Y yo con estas barbas

Relatos sobre mis experiencias y expectativas como padre novato


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Avanzando en eso del Baby Led Weaning

Anoche, tras la cena, decidí que era el momento de hablar de esto: de la situación en que nos encontramos por casa, a día de hoy, con el famoso tema del Beibi Led Güenin.

Y todo a raíz de lo que ha pasado por nuestra mesa en los últimos días.

He de decir que en nuestro caso, conocimos este sistema de enfrentarse a la cuestión del método de alimentación complementaria, primero, por medio de una gran amiga, que vive actualmente en Londres, y luego también a través de mi hermano y mi cuñada, que ya lo venían aplicando con nuestra sobrina, un añito justo mayor que nuestra querida Lechona. Ellos viven igualmente en Londón, y por lo visto allí es un método que también lleva en auge desde hace algunos años. Y con estos dos ejemplos delante, hemos ido viendo de primera mano que el sistema funciona antes incluso de empezar a probarlo con la peque. (Aquí, es obligado el inciso de decir que cada bebé es un mundo, y cada familia una circunstancia; y entiendo que no a todo el mundo le valdrá este sistema).

De todas maneras, y hablando de nomenclaturas, igual muchos lo conocéis también por sus siglas en español, como método ACS (Aprende a Comer Solo), por el famoso libro de El niño ya come solo, de Gill Rapley y Tracey Murkett, que fue la referencia que cayó en nuestras manos, y es el libro que lo está petando por ahí, respecto al temazo este de la introducción a la alimentación complementaria.

Como recordaréis los que lleváis tiempo por aquí, es un tema que nos preocupó mucho en su día (Y nos sigue preocupando, claro. Algo normal y lógico que le preocupa igualmente a todo hijo de vecino que se encuentre en la misma fase o situación, por otra parte…).

Con el paso de los meses, podemos decir que la cosa ha ido mejorando, realmente. Creo que en general, la niña come bastante bien. Hay días que menos, otros que más… A veces parece que no quiera comer nada, y otros parece que si la dejas, se zamparía un buey… y a la madre del buey… y luego, postre; y por último, si pudiera, llamaría a Goliath (el colega del Capitán Trueno), a Obelix y a SonGoku para reírse de ellos, por ser unos nenazas. Vamos, lo normal… -supongo-.

Por otro lado, tampoco hemos sido estrictos a tope en este método, ni pensamos que nos vaya la vida en ello: le hemos dado de comer nosotros, y ha comido papillas a saco, cuando terciaba. También a su vez, la dejamos experimentar con las manos, por supuesto, y también la estamos enseñando a usar los cubiertos y dejando que los coja ella y coma con ellos.

Simplemente con esto quiero hacer notar que de momento parece que la cosa parece que va avanzando muy bien, y reitero, que a nosotros, el método ciertamente nos FUNCIONA, como he dicho. Y esta semana está siendo una buena prueba de ello. En apenas cuatro días, hemos pasado por tres cenas taaaaaan diferentes, como, por así decirlo… exóticas. La niña ha pasado en estos días, de los burritos Tex-Mex (¡órale güey! Que vale… su pollo no estaba condimentado, pero en el rollito iba todo el pack: su carne, sus pimientos, su cebollita frita…), pasando por las hamburguesas de seitán con queso (carne ficticia a base de gluten de trigo; un alimento muy del rollito vegetariano/vegano), a anoche, rematando la jugada con nudels chinorris (tallarines orientales de toda la laif).

 

Efectos colaterales del Baby Led Weaning.

 

Y precisamente, ha sido este detalle el que me ha abierto los ojos a ver la buena evolución respecto a la variedad de alimentos con los que nos vamos manejando. (Y a la forma de comerlos, ojo… Que aparte de las manos, ya maneja el tenedor que da gusto, y con la cuchara podemos decir que se va defendiendo bien, como decía antes). De momento la niña no parece tener reparos en probar y comer de todo. Lo cual… pues mola, la verdad. Y te da cierto respiro mental.

De la lechoncilla comiendo burritos sacamos algunos vídeos para la posteridad, de lo más graciosos. ¡¡Daba gusto verla!! Pero lo de anoche, con los tallarines… ¡¡Eso fue para verlo, más que para narrarlo!! ¡¡Canela fina!!

De la cena de anoche he de decir, que no recuerdo una tan divertida hasta ahora. ¡¡La nena se lo pasó teta!! Estaba totalmente flipada viendo a su papá haciendo el monguer y sorbiendo los fideos, (o viendo simplemente cómo me colgaban por la boca; lo mismo daba). ¡¡Menuda pechada a reír toda la cena, tú…!! ¡Un no parar, oye…! Y yo, claro… pues le daba cancha, y me descojonaba con ella. Y ella, zampando alternando las manos, la cuchara, o incluso intentando simplemente con la boca en plan tortuga… ¡Un cromo! (¿Terminó con tallarines en la oreja? Pues puede ser…)

Ahora bien… Respecto a los daños colaterales (la trona y alrededores…), no os quiero contar cómo terminaron, evidentemente. Para muestra, ahí arriba va una buena, de las gráficas, gráficas… ¡Aquello quedó como la resaca de una batalla campal de borrachos universitarios italianos de Erasmus en plena fiesta de la pasta al dente! Definitivamente, creo que eso de las bombas de racimo del ejército yanki, las inventó algún papá iluminado del Pentágono, tras una cena gloriosa de su bebé.

Pero os juro que por las risas, por el buen rato, y por pensar que, mientras la niña vaya asociando que la hora de comer o cenar es un momento divertido… todo el esfuerzo posterior de recoger y limpiar un guarreo como el de anoche, merece la pena. (Aunque anoche precisamente yo me librara del braun, jeje… XD). No hacen falta tele… ni tablet… ni muñecos… ni Danoninos de colores. ¡¡Unos simples tallarines pueden obrar milagros!!

(¡Cáspita! Ahora que lo pienso…): -«¡¡¡Churriiiiiiiiiii… Cariñoooooooo…!!! Tenemos que probar a preparar espaguettis carbonara… ¡¡¡Que lo vamos a petar con la risióóóóón…!!!»-

Y vosotros… ¿alguna receta divertida por ahí, a maníbiris, que se os ocurra?


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Pequeños dramas cotidianos

En este blog nos va la marcha, y nos ponen los contrastes… Nos gusta pasar del blanco al negro… del Yin al Yang… del folk irlandés al heavy metal… del vino a la cerveza sin alcohol con limón… de Game of ThronesCharly y la Fábrica de pasteles. De una pequeña victoria cotidiana… a un excepcional momento de angustia.

Apenas unos días atrás os contaba el que bajo mi humilde opinión, hay que tratar de saborear las pequeñas victorias caserillas del día a día… el saber que vences a una adversidad. Y sí, vale… está muy bien. Pero hoy pienso que igual es un mensaje un poco frívolo. O al menos, si no cuentas toda la verdad; si no cuentas también el otro lado del pastel, vaya…

¿Y cuál es ese lado? Pues el «durante»… Ese rato o ese momento en el que estás con el agua al cuello… en el fango… en el charco… Con todo el marronaco encima. Ese momento… bueno, no hace falta que os diga que puede ser bastante infernal.

Dejando las fiebres de nuestra retoña un poco atrás, ahora lo que predominan, estos días, son los mocarros deluxe, y las FLEMAS. Las flemas nocturnas. Esas que hacen que tu bebé respire como un zombi de 85 años traqueotomizado. Vaya una mierda, las flemas. Para un bebé… que no sabe expulsarlas; que no sabe escupir; que no sabe ni puede hacer prácticamente NADA, salvo llorar. Y toser hasta atragantarse.

Hace un par de noches, he visto llorar de pura angustia a nuestro bebé, como no la veía desde que salió del vientre de su madre. Y seguramente esta vez haya sido bastante peor. Es más… igual me estoy volviendo un poco Dory, como la de Buscando a Nemo, y la memoria me va fallando… pero no recuerdo, en los diez meses que tiene la niña, un momento «llanto» como el de esta vez.

Yo, enntrando en fase Dory, como en Buscando a Nemo.

Esta vez, se levantó Churri. Llantos. Llantos que no paran… -«¡Qué raro!»- Llantos que se transforman en toses… en ¿son arcadas, eso…? Llantos que se mezclan con una llamada de ayuda de Churri, ya dentro del lavabo. Y lo que veo es a Churri con la nena sostenida en bazos sobre el lavabo, vómitos por todo el pijama, y la Lechona colorada como un tomate de ramillete.

Y aquí, el minuto largo de angustia, con la secuencia repetida hasta tres o cuatro veces: la niña llorando desconsolada perdida, hasta que rompe a toser; tosiendo, hasta que la flema le atasca, y vomita… Babas colganderas, espesas, que hay que extraer de su boca con la mano como podemos, mientras parece que la niña se ahoga. Y para. Y la niña berrea de nuevo, con su llanto silencioso; cuando se priva -que deja de respirar por si misma, vaya, como aguantando las respiración hasta que arranca de nuevo el berrido…-

Y así, de nuevo el ciclo… Llorando, con la cara hinchada como si fuera una boxeadora ucraniana. Por dos veces… por tres veces… Por cuatro veces. No sé…

Yo… haciendo lo que podía, que ya no sé ni lo que era; poco más que aguantar el tirón. Y Churri… mi valiente, mi Wonder Woman, la FUERTE de la casa, la Cherif del lugar… aparentemente estoica y serena, ayudando a la pobrecitamía a respirar… a que aquello se moviera, con sus masajillos torácicos.

Y la cosa cesó… se relajó. Nos la llevamos a la cama, y tendida sobre Churri, a base de repetirle ella los masajes torácicos, moviendo las flemas, con paciencia y calma, se quedó dormida al poco rato. Y yo no podía apartar la mirada de las dos, con mi cara de tonto… hasta que de nuevo Morfeo entró en escena y cada uno rescató como pudo su parcela de la cama, un buen rato después.

Ahora es cuando os diría… -«¡¡Qué guapo!! ¡¡Cómo mola y qué bien sienta solucionar una pequeña crisis cotidiana!!»- Sí, muy bien. Pero ese minuto de angustia que te pilla desprevenido… ese mal rato… ese susto inesperado que se te queda en el cuerpo, no se lo deseo yo a nadie.

Ahora sí, claro… Luego vas a la pediatra, y te dice que es algo de lo más normal; que no pasa nada. Que es algo un poquito escatológico, vale… desagradable. Pero que es de lo más común y que no tiene ningún misterio. Que la niña está bien, y que del pecho está estupenda.

Yo la creo, y ahora, a toro pasado, ya sé que me lo tomaré de otra forma. Peroooo… ¡qué mal voy yo a llevar esto de los disgustos desprevenidos! ¡Aysss…!

(Miedito tengo de preguntaros por algún momento de estos que os haya ocurrido…)

 


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Pequeñas victorias cotidianas

A veces… hay cosas que salen bien.

La semana pasada, hubo una noche que no estaba saliendo como las demás. La Lechona, desde que se acostó, venía despertándose a cada rato. A veces pasa… es más: casi siempre, a lo largo de la noche, suele despertarse sola, una o dos veces porque se le cae el chupete, y como se mueve más que los precios de la gasolina, debe ser que en un momento dado lo echa de menos y se despierta. La solución es tan sencilla como eficaz: llegas, le calzas el chupete otra vez, y arreando, que es gerundio.

Hasta ahí, nada raro… Pero esta vez, lo extraño era la repetición: -«esta niña, esta noche no sé qué le pasa, que no concilia bien el sueño…»- Durante esa noche, venía desvelándose a cada rato… media hora… tres cuartos, no sé. Recuerdo que al acostarme, Churri y yo íbamos turnándonos para ir a ponerle el chupete cada vez que se despertaba. Pues venga…

4:15 de la madrugada. Esta vez el Gualkin Ded que se levanta, soy yo: -«¡Gmpñfrr… %@#fhs… Cagüen… Sueñoooo… Mierdachupetefhschgññ…!»- A pesar de las horas y de no haber podido pegar ojo en toda la noche, algún tipo de milagroso chispazo mental se produce en mi sobada azotea. Pese al cacho algodón de azúcar hibernado que tengo por cerebelo, algo hace que me percate de que algo no va bien… -«Esto no es ni medio normal…»-

En lugar de simplemente buscar el chupete entre las tinieblas, enchufárselo y listo, y frente al impulso de encender una barrilla de incienso, sacar un filete de pollo del congelador, cantar unos gorigoris y sacrificarlo a Morfeo para que nos otorgue unas buenas horas de sueño reparador y continuo… opto por la opción B, y hago la cosa más evidente, simple, lógica y estúpida del mundo mundial: toco a la nena para ver cómo se encuentra… Y… ¡¡Ohhh Mai Gooodd…!! ¡¡¡Sorpresa!!! ¡¡¡La Lechona está como una ídem recién salida del horno segoviano de Casa Cándido!!!

Vaaaaaale…  Así que era por eso. Hmmmmmppff… Hago de Mortadelo y en un periquete me pongo el disfraz de padre responsable. Termómetro al canto, y… ¡¡39,3º!! ¡¡Ohú, mi arrrrma…!! ¿¿Pero et-to qué eeehhh…?? Nunca le he visto tanta fiebre a esta niña… -«¡Me han dado el cambiazo! ¡Alguien se ha llevado a nuestro bebé y nos han colao una estufa en su lugar!- (Noooo… no puede ser; eso es absurdo… ¿Por qué necesitaría una estufa llevar pañales…?) ¡Ahhh, cierto…! Pues entonces solo queda que nuestra niña está empezando a desarrollar sus poderes mutantes de «antorcha humana»! (Vale… Eso sí que me suena ya más razonable…)»-
Así que… ¡Arrancando con el protocolo, nene… vamos!

Primero, le quito el pijama y la dejo en pelotinchis… y abro bien la ventana para que entre el fresquíbiri. Busco su Paracetamol, y le endiño el jeringazo… ¡Milagrosamente no me ofrece mucha resistencia, y ni siquiera se ha desvelado todavía! ¡¡Genial!! 😀 Y por último, me cojo sus gasitas multiusos y las remojo en un cuenco con agua, mitad del grifo, mitad de la nevera, para que esté un poco más fresquita. Se las voy poniendo con cuidado por encima, para refrescarla, y al segundo se calientan como la moto de un jipi… Y a cambiarlas, y a cambiarlas.

La niña con fiebre, como si fuera una lechona al horno.

La cosa va bien, porque la gordita enseguida se calma. Una hora después, ya le ha bajado la fiebre casi dos grados y no ha vuelto a despertarse. A las 5:45 -mi hora de «diana» matutina-, ya tiene una temperatura normal y parece que la «crisis» ha remitido. ¡A por el desayuno del guerrero! ¡Doble cucharazo de Nesquik… que me lo he ganao!

Y a pesar del sueño… de no haber dormido un carajo… me siento bien; estoy contento. Ya, de momento..:

…La fiebre ha remitido. Habrá que ver si en las próximas horas vuelve a subir, o si desaparece, o qué rayos pasa… (Precisamente esa misma tarde pasamos por la pediatra y no tenía síntomas…)

…He dejado a Churri que siguiera durmiendo y por lo menos uno de los dos ha podido dormir unas horas del tirón. Le anoto toda la jugada para cuando se levante, contándole la peli, y por si tiene que dar aviso a la escuela infantil para que estén ojo avizor.

…La niña también ha podido por fin dormir un rato más largo, y ha podido descansar algo, más o menos.

…Y respecto a mí… …bueno. Hay una sensación que me recorre el cuerpo. ¡Soy un PADRE! Soy una persona… que cuida de otra. Tengo una personita entre mis brazos, que depende de mí. Para TODO. Tengo que cuidarla… Velarla… Mirar por ella…  ES LO QUE ME TOCA. Y he de decir que estoy encantado con este nuevo rol.

No hace tanto tiempo, que yo era alguien a quién otras personas (mis padres) me tenían que cuidar… (y a su modo, todavía lo hacen). Así que simplemente, continúo y perpetúo la cadena.

Primero… nos cuidan; cuidan de nosotros. Y gracias a eso… a esa constancia… esa dedicación… esa educación… ese amor… hemos podido crecer, desarrollarnos, tomar conciencia de nuestro papel en este mundo… y hemos podido tomar el relevo. Y ahora soy yo el que CUIDA. Cuido de mi casa… de mis plantas… del gato -en lo que me toque-… de mi Churri… y ahora, de una preciosa Lechona.

Me parece una cadena casi mágica… una organización social tan compleja… pero a la vez basada en fundamentos tan sencillos como este. Y así, la rueda sigue girando y girando, generación tras generación. (No es algo sobre lo que a uno le da por reflexionar con 18 años y unas cerves en la mano, de botellón con los colegas, la verdad, creo yo…)

No pegué ojo en toda esa noche… y sin embargo sonreía… porque como decía Aníbal Esmiz en el Equipo A-«¡Me encanta que los «flanes» salgan bien!»-

Fue una pequeña victoria cotidiana. Creo que es algo… un pequeño detalle, de lo que uno debe sentirse… al menos un pelín orgulloso: comprobar que las cosas van saliendo bien. Que eres capaz de enderezar algo. Simplemente eso: descubres una pequeña «crisis» rutinaria… das con la solución, y todo se resuelve satisfactoriamente.

¡Mola!

🙂

¿Y vosotros…? ¿Tenéis en mente cuál podríais considerar que ha sido vuestra última pequeña victoria cotidiana que pueda considerarse como tal?


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Se acabó lo que se daba… (o: «fin de la lactancia materna»)

No tenía yo previsto ponerme a reflexionar hoy sobre esto…

Hay una cosa de la que siempre he sido consciente desde que tengo memoria: la certeza del paso del tiempo. Ya desde que era bien pequeño… desde niño, siempre vengo pensando que esto de la vida… pasa demasiado rápido. Esto es así… y punto.

Ignoro si está tipificado como tal, como patología, o síndrome o como sea, dentro del mundillo de la psicología… pero creo que lo llaman síndrome de Peter Pan. Pues eso me ha pasado a mi desde siempre. Yo, desde que era muy pequeño… NO QUERÍA CRECER. ¡Que no y que no, carajo!

Salvo momentos o épocas muy concretas (que también recuerdo…), siempre he tenido el pensamiento de que crecer, hacerme adulto, hacerme mayor… no era lo mío. Y de hecho, frente una de estas preguntas tan recurrentes en conversaciones de bar en plan petí comité, que es la de: -«¿Y para ti, cuál ha sido la etapa de tu vida que más te ha marcado o que recuerdas con más cariño, hasta el momento…?»-, mi respuesta siempre ha sido la misma: ni universidad, ni instituto, ni gaitas desafinadas… el COLEGIO. Que se vivía de puta madre.

Os diré más… Ya en el instituto, los sonetos de Quevedo relativos a la frustración sobre el inexorable paso del tiempo y la noción de la brevedad de la vida humana, me dejaron ojiplático perdío; totalmente identificado yo con aquello, oiga… Y se me quedaron particularmente grabados:

 

    Miré los muros de la patria mía,

si un tiempo fuertes, ya desmoronados,

de la carrera de la edad cansados,

por quien caduca ya su valentía.

    Salíme al campo: vi que el sol bebía

los arroyos del yelo desatados,

y del monte quejosos los ganados,

que con sombras hurtó su luz al día.

    Entré en mi casa; vi que, amancillada,

de mi anciana habitación era despojos;

mi báculo, más corvo y menos fuerte;

    vencida de la edad sentí mi espada.

Y no hallé cosa en qué poner los ojos

que no fuese recuerdo de la muerte.

 

Pues si toda la vida me ha traído un poco de cabeza este tema… ya ni os cuento desde que soy padre. Dicen que no es uno el que envejece como tal… sino que son los hijos los que le van haciendo viejo a uno. Pues eso… Y con mi Lechoncilla, es que lo voy viviendo cada día en mis carnacas.

Realmente luego no es tan radical, vale… Pero claro… los cambios que va sufriendo un bebé durante el primer año, son tantos y tan grandes… que a veces es que te quedas directamente patidifuso.

 

Yo, con pinta de Quevedo.

Churri hace ya cinco noches que no le da el pecho a la niña. Y esto tiene dos lecturas…

La buena. 

La transición ha sido todo lo buena y natural que uno pudiera desear, llegados a este momento… desde mi punto de vista. En estos últimos meses, desde los cinco hasta los nueve cumplidos ayer, la introducción de la alimentación complementaria unida al ir a la escuela infantil, han dictado sentencia. A medida que ha empezado a comer otra serie de cosas, ha ido demandando cada vez menos el pecho. Primero quitas una toma, luego otra, luego otra… que si vaaaa… me aburro y lloro por no sé qué… Pues bueno, pues venga un chupito de teta, por si acaso… Pues venga, me viene bien, ahora que acabo de soltar el sonajero… Total, cuando quieres darte cuenta, hace ya muchas semanas que únicamente tomaba el pecho de madrugada…

Pero ya ni siquiera. Ya no lo pide. Ya no se despierta. Tetica rica de mamá… me temo que ya no haces falta. Adiós. Gud bai. Aufidersen. Ha sido muy bonito mientras duró. Solamente falta que Churri no sufra de mastitis ni coñas de estas -que no parece…- y ya está. S’acabó.

Hay niños que se tiran años lactando de sus madres… y me parece genial. Y también los hay que apenas duraron unas pocas semanas… o incluso que jamás probaron la leche de mami. Creo que mi niña ha tenido su ciclo… un buen ciclo. Pues bien, y fin del episodio.

Y luego está Churri… que recupera en parte algo de su propio cuerpo… y ya de paso, horas de sueño nocturno.

La mala.

Esta niña va creciendo tan rápido, que a veces me da un poco de vértigo. Es algo positivo, objetivamente hablando, claro… pero es otro pequeño vínculo con su «yo» bebé, que desaparece. La sensación es de que todo va demasiado deprisa… No me asustan los cambios en absoluto (incluso a veces desearía que ya fuera más mayor), pero para un tío paciente, tranquilo, pachorrón y piterpanesco como yo… este estado de permanente estirón a veces es algo pelín perturbador.

Además… soy un ferviente creyente de las ventajas de la lactancia materna… y me da mucha pena que se vea privada de algunos de sus beneficios. Pero no soy yo quién ofrece su pecho, sino su madre, claro. Es un vínculo único y especial que pierde… Para mi es fácil a veces pensar: -«Si fuera yo quién diera el pecho… aguantaría mucho más…»-, pero luego lo pienso mejor… Veo tantos casos de chicas, de mujeres que lo dejan tan pronto, que creo que haber llegado hasta los nueve meses es un enooooooorme triunfo para nosotros en general, y para Churri en especial.

En cualquier caso, es algo que me ha venido a la mente este fin de semana. Otro pasito más, hija mía… Te me vas haciendo mayor a pasos agigantados y esto no hay quién lo pare… El acojonao de tu padre tendrá que aguantarse con su vértigo vital, porque no hay más remedio.

Aunque a veces parezca que se asuste, lechona mía, tu padre en realidad es un menda que tiene los pies en el suelo, y por dentro realmente se alegra de verte tan sana, tan grande, tan feliz, y de que todo te vaya tan bien hasta ahora.

Que eso es lo que verdaderamente importa.

¿Cómo fue el «destete» en vuestro caso…?

(PD: he revisado en Interntet… -¡Cómo no!- y lo del síndrome de Peter Pan existe, más o menos, pero es mucho más jevi que lo mío. Nivel Michael Jackson, como poco…)


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Gritest Jits #2

Los Grandes Momentos de la incipiente vida de mi Lechona.

Repaso expréssssssss… con un par de acontecimientos interesantes, mi pequeña Lechona, de los cuales has tomado parte durante la semana pasada:

# Poco te ha durado la altura intermedia del colchón de la cuna que contaba precisamente en el primer Gritest, mi beiby. Ya hemos tenido que ponértelo en la posición más baja, porque aquí donde te ves, cariño, no veas cómo juegas a ser una juligan escandalosa, cual hincha malota del Niucasel Iunaited, agarrada ahí, a los barrotes con ganas de jarana y alborozo, como una loca: -«¡¡¡Taii Taiii Taiii Taiii Táááááááá…!!!»-

Como vemos que en el momento menos pensado te nos lanzas p’afuera de cabeza, y te veo ejcalabrá perdía… mami y yo hemos decidido que ¡hale, colchón p’abajo, nena… y ahí te quedas p’a los restos…! -O hasta que te cambiemos a una cama, claro- Es lo que hay, y eso te pasa por crecer.

# Y el primer evento chungueras de tu corta vida, pequeño tesoro: primeras fiebres persistentes… Primera visita a urgencias, domingo por la noche, y tu primera otitis. ¡¡Ayssssss…!! ¡Con lo bonita y perfecta que te hemos hecho, cariño…! ¿Quién te manda, ehh…? Espero que de ésta no te nos quedes sorda perdía a la primera, mi amor.  😦

(Para otra ocasión, escribiré sobre cómo dar antibióticos orales a un bebé enfermo QUE NO LOS QUIERE y no morir en el intento… ¿Ehhhh? –Esta te la guardo para cuando seas una adolescente respondona e ingrata … que alguna cana de más seguro que me has costado este finde, rica…, aunque ya le hayamos pillado el truco.–)
Un gran invento: el chupete termómetro.

Y desde aquí, y en tu nombre, aprovecho la ocasión para felicitar a toda la familia SANITARIA -enfermeras, doctores, pediatras, fisios, etc- que siempre están ahí, ocupándose de nuestras miserias, ya lo hagan mejor o peor, tengan un día bueno o regulero… En fin. La salud es lo más importante que tenemos… y ellos cuidan de nosotros. Y de nuestras familias… (incluidos los bebés que no saben contarnos qué les pasa, ¿verdad?).

Miles de abrazos y gratitud eterna para todos ellos.


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Nueva sección… ¡¡Los GRANDES MOMENTOS!!

Gritest Jits logo.

Pues nada… ¡¡que ya estamos de vuelta de la primera SEMANA SANTA familiar!! ¡Olé! (Aunque estas primeras vacaciones de Pascua serán recordadas únicamente por eso, básicamente… por ser las primeras; porque por lo demás…) Mejor corramos un tupido velo, y mejor me miro esto de la salud, que en estos últimos años, parece que la Semanita esta… la tenemos un poco reñida, me temo. Andamos así como a la gresca, diría yo, más bien…

Después de una hermosa colección de …itis a la espalda estos días, digna de la mismísima baronesa Thyssen, vuelvo con renovados bríos para actualizar cositas que se van quedando en el tintero… Y es que la actualidad no corre, no… ¡¡¡vueeeeeeeela…!!! ¡Esta niña no paaaaaaraaaa…!

Quincena de tremendas novedades que merecen en toda justicia permanecer reflejadas por escrito para asombro, deleite y regocijo de las masas futuras. La Lechona no para de crecer y de ofrecernos nuevas Lechonadas a cada rato. Mitad: -«¡¡¡EYSSSSSSS… NOOOOOOO, hija… Eso NOOOOO…!!!», y mitad: -«¡¡Hala… Jajajaja… ¿¿Has visto?? ¡¡Que me paaaaarto…!!»-

Así que, visto el percal, he decidido introducir a la de ya y sin más dilación, una de bravas, camarero… digooo… una de BREVES. Vamos, algo así como un minicomentario rápido sobre un hecho acontecido de importante relevancia histórica, que a mi modesto juicio, merezca la pena quedar relatado en este espacio digital… dicho así como en más bonito, y eso. Rollo tuit, pero sin pájarillo azul ni restricción de texto, en plan así, a mi rollo moreno.

Así que, aquí va la primera remesa:

# En esta primera quincena de abril, la Lechona, ya se ha echado a gatear. ¡¡¡De verdad!!! Es un flipe. 🙂 🙂 Eso sí, lo de tener recogido el salón, cobra un nuevo sentido.

# No solamente gatea… además, ya se sienta sola estupendamente… ¡Y en la cuna! ¡Menudo susto! Con lo echáp’alante que es, que no mide… -normal… animalico mío-, pues… ¡a bajar la altura del colchón de la cuna, ipso-facto! Que esta niña, se nos arrima a la barandilla y se tira p’abajo como si estuvieran allí esperándola las tetas de su madre, vamos.

# Churri y aquí el Menda, se han arrimado a un cine juntos… (14 abril) ¡por primera vez desde que la gordita asomó el trasero! ¡¡Albricias y jolgorios!! La primera separación oficiosa de los orgullosos papás, de su Lechona. Y la nena, con la Tita, por supuesto, más bieeennn…

# Primeros arrebatos demostrables de mamitis de la niña. Esperaba yo que tardaran un poco más en llegar, pero bueeeeno… se va llevando.

# Novedades alimenticias: gluten, carnazas variadas, papeo diverso de sus papás… Empieza a molar el que la cosa vaya siendo poco a poco más variada.

Todo esto, así… a bote pronto.

Y claro, eso sí… lo más importante de todo..: la nena sigue tan linda como siempre.

La Lechona, sentadita en su cuna.


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Mounting the chicken…*

*…o lo que es lo mismo: ¡¡Montando el pollo!!

La Lechona es un ser maravilloso… una bendición de niña caída del Cielo, ¿vale…? Empecemos por ahí, y dejemos eso bien clarito, oye.

Es un bebé buenísimo, de estos que parecen hechos a propósito para dar envidia al papá primerizo de al lado, ese que está megaputeado desde el segundo cero, porque de inicio todo se le tuerce con su bebé. Es una niña «trampa» de libro, vaya… de las que piensas: -«Si supiera que me van a salir así de buenas y buenos el resto… ¡encargaba una docena más, ya mismo!»-

Siempre ha dormido muchas horas seguidas… Es tranquila… No se asusta… Es dura… Apenas se ha puesto un par de veces malita en estos seis meses… Es risueña con todo el mundo, se deja coger por cualquiera… y «comía» de maravilla. Viendo el percal de lo que hay por ahí fuera en comparación, esta niña nos ha dado CERO problemas (por lo cual te estaré eternamente agradecido foreveranever, bollito mío…)

Digo «comía», así, entrecomillao negroso… porque estamos en esta fase raruna, de cambios de todo tipo… la de los seis meses. Y lo del comer bien, ya pertenece al pasado, podría decirse así… o eso me está dando a mí en la napia.

Inciso explicativo para imberbes: para el papá primerizo que no esté puesto (y no haya leído suficientes revistas, artículos o libros…), los seis meses (aprox.), es una fecha importante y curiosa: por estas fechas -semanas arriba o abajo, dependiendo de lo puristas que se pongan algunos/as- ya se le puede dejar de esterilizar chupetes, tetinas y demás… (total, ya se llevan a la boca cualquier cosa que pillan); ya se les puede introducir agua de grifo…; ya se les puede introducir una dieta suplementaria e iniciarse con los sólidos; empiezan a salir los dientes; se les introduce el gluten poco a poco; que si empiezan con la escuela infantil (más o menos…), etecé etecé… Es un salto evolutivo-cualitativo, por así decirlo).–

Y claro… cuando uno tiene un bebé que es un solete… se disfruta infinito, por supuesto, pero también andas siempre un poco con la mosca tras la oreja, expectante a… algo que debe venir… algo chungo, claro. ¡No todo puede salir bien siempre, narices! Y he aquí que entonces ocurre…

¡¡Boummmmmmm!!:

Buscando el traje de paciencia.

El primer zambombazo.

Cualquiera dirá que es una chorrada, que es lo normal, que blablablá… Pero a nosotros nos está pasando ahora. Y NO ANTES. Es decir, que podría decirse que por nuestra parte, es un poco una primera GRAN prueba de fuego. (O yo lo siento como tal, vaya…) Y es que de unos días para acá, la Lechona no nos come nada bien. Básicamente, con los purés de verdura. Sí… la papilla de fruta la come más o menos bien… la de cereales la devora… pero la verdura… ahí le está costando entrar. ¡Y en realidad, suelta, en sólido por separado, parece que la come (prueba/juega, más bien) mejor! (Claro, que en la escuela, no practican el método ACS, así que por ese lado, la cosa se complica…)

Si solamente fuera eso… vale. Es una fase, etecé… Pero parece que pinta como si fuera algo más: antesdeayer, merendando, me montó el pollo del siglo, llorando sin parar. Probé con varias cosas hasta que le enchufé un papillazo de cereales. Y entre cucharada y cucharada, llorando también, a lágrima viva.  –«Será el hambre… la impaciencia… que le duelen las encías por los dientes… Que no le mola el sabor del brócoli… Que está empezando a tomaros la medida…»- Sí, muy bien… seguro; no lo niego… Pero el caso es que ahora monta pollos. Y a Churri le ocurre lo mismo. Y antes NO los montaba. Es como una especie de… regresión.

Y claro… a nosotros al menos, nuestra Lechona, nos la vendieron sin un diccionario «Lechón-castellano», (ni siquiera un mini «Lechón-francés» de bolsillo, oye, que me apañaría también… ya que la cigüeña venía derechita de París sin paradas, o eso nos aseguraron…), y tampoco viene con libro de instrucciones, así que no sé qué le pasa ahora con la zampa… Sé que mi niña no es un artículo defectuoso, ni mucho menos, así que tampoco es cosa de reclamar ahora la garantía… que además la cigüeña se piró, y no nos dejó el ticket.

Pero la historia es que esto de la alimentación está empezando a pasar al TOP GUÁN, CHÚ y ZRÍ, todo a la vez, del «Ranking de cosas que nos preocupan y que nos comen un poquillo el tarro». (Será que hemos vivido demasiado bien, estos meses…)

-«Y lo que os queda…»- Ya. Seguro… Vale… Y mañana será la ropa, y pasado las otitis… y al otro serán las pesadillas, y al otro, los celos por el hamster o la tortuga que venga a la Morada como nueva mascota…

¡¡Ayyyssss…!! Demasiao bien iba tó, cachislamar. Pues nada. A gestionarlo con paciencia tocan.