y lo poco que saco, no es ni lo que pretendía, ni como lo pretendía: si me descuido, enero se me escurre entre los dedos hablando apenas básicamente sobre violencia irracional e integrismo absurdo. ¡¡Yupiiii…!!

Y hoy me encuentro un poco en una tesitura similar… Siento que tengo que contar esto, pero quería que fuera distinto, de otra manera, ¿sabéis?; quería recuperar el tono divertido, fresco, desenfadado que he intentado plasmar en otras ocasiones, pero de nuevo me veo en las mismas, y no sé muy bien si al final me voy a salir por peteneras…

Este finde pasado nos hemos metido en el jaleaco del chupete. Porque sí… ¡porque nosotros lo valemos! ¿Vale…? Este ha resultado ser EL FINDE. ¡Sí, sí…! ESE finde: el finde en que decidimos mandar a tomar por culo jubilar… el chupete de nuestra amada Lechona.  (Si tuviera pasta para una orquesta, ahora sonaría un redoble de fanfarria de fondo…)

Y el caso es queeeeee… hmmmssssqqqgrrrrr… aññaagggghhh…chffffssscrrgggg... –sonidos guturales y rechineo de dientes– Que aunque haya sido pensado y «programado», como siempre, me ha pillado un poco a contrapié. Soy así de desastre… o de lerdo; algunos ya me vais pillando el rollo, seguro. Vamos, que pese a que lo teníamos planeado y demás, no me lo tenía yo… estudiado ni preparado el tema del todo en condiciones.

No sé… Churri, que es más echápalante, lo tenía muy clarito (más que yo), y sobre el papel, parece que la cosa estaba bastante cristalina. Veréis:

#1- La niña… usa chupete. Hasta aquí, vamos bien, ¿no…? Porque… veamos, que hay críos que no lo usan; no es tan raro, ¿no? Mi propia sobrina E, por ejemplo. Y sobra decir que, evidentemente, es algo así como milagroso: chupetazo al canto, y ya no hay niña. Es como un chute instantáneo de morfina para bebés.

#2- El chupete… lo usa, digamos que poco. Para lo que viene siendo un chupete, vaya. Desde que nació, entendimos y decidimos que lo usaríamos lo mínimo; en casos puntuales y demás. Y la verdad es que más o menos la cosa ha sido siempre así, todo hay que decirlo. Al final, simplemente lo usa para dormir. Durante el día no lo ha usado nunca, en general -salvo para las siestas-. No lo necesita para calmarse, ni nada de eso. Ea. Seguimos avanzando…

#3- Resulta que en la escuela… se lo quitaron para la siesta… ¡hace meses! ¡¡Y no pasó absolutamente nada!! (Buen precedente, yo diría… ¿no?)

#4- La gordita está creciendo a todo tren. Ya es muy consciente de muchas cosas… ¡¡Y también de su chupete!! No es tonta, aquí, mi niña: hace ya unas cuantas semanas que lo pide… y sabe pedirlo: es su «TU TU…» Te lo habla… y te lo signa, por si igual eres cortito y no lo pillas a la primera.

#5- Más cositas… Llamadnos absurdos, pero por ejemplo: no tenemos chichoneras ni faldones ni nada de eso en la cuna (que hagan de barrera), por un lado, y por otro, tampoco atamos el chupete con una cadenita al pijama de la nena. Igual nos dio un poco de yuyu en su día, siendo más pequeña, yo qué sé… da igual. ¿Resultado? El obvio… Lo normal es que nos toca levantarnos varias veces durante la noche, porque lo pierde, y se le cae, o simplemente no lo encuentra, y se pone a llorar o a dar el coñazo. Y no es de los que palpan hasta encontrarlo, en cualquier caso, si quedara en el colchón. No es TAN lista… o igual es que simplemente pasa de buscarlo; ya están los tolis de mamá y papá. Total, te acostumbras; es un segundo, pero es un coñazo supino. (Nadie se me ha perdido todavía, ¿no…? Bueeeeeno…)

#6- Decía, que cada vez es más consciente del chupete. Si está por la habitación, el salón, o donde sea, y hay un chupete a la vista, si puede, lo trinca. (Hmmm… igual te está empezando a molar demasiado, ¿no, pequeñaja…?) No tiene problemas en devolvértelo si se lo pides, pero cada vez le mola menos deshacerse de él. Vamos, que cada vez la veo más… yonki, de la tetina, en lugar de menos, a medida que crece. Y no termina de molarnos.

#7- Y ya termino de atufar con tanto numerito… El paso lógico a dar parecía claro: por un lado, parece que se está volviendo más dependiente, y consciente de que lo necesita, o de que le gusta. Por otro, si en la escuela ya no lo usa y no pasó nada, y tienen como objetivo que terminen el curso sin chupete… Pues oye, como que podríamos intentar ir pensando en quitárselo ya, y no esperar más… que cuanto más lo retrasemos, peor. ¿No…?

Ese era nuestro razonamiento. Como digo, Churri estaba más convencida… Yo, como siempre voy retrasado en todo, no sé… Igual pienso a veces que es muy pronto, pero le doy la razón de todas maneras. Es posible que esté pensando que hoy es el chupete… y que mañana me va a pedir pasta para salir a una fiesta de pijamas con las amigas, en casa de Choni… (Sí… ya os he dicho por aquí varias veces que soy un blándimer de la vida…)

Total… Que este finde ha sido el definitivo, y el viernes pasado… el chupete, murió. Ya está hecho. Nada de… «se lo han llevado los Reyes y a cambio te han dejado este bonito puzzle de Peppa Pig» (Oye… a mi amigo Edu le funcionó con su primogénita… –¡Un saludo, tron…!) Más bien, la cosa fue del palo: -«¡Se ha roto, cariño…! (Claro, claro… con un tijeretazo trapero, malsano, cruel y a traición, pero eso no se lo dices a la niña…) Como ya tienes dientes, se ha roto de morderlo…»- Vamos, algo más o menos en una línea un poco más lógica (si se puede aplicar la lógica con una niña de 16 meses) Y claro, se lo das roto… la niña lo ve… se lo mete en la boca igualmente… la cosa ya no funciona como antes… y se queda con cara de pócker.

Se nos acabó la fase del chupete.

Bueno… pues a partir de ahí, un rosario de… actuaciones diversas, erráticas, caóticas y sin patrón aparente, cada noche: ¡¡Lo pide con insistencia antes de dormir!! ¡¡Parece que se despierta menos durante la noche!! Ahhh… pues no. ¡¡Se despierta… y tarda más en dormirse!! ¡¡Vaya, solamente se ha despertado una vez en toda la noche!! Y mientras… sigue pidiéndolo cada noche… ¡¡No se le olvida!! Igual si su muñeca no tuviera uno y no tratara de ponérselo ella…

Pero el colmo del vaso llegó anoche: tras casi conseguir dormirla… va, la pobre, y de un brinco tonto en la cuna, se me da un golpe en la cabecita con la barra (náááááá… una tontuna... para lo que es ella), pero se desató LA MUNDIAL. ¡¡¡Fliiiiiiiiiiiipa…!!! Bueno bueno bueno… No había manera de consolarla. 16 meses de niña… y anoche tocó el rato que más tiempo la recuerdo llorando. Y claro… si no hay chupete, pues no hay chupete. ¿Tres cuartos de hora llorando…? Yo que sé. Algunos ya os estáis partiendo de mí, lo sé, pobre pardillo afortunado… pero para el padre agobiado de una niña que no llora nunca de normal, más de tres segundos… creedme, es UNA ETERNIDAD. Uno de esos récords que no tienes ninguna prisa por que se batan.

Y aquí es cuando y donde me asaltan todas las dudas del mundo. ¿REALMENTE LO ESTAMOS HACIENDO BIEN? ¿Hay necesidad? ¿Hay tanta prisa? ¿Lo estamos haciendo correctamente…? Sinceramente y sin coñas… estoy un poco desconcertado ahora mismo. Me siento un poco Estivill pero sin pretenderlo. ¿Hubo necesidad anoche de que llorara tanto… a pesar de estar en los brazos amorosos de sus padres? No es que la dejáramos ahí… no, es que quería su chupete, y de tanto sueño y fatiga que tenía, pues ya entró en bucle, en modo lo veo todo rojo. Porque con el chupete se habría acabado todo en un segundo. Y sin embargo, mira… ¡¡luego durmió el resto de la noche del tirón, sin despertarse ni una sola vez!!

Estoy un poco perdido en este tema, lo reconozco. Creo que me faltan referencias. Como digo, soy un poco lento… y no he leído o investigado quizás lo suficiente. Hoy, más que nunca, me siento muy NOVATO; muy PRIMERIZO; muy… que no tengo ni p… idea de si lo que estamos haciendo bien y que hay que ser constantes y no flojear a la mínima, y si solamente hay que esperar unos días más a que se le pase el «mono» y se olvide de su fiel chupete, compañero de fatigas y de sueños.

Estoy a una con Churri, pero a la vez no puedo evitar pensar: -«¡Qué carajo! Que se quede con el chupete el tiempo que quiera, y ya está… que cuando vaya a la mili, ya se lo quitará ella sola. ¡Qué necesidad!»- Y anoche lo pasé mal, la verdad. Y encima me puse en plan poli malo, llamando al orden y amenazando cada dos por tres: -«¡Oye… si pegas a mamá (la niña, dando manotazos de frustación, rabia, cansancio o lo que sea…), te cojo yo, ¿ehhhh…? Y no mamá…»- Y ahí me teníais. Y claro, eso tampoco me ayudaba mucho. Casi como una patada en los huevos… más o menos.

Resumiendo… que me lío. En esas estamos ahora: que le estamos quitando el chupete, vaya. Creo que la cosa va bien, en general… pero Churri misma se sorprende de que todavía lo pida, casi una semana después. (Yo no me sorprendo… ¿seré más cínico o más realista? No sé si aquí mi morena pensaba que de un día para otro se le quitaría la tontería… Obviamente, no.)

Vosotros, buenas y sabias gentes… ¿Cómo habéis llevado aquí, el tema este…?

No es el post que querría haber hecho. Con chistes, coñas, chascarrillos… Pero a veces, las cosas salen así. Y si no, que se lo digan al pobre chupete… que decapitado deambula cadáver todavía por la casa.

Descansa en paz, amigo. TE LO HAS GANADO.


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Gritest Jits #6… (o «La Lechona va pillándole el ritmillo a la vida»)

Los Grandes Momentos de la incipiente vida de mi Lechona.

¡¡Hola Gordi…!!

Hoy nos volvemos a asomar, mi vida, por esta especie de balcón tan nuestro en que se ha convertido esta pequeña sección del blog, dedicada exclusivamente a reflejar esos pequeños avances tan chorras pero significativos a ojos del friki de tu padre, usease, aquí el Menda, y que teníamos un poco abandonada.

Y esta sexta edición, es un poquitoooo… especial. Distinta. Mucho hace desde la última vez, y esta vez me temo que no he sido tan constante en eso de anotar momentos y fechas concretos… Porque de lo que principalmente quiero escribirte hoy, cielo, es más bien… del conjunto. Del cambiazo que he notado en ti en estos últimos dos o tres meses. Vamos, desde que cumpliste el añito hasta el día de hoy. Que así, a vistazo limpio, cada día me viene pareciendo un Gritest en sí mismo. Hoy vengo a contarte cómo le estás pillando el ritmillo (en plan viento en popa y a toda vela, mi capitán, no me vaya usted a darle un descansito ahora a la sala de máquinas, que le estoy viendo venir, ahora que esta nave se está animando…), a esto de… la vida humana, por así decirlo.

Siempre me habían dicho.. siempre he escuchado, que durante el primer año de vida los lechones cambian una barbaridad. Y así es, desde luego. Todo el que haya tenido una camada lo sabe. Pero lo que me está dejando bastante sorprendido, en tu caso, cariño, es lo mucho que estás evolucionando desde que has cumplido el año. Me parece una pasada… ¡Una cosa bárbara, por Crom!. Yo, al menos, no lo he notado tanto en los meses previos.

Empezando por el hecho de empezar a caminar por ti misma, que eso ya lo tenías bastante controlado antes de cumplir el año… pero que se puede ver como una especie de… arranque de lo que está viniendo desde entonces. En tu actitud, en tu comportamiento, en tus gestos, en tus relaciones, en tu día a día. De hecho, el físico es lo de menos, donde menos se notan estos cambios. (Bueno, vale… en el pelazo de reinona locatis que se te está poniendo, vaaaaale… que no hay quien te lo seque, ya… ¡¡Qué va a ser de ti cuando cumplas los 15, por Tutatis!!)

El caso es que SE NOTA que no paras de aprender cosas nuevas todo el rato. Cómo estás aprendiendo a, por ejemplo, controlar e identificar distintos tipos de expresiones faciales, y lo que ello te conlleva respecto a, por seguir con más ejemplos, recibir más o menos atención extra. ¡¡¡Eres una comedianta nata, chata!!! ¡¡Eres tan gansa como tu padre…!! (Está claro al menos ahí, que sabemos de qué palo ha salido esta astilla…) Por otro lado, aunque sigues siendo un animalillo tremendamente tierno y sociable, noto que creces por momentos en cosas como que… ya no te vas tan fácilmente con cualquiera, como antes. Ahora miras, remiras… y te sueles mantener en una cierta y prudencial distancia de seguridad, analizando el jepeto del que tienes delante, y con la mirada no del todo desabrida pero sí particularmente analítica del que anda pensando.. -«Hey… ¡Un momento, chatungo! Túúú… ¿De qué palo vas? ¿A ti te conozco yo de algo o no…?»- Y no pocas veces has pasado del susodicho o susodicha, y haciendo mutis por el forro, te refugias entre nuestras piernas. ¡¡¡Es la famosa táctica «Vergüenza del Guerrero Consciente», técnica de supervivencia hija de la famosa Diosa NOOOOOO!!! -«¡¡¡Jaiiiiiiiiiiii…!!!»- ¡¡Qué lista eres!! Que ya no te va a secuestrar cualquiera…

Porque ya te has hecho una ferviente acólita y seguidora de la Diosa NOOOOOO…, por supuesto. De repente, sin que te des cuenta, puedo olfatear tus miedos y tus dudas, y me encuentro con que recitas el mantra de la diosa, tan perfecto, tan prístino y tan clarinete, que parece que lleves afiliada a la Secta de la Negación, toda tu vida, chica… -«¡NO…! ¡NO…! ¡NO…! ¡NO…»- Vas diciendo por ahí, tú sola… Que te veooooo… ¡¡Y te cierras de braaaazooosss…!! Y te quedas tan pancha. ¡¡Ahhhhhh… vil perfidia!! ¿¿Por qué al Dios SÍÍÍÍÍÍ solamente lo gesticulas, pero a la Diosa NOOOOOO además ya la recitas y pronuncias?? –«Pero… ¿Cómo…? ¿Miedo, dices…? ¿Dudas…? ¡Al contrario, buen progenitor… Es mi reafirmación, lo que sostengo!»-, parecen decir tus gestos. Y a fe mía que bien lo parece, desde luego…

El SI y el NO, el nuevo descubrimiento de la Lechona.

Y es que son muchas cosas, hija… Las cosas que manipulas, el interés que sigues demostrando por todo lo nuevo que tienes delante… Cómo te mueves… Cómo te enmadras cada vez más… Todo el vocabulario (¡¡es una pasada…!!) que vas pillando ya y que vas pronunciando a tu manera… Y principalmente, tu capacidad de comprensión; lo mucho que nos vamos entendiendo y que vas comprendiendo. El cómo eres capaz de entender perfectamente muchísimas de las órdenes o frases que te vamos soltando, y todo lo que eres capaz de hacer ya tú sola y por ti misma: el manejo con los cubiertos, el que coloques tú sola tus zapatos en el zapatero, lo que nos vacilas cuando quieres vacilarnos… o el ritmillo que le vas pillando a la vida, como decía en el título. Me flipa cómo te pones a bailar aunque sea escuchando un silbato, y cómo aporreas con lo primero que pillas, como si ya fueras una pequeña pro de la percusión. No sé… ¡son tantas, que se me acabaría el tóner digital este! ¡Muñones, en lugar de dedos, se me quedarían de aporrear tanta tecla para escribirlo todo!

Te veo TAAAAAAN mayor ahora, cariño… que no sé muy bien si es la leche (de la que de momento no eres demasiado fan, por cierto…), el aire que respiras o es que te meten hormonas de crecimiento en los bocatas de la escuela, hija. Yo lo único que sé ahora mismo es que me tienes loquito, bollo.

En fin… y para terminar, siguiendo con la tradición del Gritest, algunos muy breves apuntes chorras de tus momentazos vitales (que sí he recogido…), de estos últimos meses:

# ¡¡El 7 de octubre pronunciaste claramente tu nombre por 1ª vez, cuando te recogía de la escuela!! Y también te pusiste a decir -«Papááááá… Papááááá…»- como un loro. ¡¡Qué ilusión!! Me puse a dar brincos contigo y a repetirlo todo a voces en plena calle, jajaja… ¡¡Cagaba lovin’ por las orejas!!

# El 1 de noviembre saliste a campear, en una tregua que dio el tiempo (a la sierra, por el puerto de Canencia), por 1ª vez. Sí, sé que hemos tardado mucho, pero qué le vamos a hacer. Fue una salida setera con tus papis y con los titos embarazados. ¡Papi cogió setas y tú recogiste 2 piñas y tres palitos! Así que cada uno con sus tesorillos para casa. -«¡¡Bien por mi chica!!»-

# Ya tienes un par de muelas, abajo, por cierto. Así que pegas unos bocaos de aúpa, nena. Normal que te flipe tanto el «pá», como dices tú… ¡Porque le enciscas unos ñascos a los bocatas, cosa mala! Creo que estoy perdiendo ya la cantidad de dientes que tienes.

(Añadido editado a posteriori): y otra más arriba que no había visto… ¡Esto es un no parar! ¡¡Halaaaaaa…!!

# Por cierto, que con los avances culinarios no me lío más, que ya has visto que algo de eso he comentado en el post anterior, que me daba para uno entero en sí mismo. Ahí lo vas llevando, niña.

# La semana pasada te di por primera vez… ¡un Chupa-Chups! No estoy muy orgulloso, la verdad. No tenía intención (ni mamá ni yo somos fans de darte chuches tan pronto… ¡que ya tendrás tiempo!) pero la jefa de la escuela te lo ofreció como cambalache y maniobra de distracción para que soltaras un juguete y que nos pudiéramos ir, y me pilló a contrapié… Y ya no había forma de que lo soltases para poder guardarlo; y no solamente eso, sino que te pusiste a roerlo a saco, cual ratoncillo golosón, con el plástico y todo, y claro… pues ya puestos, con el mal hecho, preferí que al menos no te comieras el plástico. Y tu carita al ir chupando aquello fue un poema, cariño… ¡Lástima de dejarme el móvil en casa para haberte hecho un bonito vídeo! Te lo quité en cuanto pude… pero aquello ya estaba en las raspas… y en las babas esparcidas por el abrigo, claro. (Y voy yo, luego, y me entero que aquí, tu santa madre, ya te había dado una piruleta semanas antes…)

En fin… No sé qué nos depararás en este segundo trimestre de tu segundo año de vida, pero seguro que será igualmente FLIPANTE.

Te quiero, loca.


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Pequeños dramas cotidianos

En este blog nos va la marcha, y nos ponen los contrastes… Nos gusta pasar del blanco al negro… del Yin al Yang… del folk irlandés al heavy metal… del vino a la cerveza sin alcohol con limón… de Game of ThronesCharly y la Fábrica de pasteles. De una pequeña victoria cotidiana… a un excepcional momento de angustia.

Apenas unos días atrás os contaba el que bajo mi humilde opinión, hay que tratar de saborear las pequeñas victorias caserillas del día a día… el saber que vences a una adversidad. Y sí, vale… está muy bien. Pero hoy pienso que igual es un mensaje un poco frívolo. O al menos, si no cuentas toda la verdad; si no cuentas también el otro lado del pastel, vaya…

¿Y cuál es ese lado? Pues el «durante»… Ese rato o ese momento en el que estás con el agua al cuello… en el fango… en el charco… Con todo el marronaco encima. Ese momento… bueno, no hace falta que os diga que puede ser bastante infernal.

Dejando las fiebres de nuestra retoña un poco atrás, ahora lo que predominan, estos días, son los mocarros deluxe, y las FLEMAS. Las flemas nocturnas. Esas que hacen que tu bebé respire como un zombi de 85 años traqueotomizado. Vaya una mierda, las flemas. Para un bebé… que no sabe expulsarlas; que no sabe escupir; que no sabe ni puede hacer prácticamente NADA, salvo llorar. Y toser hasta atragantarse.

Hace un par de noches, he visto llorar de pura angustia a nuestro bebé, como no la veía desde que salió del vientre de su madre. Y seguramente esta vez haya sido bastante peor. Es más… igual me estoy volviendo un poco Dory, como la de Buscando a Nemo, y la memoria me va fallando… pero no recuerdo, en los diez meses que tiene la niña, un momento «llanto» como el de esta vez.

Yo, enntrando en fase Dory, como en Buscando a Nemo.

Esta vez, se levantó Churri. Llantos. Llantos que no paran… -«¡Qué raro!»- Llantos que se transforman en toses… en ¿son arcadas, eso…? Llantos que se mezclan con una llamada de ayuda de Churri, ya dentro del lavabo. Y lo que veo es a Churri con la nena sostenida en bazos sobre el lavabo, vómitos por todo el pijama, y la Lechona colorada como un tomate de ramillete.

Y aquí, el minuto largo de angustia, con la secuencia repetida hasta tres o cuatro veces: la niña llorando desconsolada perdida, hasta que rompe a toser; tosiendo, hasta que la flema le atasca, y vomita… Babas colganderas, espesas, que hay que extraer de su boca con la mano como podemos, mientras parece que la niña se ahoga. Y para. Y la niña berrea de nuevo, con su llanto silencioso; cuando se priva -que deja de respirar por si misma, vaya, como aguantando las respiración hasta que arranca de nuevo el berrido…-

Y así, de nuevo el ciclo… Llorando, con la cara hinchada como si fuera una boxeadora ucraniana. Por dos veces… por tres veces… Por cuatro veces. No sé…

Yo… haciendo lo que podía, que ya no sé ni lo que era; poco más que aguantar el tirón. Y Churri… mi valiente, mi Wonder Woman, la FUERTE de la casa, la Cherif del lugar… aparentemente estoica y serena, ayudando a la pobrecitamía a respirar… a que aquello se moviera, con sus masajillos torácicos.

Y la cosa cesó… se relajó. Nos la llevamos a la cama, y tendida sobre Churri, a base de repetirle ella los masajes torácicos, moviendo las flemas, con paciencia y calma, se quedó dormida al poco rato. Y yo no podía apartar la mirada de las dos, con mi cara de tonto… hasta que de nuevo Morfeo entró en escena y cada uno rescató como pudo su parcela de la cama, un buen rato después.

Ahora es cuando os diría… -«¡¡Qué guapo!! ¡¡Cómo mola y qué bien sienta solucionar una pequeña crisis cotidiana!!»- Sí, muy bien. Pero ese minuto de angustia que te pilla desprevenido… ese mal rato… ese susto inesperado que se te queda en el cuerpo, no se lo deseo yo a nadie.

Ahora sí, claro… Luego vas a la pediatra, y te dice que es algo de lo más normal; que no pasa nada. Que es algo un poquito escatológico, vale… desagradable. Pero que es de lo más común y que no tiene ningún misterio. Que la niña está bien, y que del pecho está estupenda.

Yo la creo, y ahora, a toro pasado, ya sé que me lo tomaré de otra forma. Peroooo… ¡qué mal voy yo a llevar esto de los disgustos desprevenidos! ¡Aysss…!

(Miedito tengo de preguntaros por algún momento de estos que os haya ocurrido…)

 


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De… «cositas» en la boca.

Viñeta 01.
Viñeta 02.
Viñeta 03.
Viñeta 04.
Viñeta 05.
Viñeta 06.
Viñeta 07.
Viñeta 08.
Viñeta 09.

Jejejeje… De coña, ¿no…? Pues la peli ha continuado esta semana, y el final ya os lo relato: que si puede ser… que a veces es frecuente después de tomar antibióticos, que si se quitan los juguetes unos a otros y lo van chupando todo por ahí… que si Patatín, que si Patatán…  Primero, es que desde ese día, compramos un cepillín especial para la boca (que a las mentes malpensantes ni os haría falta deciros que es un chisme que podría colarse perfectamente entre las estanterías de artículos delux de una tienda de productos eroticofestivos… ¡Una cosaaaa… una ingenieríaaa…!), y ahí andamos comiéndonos el tarro para ver cómo co… hacemos para que la niña se deje menear el bujero bucal con el dichoso palito bicarbonatado. En fin…

Luego, la niña está con los dientes estos días, más rabiosa que un Gualquin Ded sin cerebros frescos, con sus picos de fiebre y demás… sus mocuelos… vamos, lo típico. Y durante el finde se andaba tocando la orejilla (-«¿Pero no se te había quitado ya la otitis, cariño…?»-) Así que el martes, ponemos una nota a las chicas de la escuela para que la mire el médico que pasa por allí cada semana, y que así nos la mire con su ojo clínico

…¡¡¡Pues al final…que la niña SÍ TIENE HONGOS EN LA BOCA!!! ¡¡¡TÓCATE LOS PIES, MARI PEPA!!! Y que lo del bicarbonato, es para EVITAR que salgan hongos… no para eliminarnos. Que lo que hay que darle es con un gel…

En fin… que esto me parece un carrusel… que ni el Deportivo de la SER.  ¡¡Muy fuerte, oigan…!! Y yo les pregunto, queridos parroquianos y parroquianas… Desde mi plena ignorancia primeriza…

… esto es normal, ¿VERDAD…?