Y yo con estas barbas

Relatos sobre mis experiencias y expectativas como padre novato


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Fronteras que hay que pasar

El cartel del Charlot de la Escuela Bélgica.

Hoy era un día señalado en el calendario; con una enorme X luminosa y chispeante señalando una frontera.

Hoy, cariño, has ido a tu pequeña escuela infantil, por última vez. Hoy ha sido tu… último día. 

¿Y por qué será que me duele…? ¿Qué es esta congoja que noto? ¿Esta especie de run run en mi cabeza…? Quizás, imagino, son los golpes que me da la certeza de saber que hoy, eres un poco menos mi bebé, y un poco más mi niña. ¡Y digo «un poco«, por no decir «del todo«, ojocuidao! Hoy, dejas atrás uno de esos peldaños tan característicos de esa escalera que se llama CRECER. Que se llama HACERSE MAYOR.

Se me hace raro pensar en términos de «último» precisamente sobre un ser tan joven, tan pequeña como eres todavía… Al menos, a mis ojos. Y es que me siento raro. Porque adoro a mi bebé. Bien es cierto que ya hace mucho tiempo que no te considero un bebé, vale… Pero eso hoy me da igual; hoy vuelves a ser mi bebé, por un momento. Y mi bebé, definitivamente… se me va. Se escapa. Sale corriendo, para convertirse en otra cosa. Alguien mejor, más grande, más desarrollada, más inteligente, más hábil, más… de todo. Pero menos bebé. Nada bebé.

Y es que me has convertido, cariño mío. Me has llevado irremediablemente hacia la fe de tu religión: la religión de los bebés. Yo, que era un antibebé, ahora soy el fan número uno; el Ministro del Interior de la Iglesia del Bebé. Bebéfilo hasta las trancas, el tuétano y donde sea, si es que tal expresión existe.

Y la escuela infantil… pues era frontera. Una línea delimitadora de las que marcarán el hito completo que llegará a ser tu vida. Algo por donde empezar, y que alguna vez habría que superar, para continuar creciendo. Ha sido un segundo hogar. Así de claro. No abriré aquí debates de si escuelas infantiles sí o no (y menos yo, defensor de esta etapa primera del desarrollo infantil): nosotros te llevamos, te dejamos en sus manos, te quedaste al cuidado de estupendas profesionales y has sido tratada con mucho cariño y respeto durante estos años. Y mucho más que eso. Y eso a mí, me vale. Y mucho más que simplemente «me vale»… El caso es que entraste siendo un verdadero bebé, un bebé de verdad… y ahora, te vas.

Allí te han cuidado… Te han acompañado… Te han alimentado… Te han vestido… Te han enseñado un montón de cosas… Allí has hecho tus primeros amigos. Al igual que en casa, es allí donde has mostrado tus primeros enfados, tus primeras alegrías, manifestado tus primeras sorpresas…

El cartel del hall de la Escuela Bélgica.

Y todo eso se acaba hoy. Y no puedo evitar sentirme triste, yo, que fui y sigo siendo el rey del Pueblo-Que-No-Quiere-Crecer; un maldito Peter Pan venido a adulto muy a su pesar.

Yo, tu padre, estuve en una «guardería» hasta los seis años, para entrar directamente a lo que antes se llamaba 1º de EBG. Y tengo maravillosos recuerdos de mi paso por allí, parte fundamental de mi infancia y mi historia. (Bueno, no tantos, no me pasaré de listo, que la memoria no perdona…) Pero sí mantengo muchas sensaciones. Y una de las cosas que más me apena, es que con tus tres añitos todavía sin cumplir, todas estas vivencias las olvidarás, casi seguro. Tu mente adolescente y adulta (y más si sales a mí, con mi memoria de Dory…), no recordará por desgracia nada de esta maravillosa etapa: olvidarás seguramente a los que ahora son tus primeros amigos. A tus maestras; a los juguetes y materiales de los que te rodeas cada día… Los ruidos, los olores, las voces…

Parte de la nueva decoración.

Pero muchas sensaciones, sí que permanecerán, seguro. Y aquí estaremos tus padres para recordártelas. Y ahí quedará también la estupenda labor pedagógica, educativa y vital de todas estas mujeres que se volcaron estos primeros años de tu corta vida para sembrar la semilla de la mujer en que tú te convertirás el día de mañana, mi pequeña lechona. Quedará para siempre, dentro de ti. Y eso es un tesoro de un valor que no puede medirse.

Hoy siento mucha pena, porque mi pequeña bebé cruza una frontera; se me va de las manos del todo, y me tengo que despedir definitivamente de ella. Y cuanto más lo pienso, más vértigo me da y más vueltas me da la cabeza. Hoy pasarás esta frontera invisible de forma alegre, inconsciente en realidad de este pequeño hito de tu corta vida acaba y lo que implica, y ya nada volverá a ser lo mismo.

Alegrarse y entristecerse a la vez es uno de esos raros privilegios de los que hoy admito estoy disfrutando a raudales. En el rostro… En cada poro de mi piel… Pero la realidad manda, mi pequeña lechona… Y el reloj, por mucho que a veces lo desee, no deja de correr. Y sin embargo, soy muy feliz, consciente de la maravillosa personita en que te has convertido; orgulloso hasta explotar de la personita que esta escuela ha contribuido a brotar. De mirar a la niña que ya ERES HOY.

Por eso hoy quiero, hoy me toca, agradecer desde aquí, y recordar para ti con cariño, para el futuro, con infinita gratitud y un alto nivel de humedad ambiente acumulada que amenaza con rebosar de la parte inferior de mis globos oculares, a este grupo de personas que hicieron de la primera infancia de mi hija, una infancia provechosa, alegre, útil, y por encima de todo, FELIZ. Por todo lo que habéis hecho por ella:

Gracias Sandra. Gracias Alba. Gracias Bea. Gracias Beatriz. Gracias Cristina. Gracias Mari Carmen. Gracias Mª Jesús. Ya sois parte eterna de nuestra familia. De todo corazón, GRACIAS.

 

Te quiero y te querré siempre. Pero ya es hora de decirte adiós, mi pequeña bebé.

La puerta de la Escuela Bélgica.

 

PD: Este jueves, día 8, tenemos delante otra frontera entre manos, cariño. Otra, que te prometo será apasionante y maravillosa. ¡Y es que este no se para! Pero bueno, esa será, de nuevo… …otra historia. ¿Vamos a por ella…? 😉

 


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Preparando un huerto

…O: «la importancia de hacer algo con las manos».

Ayer por la tarde vine de hacer algo insignificantemente grande. He colaborado a crear vida, de nuevo. No de la uterina, claro… De la otra, más bien… De la terrenal. O terruñal, podría decirse. Literalmente.

Ayer nos juntamos un par de papis (y un abuelo, el que sabía, el que partía el bacalao.., no como nosotros, par de urbanitas atragapanaos…), en el parquecillo de la escuela infantil de nuestros lechones, con la idea de echar una mano en uno de los proyectos que el centro quiere arrancar, y se trata ni más ni menos de… ¡Crear un huerto en el patio de la escuela! Y claro, pues nos han enmarronado amablemente a los papis que han pillado por banda, entre ellos, aquí el Menda, para darle candela a la azada y empezar a preparar aquello. Hay infinidad de coles que tienen huertos, claro, pero… ¿Guarderías de barrio? No conozco ninguna, la verdad. (Ahora es cuando me decís que en todas vuestras guardes hay huerto, claro, y me dejáis como el culo fatal…)

Manual de instrucciones para usar un azadón

Y he de decir que la idea me parece COJONUDA MACANUDA. Los enanos se encargarán de plantar, de regar, de cuidar, vigilar y sí, llegado el momento, recoger las primeras cosechas, claro. Empezarán desde mañana, con semillas de plantas aromáticas, y de ahí, ¡a conquistar el mundo! (El tema de qué hacer con lo que se saque, la verdad es que no ha salido a colación, ahora que lo pienso… Hmmmm… ¡Jajaja!) Pero bueno, eso es ya lo de menos. Molaría mucho que se pudieran comer allí mismo lo que crezca, pero al tener contratado un servicio de cáterin para el papeo, no sé yo si eso va a resultar. Supongo que se irá repartiendo entre las familias y el personal, digo yo…

En el fondo, vale que es una anécdota y un experimento, porque el terruño es ciertamente enano; ¡nahhh…! Medio metro cuadrado de mierda de nada, como aquel que dice, ¿sabes…? Que ni para bailar un chotis agarrao entre anoréxicos, da… Y a saber qué acaba saliendo realmente ahí, que esa es otra… Pero el punto de partida, es estupendo. Podría hacer una lista interminable de cosas positivas, valores y demás, que le veo al asunto. Y una de las que me entusiasman de verdad, es el hecho de que es algo para hacer CON LAS MANOS.

La sensación de CREAR algo, de manipularlo con tus propias manos (cavar, preparar la tierra y acondicionarla para crear un huerto, que es un espacio de vida, en definitiva, un jardín… Algo que te conecta de alguna forma con nuestra parte más natural, más ancestral, como es este caso), si la interiorizas, es una pasada. Recuerda cuando tejiste aquel jersey… Recuerda cuando hiciste tu primer bizcocho… Recuerda cuando escribiste tu primer relato… Recuerda cuando compusiste y tocaste tu primer temazo… Recuerda aquel cuadro que pintaste… Recuerda cuando levantaste tú solito aquellos muros, que luego habrían de ser tu hogar… (vale, eso ya es de nivel Master and Comander…) Y yo quiero que mi pequeña empiece a sentir eso también, que ella es capaz de CREAR cosas con sus manitas diminutas. Porque ella puede. Porque CREAR cosas, en esencia, posiblemente sea la habilidad y capacidad más buena, gratificante, hermosa y útil que posea el ser humano.

¿Recuerdas aquella escena, también, de la segunda parte de Regreso al Futuro, en la que el amigo McFly entra en el Café de los 80, sonando de fondo el Beat It de Big Michael, en aquel futuro suyo, y hay una maquinita de videjuegos, y mientras Marty se flipa, aquellos chavales la repudian al momento de enterarse de que a aquello había que jugar USANDO LAS MANOS?

 

Me llené los pies de barro con dos tontunas que hice… Casi me pego un azadón en el pie que por poco me lo esmocho… No sé cómo, pero terminé con arena en la coronilla, y ¡detrás de las orejas…! (WTF???) Hoy tendré agujetas hasta en la etiqueta del pantalón y me habrá salido una contractura en la muñeca… Me olvidé allí la bufanda de la niña… ¡¡Pero salí la mar de contento, con la tontería!! Saber que mi gordita andará los próximos meses por ahí, regando, recogiendo CON SUS MANOS, plantando… APRENDIENDO, la verdad es que no tiene precio.

Y es que en este mundo fluorescente, urbanita, asfaltado, plastificado, enlatado, etiquetado, digital, virtual, satelital, fílmico, electrónico, catódico, robótico, profiláctico, aséptico, cibernético, drónico, plasmódico y positrónico nuestro en que vivimos sumergidos, y en el que nuestros pequeñuelos están y van a crecer, quizás estemos dejando demasiado de lado esa parte real, tangible, analógica, amasada, amanuense y tricotosa tan necesaria como agradecida en la mayoría de las ocasiones. Y no quiero que mi peque crezca con la respuesta de esos críos de la escena de la peli en la boca. Ese futuro… yo todavía no lo quiero.

Y es que… Vale; el Control+Z es uno de los mejores inventos de la historia de la humanidad; nadie lo niega… Pero, ¿Qué es eso en comparación con unos huevos fritos recogidos de tu corral, con patatas fritas de las recogidas en tu huerto? ¿¿Ehhh…??

Digitalmente os digo, chavales… que de vez en cuando bien merece la pena llenarse los pies de barro, aunque sea para quitarnos de tanta tontería como llevamos encima.

acondicionando el terreno

Echando mantillo al terruño

El huerto de la escuela

Y tú… ¿Hay huerto en el centro de tu peque? ¿Qué tal la experiencia? Y ya de paso… ¿Qué has CREADO CON LAS MANOS últimamente…? 


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De… «cositas» en la boca.

Viñeta 01.
Viñeta 02.
Viñeta 03.
Viñeta 04.
Viñeta 05.
Viñeta 06.
Viñeta 07.
Viñeta 08.
Viñeta 09.

Jejejeje… De coña, ¿no…? Pues la peli ha continuado esta semana, y el final ya os lo relato: que si puede ser… que a veces es frecuente después de tomar antibióticos, que si se quitan los juguetes unos a otros y lo van chupando todo por ahí… que si Patatín, que si Patatán…  Primero, es que desde ese día, compramos un cepillín especial para la boca (que a las mentes malpensantes ni os haría falta deciros que es un chisme que podría colarse perfectamente entre las estanterías de artículos delux de una tienda de productos eroticofestivos… ¡Una cosaaaa… una ingenieríaaa…!), y ahí andamos comiéndonos el tarro para ver cómo co… hacemos para que la niña se deje menear el bujero bucal con el dichoso palito bicarbonatado. En fin…

Luego, la niña está con los dientes estos días, más rabiosa que un Gualquin Ded sin cerebros frescos, con sus picos de fiebre y demás… sus mocuelos… vamos, lo típico. Y durante el finde se andaba tocando la orejilla (-«¿Pero no se te había quitado ya la otitis, cariño…?»-) Así que el martes, ponemos una nota a las chicas de la escuela para que la mire el médico que pasa por allí cada semana, y que así nos la mire con su ojo clínico

…¡¡¡Pues al final…que la niña SÍ TIENE HONGOS EN LA BOCA!!! ¡¡¡TÓCATE LOS PIES, MARI PEPA!!! Y que lo del bicarbonato, es para EVITAR que salgan hongos… no para eliminarnos. Que lo que hay que darle es con un gel…

En fin… que esto me parece un carrusel… que ni el Deportivo de la SER.  ¡¡Muy fuerte, oigan…!! Y yo les pregunto, queridos parroquianos y parroquianas… Desde mi plena ignorancia primeriza…

… esto es normal, ¿VERDAD…?