Y yo con estas barbas

Relatos sobre mis experiencias y expectativas como padre novato


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¡Feliz cumpletrés!

TRES. Ya… TRES.

Tres. Uno de los números y símbolos más importantes y venerados en la historia de la civilización humana por sus múltiples significados, atributos y aplicaciones. Es el segundo número primo y el primer número primo impar. Además, el 3 es el primer número primo de Fermat. Vamos… una cosa muy loca. Como tu cabecita.

Tres. Como la línea que trazaste sin querer en nuestra vida. El pasado, antes de que llegaras. Nuestro presente. El ahora. Contigo. Y el futuro. Todo lo que nos espera.

Tres. Como esa famosa regla aritmética a la que todo el mundo acude cuando tienes que solucionar un problema y buscas la manera más sencilla de apañarlo. Bendita regla de tres.

Tres. Como las veces que pienso cada día, cada vez que entro a tu cuarto, eso de -«Tengo que ponerte las estanterías en la pared, pero ya mismo…»-

Tres. Como las palabras que césar pronunció: VINI. VIDI. VINCI. Y es lo que hiciste de tu llegada a nuestra vida: un triunfo.

Tres. Como la tríada de cosas importantes de la vida: salud, dinero y amor. A mí, dame salud, que lo del dinero, con ir tirando ya me vale… Y amor… Amor, es lo que tengo en casa, correteando, chillando, jugando, abrazando, exasperando y creciendo. Sobre todo… creciendo.

Tres. Como los estados en que puedes transformarme a tu antojo, cuando menos me lo espero: me derrites, me evaporas y me petrificas. O me conviertes en un animal, gritón y enfadica; en un vegetal, fundido y rendido en la cama cada noche, o en un mineral, duro como la roca, cuando toca ponerme firme frente a tus pucheros sibilinos. Tú solita te bastas para todo eso.

Tres. Como los sitios por donde prometo ir a buscarte, cada vez que me necesites y me pidas auxilio en esta y en cualquier otra vida: por tierra, mar y cielo. Allí estaré.

Tres. Como los puntos que da ese famoso tiro exterior que, entrando en la canasta contraria sobre la bocina tras la cuenta atrás, todos hemos lanzado en nuestras cabezas alguna vez, para darnos alegría y gloria eternas. Aunque luego la eternidad durara lo que se tarda en abrir los ojos.

Tres. Como los cerditos del cuento, los famosos mosqueteros de Alejandro Dumas o los corsarios de Emilio Salgari. Productos de fantasía, tan necesaria e inspiradora como el aire con que llenamos nuestros pulmones a cada bocanada.

Tres. Como los colores primarios de la luz, rojo, verde y azul, que son la base para construir esa mirada de millones de colores que tanto nos hace falta para transformar cada mañana este mundo duro y gris que nos rodea. Los ojos con que me haces mirarte. Con que me haces mirarlo todo.

Tres. Como los deseos del genio de la lámpara. Ojalá encuentres tú una, mi niña, y tengas la cabecita amueblada para pedirlos con buen criterio.

Tres. Como aquellos ideales revolucionarios: libertad, igualdad y fraternidad, con que se trató de dibujar un nuevo mundo, mejor y más justo para todos. Creo que nos quedamos en algún punto del boceto, y me temo que tocará seguir empuñando el pincel y el lapicero. No queda otra.

Tres. Como las medallas de la victoria. Eres mi oro, mi plata y mi bronce. La mayor de mis proezas. El mayor de mis logros.

Tres. Como los Reyes que vinieron de oriente y te llenan los zapatos de regalos cada mañana del 6 de enero.

Tres. Como los abrazos y los besos que te daré esta tarde cuando llegue a casa. Como también, las veces que he tenido que pellizcarme esta mañana, al ver tu carita dormida, tierna, risueña, estirada toda tú en nuestra cama como si de un chicle se tratara, para comprobar que sí, que es cierto, que mi pequeña se hace mayor…

Que hoy, porque todavía me parece como un sueño, mi niña…

…ya cumples TRES.

FELIZ CUMPLEAÑOS, MI PEQUEÑA LECHONA.


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Fronteras que hay que pasar

El cartel del Charlot de la Escuela Bélgica.

Hoy era un día señalado en el calendario; con una enorme X luminosa y chispeante señalando una frontera.

Hoy, cariño, has ido a tu pequeña escuela infantil, por última vez. Hoy ha sido tu… último día. 

¿Y por qué será que me duele…? ¿Qué es esta congoja que noto? ¿Esta especie de run run en mi cabeza…? Quizás, imagino, son los golpes que me da la certeza de saber que hoy, eres un poco menos mi bebé, y un poco más mi niña. ¡Y digo «un poco«, por no decir «del todo«, ojocuidao! Hoy, dejas atrás uno de esos peldaños tan característicos de esa escalera que se llama CRECER. Que se llama HACERSE MAYOR.

Se me hace raro pensar en términos de «último» precisamente sobre un ser tan joven, tan pequeña como eres todavía… Al menos, a mis ojos. Y es que me siento raro. Porque adoro a mi bebé. Bien es cierto que ya hace mucho tiempo que no te considero un bebé, vale… Pero eso hoy me da igual; hoy vuelves a ser mi bebé, por un momento. Y mi bebé, definitivamente… se me va. Se escapa. Sale corriendo, para convertirse en otra cosa. Alguien mejor, más grande, más desarrollada, más inteligente, más hábil, más… de todo. Pero menos bebé. Nada bebé.

Y es que me has convertido, cariño mío. Me has llevado irremediablemente hacia la fe de tu religión: la religión de los bebés. Yo, que era un antibebé, ahora soy el fan número uno; el Ministro del Interior de la Iglesia del Bebé. Bebéfilo hasta las trancas, el tuétano y donde sea, si es que tal expresión existe.

Y la escuela infantil… pues era frontera. Una línea delimitadora de las que marcarán el hito completo que llegará a ser tu vida. Algo por donde empezar, y que alguna vez habría que superar, para continuar creciendo. Ha sido un segundo hogar. Así de claro. No abriré aquí debates de si escuelas infantiles sí o no (y menos yo, defensor de esta etapa primera del desarrollo infantil): nosotros te llevamos, te dejamos en sus manos, te quedaste al cuidado de estupendas profesionales y has sido tratada con mucho cariño y respeto durante estos años. Y mucho más que eso. Y eso a mí, me vale. Y mucho más que simplemente «me vale»… El caso es que entraste siendo un verdadero bebé, un bebé de verdad… y ahora, te vas.

Allí te han cuidado… Te han acompañado… Te han alimentado… Te han vestido… Te han enseñado un montón de cosas… Allí has hecho tus primeros amigos. Al igual que en casa, es allí donde has mostrado tus primeros enfados, tus primeras alegrías, manifestado tus primeras sorpresas…

El cartel del hall de la Escuela Bélgica.

Y todo eso se acaba hoy. Y no puedo evitar sentirme triste, yo, que fui y sigo siendo el rey del Pueblo-Que-No-Quiere-Crecer; un maldito Peter Pan venido a adulto muy a su pesar.

Yo, tu padre, estuve en una «guardería» hasta los seis años, para entrar directamente a lo que antes se llamaba 1º de EBG. Y tengo maravillosos recuerdos de mi paso por allí, parte fundamental de mi infancia y mi historia. (Bueno, no tantos, no me pasaré de listo, que la memoria no perdona…) Pero sí mantengo muchas sensaciones. Y una de las cosas que más me apena, es que con tus tres añitos todavía sin cumplir, todas estas vivencias las olvidarás, casi seguro. Tu mente adolescente y adulta (y más si sales a mí, con mi memoria de Dory…), no recordará por desgracia nada de esta maravillosa etapa: olvidarás seguramente a los que ahora son tus primeros amigos. A tus maestras; a los juguetes y materiales de los que te rodeas cada día… Los ruidos, los olores, las voces…

Parte de la nueva decoración.

Pero muchas sensaciones, sí que permanecerán, seguro. Y aquí estaremos tus padres para recordártelas. Y ahí quedará también la estupenda labor pedagógica, educativa y vital de todas estas mujeres que se volcaron estos primeros años de tu corta vida para sembrar la semilla de la mujer en que tú te convertirás el día de mañana, mi pequeña lechona. Quedará para siempre, dentro de ti. Y eso es un tesoro de un valor que no puede medirse.

Hoy siento mucha pena, porque mi pequeña bebé cruza una frontera; se me va de las manos del todo, y me tengo que despedir definitivamente de ella. Y cuanto más lo pienso, más vértigo me da y más vueltas me da la cabeza. Hoy pasarás esta frontera invisible de forma alegre, inconsciente en realidad de este pequeño hito de tu corta vida acaba y lo que implica, y ya nada volverá a ser lo mismo.

Alegrarse y entristecerse a la vez es uno de esos raros privilegios de los que hoy admito estoy disfrutando a raudales. En el rostro… En cada poro de mi piel… Pero la realidad manda, mi pequeña lechona… Y el reloj, por mucho que a veces lo desee, no deja de correr. Y sin embargo, soy muy feliz, consciente de la maravillosa personita en que te has convertido; orgulloso hasta explotar de la personita que esta escuela ha contribuido a brotar. De mirar a la niña que ya ERES HOY.

Por eso hoy quiero, hoy me toca, agradecer desde aquí, y recordar para ti con cariño, para el futuro, con infinita gratitud y un alto nivel de humedad ambiente acumulada que amenaza con rebosar de la parte inferior de mis globos oculares, a este grupo de personas que hicieron de la primera infancia de mi hija, una infancia provechosa, alegre, útil, y por encima de todo, FELIZ. Por todo lo que habéis hecho por ella:

Gracias Sandra. Gracias Alba. Gracias Bea. Gracias Beatriz. Gracias Cristina. Gracias Mari Carmen. Gracias Mª Jesús. Ya sois parte eterna de nuestra familia. De todo corazón, GRACIAS.

 

Te quiero y te querré siempre. Pero ya es hora de decirte adiós, mi pequeña bebé.

La puerta de la Escuela Bélgica.

 

PD: Este jueves, día 8, tenemos delante otra frontera entre manos, cariño. Otra, que te prometo será apasionante y maravillosa. ¡Y es que este no se para! Pero bueno, esa será, de nuevo… …otra historia. ¿Vamos a por ella…? 😉

 


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Si las sillas hablasen

Cuando Madresfera te invita a un focus group organizado por El Corte Inglés, tú… pues acudes. Aunque vayas a ciegas.

Y llegas allí, y una hermosa mesa rodeada de flamantes sillas te recibe. Te das cuenta de que es, básicamente, una charleta informal. Con bloggers… Pero unos bloggers un tanto especiales.

Vamos, que somos todos una panda de tíos; ya sabes, ¿no…? Con su testosterona, con sus pelos en los brazos, sus perillas, sus sonrisas y todas esa mandanga de maromos.

Y de repente, aquella caterva de sillas es testigo de excepción de cómo aquella panda de tipos van… ¡y se ponen a charlar sobre sus hijos! Guat de f…in jel…!

Pues sí, porque por raro que parezca, estos tipos, estos bloggers, son padres; y vienen con sus ideas y experiencias sobre cómo es la crianza de y con sus hijos. Con sus sentimientos por delante. Con su día a día. Con sus soluciones. Y con sus movidones. Con sus apaños. Con sus opiniones. Con sus criterios. Con sus dudas. Con sus alegrías. Con sus miedos… Sin esconderse y con la lengua muy suelta.

Cada uno de ellos con su culo apoltronado sobre cada una de aquellas adorables sillas, va soltando lo que tiene. Charlando. Plim plam plim: campamentos, videojuegos, pasados turbios, viajes, purés verdes, … a mí me acojona lo mismo…, una vuelta al cole que es de todo, menos vuelta. Y casi tres horas de tarde calurosamente veraniega que, al menos para mí, parece que se van en un suspiro.

Y los tipos se levantan. Y cuando lo hacen, intuyo que aquellas hermosas sillas han debido quedarse bastante flipadas… -“¿¿Pero qué demonios acaba de pasar aquí…??”- Se habrán preguntado entre el desconcierto general… Seguro.

Y las sillas conversan en su desbarajustado corrillo. Como fieles garantes de nuestros secretos, las muy tunantas se guardan la información para ellas solas, sin compartirla con nadie… Tal es su pequeña compensación por tener que soportar el peso de nuestros santos culos todo el puñetero día.

Pero estoy tranquilo. Historias pedorreras aparte, si a las sillas les diera un día por rajar, al menos tengo el consuelo de que, entre las muchas cosas que tuvieran que contarnos, nos hablarían de cómo hoy día, una panda de padres, de hombres, pueden ser bien capaces de sentarse sin complejos en torno a una mesa a hablar de cosas de… Bueno, también de hombres.

Sillas hablando entre ellas

Y es que, quizás todavía no nos lo terminamos de creer del todo, pero hay padres a los que nos importa expresar y contar lo que sentimos, respecto a la familia y los hijos. Y lo de esta charla/reunión, ha sido una muestra necesaria, y preciosa, de ello.

Fue un enorme placer conocer, charlar y compartir una más que agradable tarde con los geniales papás que se esconden tras los siguientes blogs:

Gracias, como siempre, por la oportunidad. Porque los padres… también contamos.


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Adiós, mi corazón…

Hasta aquí ha llegado este breve, hermoso y doloroso episodio de nuestras vidas.

Íbamos a tener un precioso bebé… Y ya no. Hoy nos hemos despedido… ¡Y es algo tan increíble el modo en que te fuiste…! No sé qué decirte, mi pequeño amor sin rostro. No sé qué decirte…

Solamente, que jamás te olvidaré.

Y ya está… Eso es todo.

Mañana toca madrugar.

Adiós a mi bebé


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Crónica de una semana cumpleañera

Como siempre, aquí ando, cambiando planes sobre la marcha. Queriendo haber hecho cuatro post más o menos seguidos y rapidillos, aquí me veo, en cambio, dándole la vuelta a la Tortilla Planificada™, y resolviendo la papeleta como puedo, haciendo un post dividido en cuatro. ¡No tengo remedio…! Pero es que si no…, se me va la cosa de las manos. Lo de siempre.

No me lío más. He aquí la crónica escrita de una semana de septiembre…

# Raund Guan

~~~~~ CUMPLECHURRI… DESCAFEINADO ~~~~~

Es viernes… Y hoy es uno de esos días señalados; hay un dibujito de una tarta en el calendario que tenemos a la entrada de casa, que nos lo recuerda. A mí más que a ti, me temo. Hoy cumples esa edad que la gente que no se resigna a que la etiqueten como maduritos, han dado por llamar …los nuevos treinta. Y de nuevo, por enésima vez, con el día ya finiquitado… …siento que no he estado a la altura.

En el fondo, por varias razones. La primera y la obvia, porque para un plan que hay, seguro, lo estropeo, y por mi culpa llegamos tarde a tu pequeña fiesta familiar. De todo lo que habíamos planeado para esa tarde, me da la sensación de no haber logrado nada. Vale que me saqué de la chistera a última hora el ir a buscarte a la salida del trabajo para irnos los dos juntos a comer, como suele decirse, en amor y compañía… Pero hasta eso terminó saliendo algo regulero…

No he estado a la altura con el regalo. Mira que hay tiempo, a lo largo del año… Para pensar. Para planificar. Para investigar. Para currárselo un mínimo, porque la ocasión lo merece… Pues nada más lejos, al final. Tarde, mal y cutre. Muchas ideas en la cabeza, eso sí… Que ahí pueden estar, claro. Y lo intenté arreglar un poco, de veras… Creí que el regalo definitivo te molaría. Pero visto el resultado y el caso que le has hecho a día de hoy, ya veo que en el fondo te ha hecho la misma ilusión que pillarte una pulmonía por bailar fandangos desnuda bajo la lluvia y delante de una familia de chimpancés borrachos. (Quizás debería yo mismo hacer la selección final y elegir todos los detalles del regalo para acelerar el tema, porque no me has vuelto a hablar de ello…)

Tampoco he estado fino en lo que a celebraciones se refiere. Un momento así, merece un toque especial. Te hubieras merecido un fiestorro por todo lo alto. Todavía tienes pendiente el quedar con las amigas (o con quién sea…) para salir de farra por ahí… Y me imagino que lo harás. ¿Pero cuándo…? El que lo hagas dentro de tres meses ya no será motivo para celebrar cumpleaños alguno… Será un día de farra cualquiera… y ya está. He de decirte que tenía en mente el haberte montado una fiesta sorpresa, como la que me organizaste cuando cumplí los 30 (y que siempre he querido devolverte…), pero la primada que organizó tu prima apenas una semana antes, me chafó todos los planes.

No sé… Con el verano tan estupendo que te he dado, ¿verdad…?, te merecías mucho más. Al menos, te merecías algo Pero todo esto de tu cumpleaños noto que se me ha ido un poco de las manos. En el mal sentido, claro… Tarde y mal. No solamente no he estado a la altura, sino que todavía me siguen buscando los GEOS por las cloacas y bajo tierra. Y es una pena, porque las oportunidades en la vida van pasando, y aunque parezca una tontería, todos los detalles cuentan. Y algunos, además, permanecen… Y escuecen.

yo, con un corazón enorme.

# Raund Chú

~~~~~ CUMPLELECHONA… CONJUNTIVÍTICO ~~~~~

Es martes, y hay otra tarta dibujada en el calendario. ¡Mi querida niña locatis cumple 2 añazos!

Aquí seré breve, por lo triste del asunto. La tarde anterior, mami y yo nos hemos asomado por la nueva tienda PARTY del centro comercial, a la caza y captura de detallitos para llevarle a los compis de tu clase. ¡Pomperos! ¿A qué niño no le mola hacer pomas de jabón? ¡Es una ideaza genial…! Así que arrasamos con los de la tienda. Y lo mejor es que este año SÍ que ya pareces consciente de QUÉ ES un cumpleaños, y de que ES TÚ cumpleaños.

Pero ¡Ouh Mai God…! No son ni las 9 de la mañana, cuando recibo la llamada de tu madre; que estás con una conjuntivitis de caballo. La víspera apuntó maneras, pero hoy has amanecido con el ojo como el de un boxeador paleto de tercera regional, y con unas legañas mocosas como piedras de cantera. Por supuesto, no puedes ir a la guarde. No puedes ir a tu clase. No puedes jugar con tus amigos, ni decirles que hoy cumples dos añitos. No puedes darles sus pomperos. No puedes presumir de lo mayor que eres hoy. No pueden montarte una fiesta. Hoy no te van a cantar el Cumpleaños Feliz… Hoy no vas a ser la protagonista, en TU DÍA. Porque tienes que quedarte en casa. Y seguramente al día siguiente, también. Y tus padres se quedan con cara de tontos, y con la sensación de… -«¡¡Mierda…!! ¿Por qué…? No es justo…»-

¿Pero sabes una cosa…? Papi se vino zumbando del trabajo para quedarse contigo. Mami se vino zumbando del trabajo para quedarse contigo. Y los tres pudimos pasar el día entero juntos en casa. En familia. El día de tu segundo cumpleaños. Y tú estabas tan contenta.

Y eso, al menos, lo terminó compensando.

virus y demás mala gente...

# Raund Zrí

~~~~~ EL LUGAR DE LAS FRESAS…~~~~~

Es jueves. La semana avanza, y tengo un evento especial y  largamente esperado, en esta tarde-noche. Porque mi amiga Maite va a estrenar su peli documental en la CINETECA del Matadero, en Madrid.

Mi amiga Maite, a la que conozco desde el primer año de universidad. ¿Hace ya, cuánto… 16 años…? Ya he perdido la cuenta. Y este es un proyecto en el que ha estado sumergida durante los últimos diez… Y todavía sigue, al pie del cañón, moviendo su peli como puede. Hoy la estrena en España, su país, y es un día muy especial. Hoy promete ser otro día de emociones, de posibles reencuentros, en una semana que no está dando tregua…

Hoy es el estreno, en lo que serán cuatro jornadas de proyección. Hoy estrena su ópera prima «El lugar de las fresas», que así es como se llama su documental.  Y tras ir conociendo a lo largo de todos estos años, más o menos, cada paso del proyecto, hoy salgo del cine emocionado, porque me ha parecido una peli MUY GRANDE. Muy humana.

El lugar de las fresas cartel

No es este quizás un tema a tratar en un blog sobre crianza, sobre bebés… O quizás sí, ¡qué narices! Porque me encantaría poder educar a mi hija en estos valores. En los valores que subyacen en la peli. En el amor a la tierra. En la fe en el prójimo. En la confianza. En la oportunidad. Y en los valores que transmite su directora y creadora, mi amiga Maite: la perseverancia; la creencia en las propias posibilidades; la fe en sacar lo máximo, y en que la recompensa le llega al que sabe buscarla, dedicando tu amor y tu empeño a lo que haces. Hoy admiro profundamente a mi amiga, porque he visto que se ha convertido en todo un ejemplo a seguir. 

Mirad que yo hago poca publi por aquí, peroooo… Para todo los que no la habéis visto, os la recomiendo. Es una peli… diferente. Y para el que quiera, tendréis una nueva oportunidad, de nuevo, este 18 de octubre. Os dejo aquí toda la info:

http://www.ellugardelasfresas.com/

https://www.facebook.com/El-lugar-de-las-fresas-FILM-535808499821137/timeline/

http://www.cinetecamadrid.com/pelicula/el-lugar-de-las-fresas/1620/

¡No os la perdáis! 🙂

# Raund For (o… «El monstruo del final de pantalla…»)

~~~~~ POR FIN… ¡¡LA FIESTA!!~~~~~

Y llegamos al sábado. Nuestro final en esta semana loca de fechas marcadas en el calendario. Hoy que vamos a montar una fiesta de cumpleaños. Una fiesta DE LAS DE VERDAD. No una de pega, triste y sosa y casi como para salir del paso, como la que tuviste el año pasado por tu primer cumpleaños, cielo. Hoy papi, pero sobretodo mami, van a quitarse esa espinita que se les quedó clavada del año pasado…

Pese a todo, el previo discurre según lo esperado: organizándolo a última hora, corriendo como las liebres, viajes express con el carrito de la compra petado de zampa y bebercio (del que sobrará las tres cuartas partes, como siempre…), y montando la decoración y el chiringuito como se puede.

Pero hoy vendrá toda la familia. Hoy vendrán amigos. Hoy habrá niños. Hoy habrá globos y chuches. Por haber, tenemos hasta un paracaídas para jugar, por si se tercia. Hoy habrá una tarta flipante, idea de tu madre y perpetrada por aquí, el Menda, en un pim pam pum, con todo el mundo delante y mirando. Hoy habrá lo que se supone que debe haber en una fiesta molona de cumpleaños. 

tarta tren

Y al final, todo termina guay. La fiesta acaba, la gente se lo ha pasado bien, tus padres podemos respirar, y lo más importante, tú te lo has pasado en grande.

Ya solamente queda meternos en la cama y esperar a que amanezca el domingo. Tarde, a ser posible, por favor. No sé si podré sobrevivir a otra semana igual, de emociones, tensiones, frustraciones, y todo lo que acabe en …ones, como esta semana de septiembre, de nueve días.


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Una semana realmente amarga…

¡Qué caprichosa es esta vida! La vida en general…

Regreso a esta humilde ventana virtual, tras un mes entre tinieblas, y desde luego no lo hago en la forma en que yo había planeado hacerlo. Quién me lo diría… Y cómo cambia el cuento. Por eso este post está estructurado en… dos partes.

Veréis. Hace poco más de un mes, andaba yo de buenas, planeando, teniendo en mente mis cosillas sobre qué hacer y cómo hacer, respecto a la celebración del primer aniversario, de esta, mi pequeña página personal… Vuestra página, la de todos aquellos que milagrosamente asomáis vuestros ojillos inquietos por aquí alguna vez… La página de mi querida niña, en definitiva: mi querida Lechona.

¡Un año, ya! Todavía me parece una pasada, para alguien tan (y un año después sigo igual…) tecnolerdo, y a la vez tan inquieto como inconsistente como yo, haber sido capaz de aguantar con este experimento tan personal, durante tanto tiempo. Y la verdad es que ha sido una pasada; algo increíble. ¡En serio! Me sigue pareciendo un pequeño milagro… Y el caso es ese… Que tenía planesIdeas. Puede que algún sorteo, hacer alguna entrada con algunas ilustraciones molonas, y muchas otras cosas que siguen en el tintero… Muchas cosas. Venía de un mes más o menos bueno, de publicar de nuevo con una cierta regularidad de al menos un post a la semana… Estaba un poco on faier, por así decirlo.  Sabéis de lo que hablo.

Y, de repente… Llega la semana en cuestión, y soy yo el que no llego. Líos… No me viene bien… No encuentro huecos… Lo de siempre. Llego a fin de marzo, y el día del aniversario del blog, sigo mudo. -«Bueno… No pasa nada… Que no panda el cúnico. Al fin y al cabo, hacer las cosas con retraso es la Marca Registrada ® de este sitio… No vayamos a ponernos exquisitos y empezar ahora a hacer las cosas bien, ¡por favor…!»-.

Pero luego la Santísima Semana llega llamando a grito pelao a la puerta. Y ya en ello, ando corroborando que las vacaciones no le sientan nada bien a este blog… Y los días pasan. Y de repente, me doy cuenta de que, en el cuerpo a cuerpo nocturno del remanso en que se convierte nuestra Morada, poco a poco la cama va ganádole la batalla a los puntos al teclado, por las noches. Sin darme cuenta, parece que me he hecho un poco más viejo, y como que necesito dormir más. Y de repente, quedarme hasta las mil delante de la pantalla ya no me parece tan planazo, que mañana es día de escuela. -«Bueno… A lo mejor mañana, si no me dejo atrapar por el sofá y lo cuadro bien…»- Pero los mañanas siguen pasando, y el calendario me avisa que hay un agujero enorme, lleno de un inmenso vacío. Un vacío que al verlo me eriza el pelo y me pone sobre alerta, porque comienza a asustar. Y aquí sigo, y no alcanzo todavía a adivinar de dónde vienen las hostias y por qué de repente al bonito globo le da por pincharse así por las buenas, y cuando al señorito le viene bien desinflarse.

Así que aquí estoy… Si no quiero que la cosa se me vaya de madre, tengo que agarrarme los machos, plantar el culo en la silla y volver al pequeño asidero de buen rollito, que normalmente significa esta pequeña pantalla llena de letras, monigotes y sentimientos. Al fin y al cabo, aunque hoy no lo haga por mí, lo hago por mi peque, y ella sí que lo vale. Y eso me ayuda.

Yo debería haber contado aquí con ínfulas, petardos, algarabías, fuegos de artificio y confetis varios lanzados por todo lo alto, un maravilloso resumen de lo que este blog ha dado de sí a lo lago del año: más de 11.000 visitas… Cruzando la barrera justo de los 100 seguidores (y todos ellos ganados a pulso vía blog casi en exclusiva, ya que al no tener todavía, no comparto nunca nada en redes sociales -verdadera vía principal de captación de clientes de un blog-, lo cual creo que le da cierto mérito al asunto para lo irregular que soy publicando)… Gentes que nos visitan desde muchas partes del globo… Quería agradecer a todos y cada uno de los que alguna vez pasaron por aquí y vieron algo de interés en ello… Juraros además amor y gratitud eternas al buen puñado de buenísimas gentes que además, vuelven, y repiten, post tras post… ¡¡Y ya encima, a los que me comentan, verdadera alma de este sitio… ni os imagináis!! Sois como una lotería premiada en forma de frases. Bueno… Todas estas cosas.

Y quizás lo haga y os las cuente en bonito otro día… O puede que a lo mejor, no. Al fin y al cabo, hay cosas que, a toro pasado, ni siquiera tiene gracia aun cuando las cuentas tarde.

Y así me veo ahora… Escribiendo esta noche, obligado en parte, porque ni siquiera es de esto de lo que tenía pensado ponerme a escribir. Es una vuelta obligada, en cierto modo, como digo… Y amarga. Muy… muy amarga. Lo que debería haber sido un post de celebración, se torna por circunstancias, un post de reflexión, como tantos otros antes. Un post de recuerdo.

El miércoles, me entero de que una tía mía, está muy grave; en casa, pero muy grave.

Ayer, ya se nos fue. Y no me he podido despedir de ella. Hacía demasiado tiempo que no la veía, es cierto. Pero era mi tía. Y no he podido ni acudir a su entierro. No he podido ver a mi tío. No he podido ver a mis primas.

Esta mañana, por una de estas cosas del purísimo azar… Descubro con horror, ya que yo no me había enterado, gracias a una compañera del trabajo, que un amigo lejano en el tiempo, un chaval al que conocí, con el que compartí experiencias, un viaje increíble, un tío majísimo, de los de verdad… que nos lo han matado a tiros en Brasil una pareja de jovenzuelos descerebrados, de la más absurda de las formas. Nos lo han matado, a su familia; a sus amigos, a mí… A ti. A todo el mundo. Porque este chico era un auténtico Patrimonio de la Humanidad. Las condolencias y muestras de cariño que me comentan han ido llegando desde los rincones más insospechados de todo el mundo así me lo demuestran. Hugo Calavia. Le exprimiste el jugo a la vida como pocos. Descansa en paz, amigo.

Con este panorama, hoy me ha dado por pensar: ¡qué caprichosa es esta vida! Un día piensas que estás en la cima, que tienes cosas que celebrar (un aniversario de blog), y al día siguiente estás en el pozo. Así, sin comerlo ni beberlo. Te viene el bajón. No te apetece escribir. Y de repente, te encuentras un mes después amarrado a las teclas y escribiendo un post como este, desde las entrañas.

¿Cómo vivir con la certeza de que no tienes el control de tu vida? De que hagas lo que hagas, por mucho que planifiques, por mucho que te lo propongas, el destino puede arrojar sobre ti en cualquier momento, una maceta perdida sobre tu cabeza… Y no solamente es tu vida… Es la de tus hijos. La de la gente a la que quieres y de la que te rodeas. ¿Cómo protegerlos? ¿Qué hacer contra eso?

-«Haces lo que puedes…»-, te dices. Te autojustificas. Y supongo que así debe ser… cuando a uno le da por pensar en estas cosas. Te desvives por ofrecer lo mejor, y un día, sin venir a cuento, el destino se presenta en tu casa, sin llamar antes, sin invitación, calzando chanclas raídas, para contarte que estabas en medio de una partida, y que… ¡¡¡ohhhh… vaya!!!, resulta que estabas jugando con las cartas perdedoras. Y tu vida cambia para siempre de un plumazo. Puede ser un cáncer… Puede ser un navajazo… Puede ser un imprudente despistado cabalgando por ese paso de peatones con el semáforo cerrado al que no estabas atendiendo… Puede ser esa judía mal cocida que se te atraviesa en la tráquea o esa cuerda que se rompe cuando vas escalando aquel saliente. Puede ser esa estufa mal apagada… Puede ser un malnacido con un bidón de gasolina y una colilla… o con un fusil de asalto. O puede ser una maceta perdida. Simplemente puedes estar en el momento inadecuado en el sitio inoportuno.

Sin duda uno quiere siempre lo mejor. Pero a veces con eso no basta. Es duro asimilar algo, ¿sabes…? Saber que por mucho que lo intentes, no lo vas a conseguir. Hay cosas que no puedes controlar. No existe lo mejor… Simplemente, porque lo mejor, en términos absolutos, no está en tu mano. No está en la mano de nadie. En todo caso… será un lo mejor… dentro de lo que hay. Por mucho dinero que tengas… Por muy sonoro que sea tu apellido… El destino, si tus cartas están marcadas, nos puede pillar a todos por igual. Y eso es una certeza, a veces dura y terrible de asimilar. Por eso pensamos poco en ello, porque en ello nos puede ir hasta la propia cordura. Desgracias hay todos los días y en todas partes, pero apenas somos conscientes de verdad nada más cuando nos salpican de cerca.

¿Qué puede hacer uno para evitar el infortunio? ¿Cómo protegernos? ¿Cómo protegerles? ¡Es tan desesperante pensar en que toda una vida de esfuerzos, en todo ese gasto y tesón que empeñamos, que ofrecemos, que vertemos a nuestro paso… pueda venirse al traste y hundirse en la miseria en apenas un parpadeo! ¡¡Taaaannnn desesperante…!! ¿¿¿Qué hacer, por Dios…???

Pues seguramente… nada. Intentar vivir la vida como quieres vivirla; como si cada día pudiera ser el último, supongo. Y darle un abrazo enorme a mi bebé en su cuna esta noche, y decirle y escribirle que su padre la quiere con locura.

Me vais a perdonar, pero hoy no me apetece dibujar.

Descansa en paz, tía.

Descansa en paz, Hugo.


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#papiconcilia… en el Día del Padre

Pasamos el ecuador de este mes de marzo, y nos asomamos viento en popa y a toda vela al primer aniversario de este blog. ¡Quién me lo hubiera dicho, que casi un año después, este experimento tan personal todavía seguiría vivito y coleando! Y como aperitivo a tan magno, fantabuloso y milagroso evento, vengo con un post de esos de los que uno debe sentirse especialmente orgulloso: un post importante para asomarnos a una fecha importante.

Acaba de salir esta misma semana, apenas hace un par de días, la SEGUNDA EDICIÓN, con nuevos testimonios, DEL LIBRO #PAPICONCILIA. Y, por uno de esos misteriosos azares del destino… ¡¡Tengo presencia en él!! OUH MAIIIIII GODDD! ¡¡Un testimonio del MENDA…!!

Para quién no lo conozca todavía, #papiconcilia es parte de un movimiento social, coordinado con esfuerzo e ilusión por la periodista Usúe Madinaveitia, impulsora a su vez del anterior y original #mamiconcilia, en el que se recopilan las experiencias de madres (y padres) en relación a lo que se conoce como conciliación laboral. Cito:

«El libro #papiconcilia incluye historias de padres que quieren ser actores y no espectadores, padres que piensan y sobre todo sienten que a los hijos hay que dedicarles tiempo y darles amor, padres que se implican de forma corresponsable tanto en la crianza de los hijos como en las tareas del hogar. #papiconcilia es un libro que no te dejará indiferente.»

Pues ahí lo tenéis. Realmente, este sí que me parece un bonito acontecimiento que celebrar, ¿no creéis? Al menos yo sí lo veo así. En lo personal, precisamente mi pequeño testimonio en este libro, podría decirse que ha supuesto un ligero cambio de rumbo en mi vida. Un cambio… espero que para mejor, claro. Gracias a la existencia de esta modesta pero muy ambiciosa iniciativa, he encontrado la motivación, la inspiración y el impulso para intentar arañarle un par de horas más al día. Horas destinadas a poder pasar más tiempo con mi pequeña y preciosa Lechona.

Porque el modelo paterno actual ya no contempla el simplemente ser una figura que se dedique en exclusiva a «proveer y proteger», obviando todo lo demás. Porque los padres del siglo XXI, buscamos nuestro propio hueco, y nos sentimos parte necesaria y activa, más que nunca, de la realidad cotidiana que supone la crianza de nuestros hijos. Porque queremos ser padres 24/7, y no solamente padres de viernes a domingo. Porque ser padres hoy día debería ir mucho, mucho más allá de… engendrar y soltar pasta en un sobre a principios de cada mes.

Por eso es tan importante este post. Estos días la blogosfera bulle de post-homenajes a la figura de los padres, y me parece genial. Está muy bien eso de tener nuestros minutitos de gloria, al menos una vez al año. Llevo una eternidad sin celebrar para nada un evento como el Día del Padre, pero desde el año pasado, sigo viéndolo con los mismos ojos… pero oye, como que hay otro puntillo en el aire.

Y el caso es que hoy, con esta entrada también quiero reivindicarme un poco; reivindicar a los padres; de ayer, de siempre, pero sobretodo, de hoy; reivindicarme como padre y sacar a pasear mi lado más ególatra con ello.

Y precisamente por eso, yo no voy hoy aquí a cantaros mis comeduras de tarro, ni mis meteduras de pata, ni mis inseguridades, ni mis miserias al respecto. Para eso, ya voy dejando pinceladas suficientes por esta santa casa cada vez que tengo un rato para darle a la tecla, y vosotros, sufridos y amables lectores, sacáis un hueco para leerlas o descifrarlas. Y además, ¿para qué? ¿De qué me serviría autoflagelarme un día como hoy? ¡Si de sobra sabemos que no existe la figura del padre perfecto! ¿Qué me aporta el ahondar en los mil y un fallos con los que me visto cada día, desde los pies hasta el gorro? ¿Qué sacaría en claro en restregaros que no sé ni qué vacuna le han puesto hoy a mi niña? Que no le he hecho ni puñetero caso jamás al menú equilibrado de cenas que nos propone la escuela infantil… Que me puedo tirar semanas sin leer el cuaderno de notas de la escuela, ni saber qué han hecho en la clase a lo largo de toda la semana… ¡Pero si tenía un proyecto de escribir la vida de mi bebé desde el principio (este blog), y ya arrancó más de seis meses tarde, por favor…!

No, no, no… Todo eso ya lo dejo para el resto del año. Hoy es nuestro día. Hoy quiero hacer otra cosa; quiero intentar algo diferente. Quiero hacer justamente todo lo contrario. Hoy quiero reivindicarme. Quiero… necesito, echarme algunas flores y romper una lanza ensalzando la labor que con mucho esfuerzo venimos haciendo muchos padres en estos últimos años. Quiero decirme a mi querida niña que su padre será todo lo zote y lo petardo y lo gañán y lo parado que sea…; pero que, por contra, se lo está currando. O lo está intentando, al menos. Y el ejemplo de #papiconcilia con el que empezaba, es una muestra perfecta de ello.

 

Segunda edición de #papiconcilia

 

Si analizamos el paradigma de lo que era, significaba e implicaba ser padre hasta hace bien pocas décadas, parece que la cosa ha cambiado un mundo. (Igual no ha cambiado tanto, y es mi percepción, vale); pero cambiar, es innegable que algo ha cambiado. Las cosas ya no son como antes, y eso es fácil apreciarlo. ¿En qué me diferencio, de un padre… digamos… del siglo XIX? O de mitad del siglo XX, por avanzar un poco más… Pues en que, poniendo varios ejemplos rapidos:

# Yo le compro ROPA a mi bebé. (De vez en cuando… vale)

# Acudo a reuniones de la escuela infantil para temas TAN FASCINANTES como… ¡Empezar a mear en un orinal!

# La peino y repeino cada vez que la saco después del baño. Con su secador, como está mandado. Y a veces, hasta le pongo horquillitas o kikis. Por cierto…

# …La baño. Obviamente.

# Por supuesto, el #1 del padre moderno: limpio culos, cambio pañales y lavo a mano sus bodis, toallas y demás ropa llena de cagarros radiactivos vomitivos, con jabón Lagarto. ¡Y a veces, hasta logro dejarlo blanco! Eso, y lo que haga falta.

# Canto nanas (por llamarlo de alguna manera) y cuento cuentos. Y no solamente antes de dormir.

# La llevo a la biblioteca del barrio para que descubra nuevos mundos. (Por si tuviera poco con el suyo…). Y también al médico.

# ¡La enseño cosas maravillosas! A moverse… A hablar… A comer… A silbar como los mirlos…

# Juego con ella. En todas partes: en casa, en el parque… Donde sea y cuando sea.

# Me desvelo para atenderla cada madrugada. Cada vez que se menea, ahí estoy yo de un brinco…

# He hecho cosas como apuntarme a talleres de primeros auxilios, sobre infecciones respiratorias infantiles, o sobre cocina, para sentirme más preparado.

# He leído sobre crianza: libros, revistas, artículos. No paro de mirar cosas en cuanto puedo.

# Aunque tarde, como apuntaba antes… ¡Pero estoy, y sigo, registrando su vida, en un blog, para poder atesorar aquí todos estos maravillosos recuerdos y anécdotas que van conformando su día a día! Y que de no ser así, se perderían irremediablemente, como lágrimas en la lluvia. Para siempre.

# Y que, gracias a que he dado un paso al frente en esa dirección, voy a poder pasar más tiempo a diario con ella, previa renuncia a parte de mi sueldo, mediante reducción de jornada en el trabajo, con los inconvenientes y las pérdidas de tantas cosas que eso supone.

Y podría seguir. Hace tiempo escribí sobre las cosas que no había hecho durante mi primer año como padre. Pues bien, este podría ser la contrapartida: todas esas cosas de arriba son cosas QUE HE HECHO COMO PADRE, en el año y medio que llevo siendo tal. En este punto, me imagino que el 100% de las mamás que estaréis leyendo esto (y la mayoría de las no mamás también), estaréis a la vez exclamando: -«¡Pero bueno…! ¡Soberana gilipollez, el tío este…! Suelta estas cosas como si fuera una especie de hito, como comenzar la Transpirenaica con una bici pinchada… ¡¡Si eso es lo que venimos haciendo nosotras todos los días, y no nos ponemos ninguna medallita…!! ¡Si es que eso es nuestro pan de cada día!»-

¡¡Pues precisamente por eso…!! Que de siempre, todas estas cosas han recaído (y recaen todavía) sobre los hombros de las sufridas mamás. El hecho completo de la CRIANZA, ha caído toda la vida sobre la figura femenina… Desde que el homínido ancestral trepaba por los árboles, la madre se ha ocupado de criar a la camada, a la prole. (Además del propio vínculo especial que tenéis las mamás ya desde el punto de partida, que también hace lo suyo). Y el hombre, el padre… estaba, para otra cosa. ¿Cómo NO ser un padre imperfecto, pues? ¡¡Si nos lleváis toda la historia de la humanidad, de ventaja, en este tema!! Por eso hoy lo que trato es de sacar a relucir nuestros valores. Porque los defectos en este campo los traemos ya de serie… Pero en eso estamos, en ir aprendiendo. Seguimos haciéndolo como el culo en taaaaantas cosas… Pero lo que pretendía hoy es remarcar todas esas otras cosas en que vamos avanzando, en las que nos vamos poniendo las pilas. Nos cuesta… Unos vamos con las baratuchas de oferta y otros en cambio se han puesto ya las alcalinas del conejo. Pero ahí estamos, me gustaría decir que casi todos. O al menos, muchos. ¿Cuántos de los padres que acaban de leer estos puntos de arriba se han sentido identificados?

En fin… Todo esto último, desde luego, NO pretende ser una competición con vosotras, las madres, para ver quién es ahora quien lo hace mejor; se trata simplemente de encontrar NUESTRO PROPIO ESPACIO, el hueco que reivindicamos como nuestro en esa entidad que tratamos de crear todos juntos, llamada FAMILIA.  Y creo que nuestra generación trata, sin duda, de ir mucho más allá en el ámbito de la crianza de los hijos, de lo que llegaron a ir nuestros padres, en su mayoría.

Cada generación lidia con las circunstancias que les toca vivir en ese momento concreto de la historia en que viven. Seguramente, tanto en el siglo III como en el XVIII, los padres de aquellas épocas pensaban que lo hacían estupendamente. Pues vale. Yo, de momento, me siento bastante orgulloso y afortunado de vivir en la época en que me ha tocado vivir. Y por eso, desde aquí, hoy, víspera del Día del Padre, quiero reivindicarme como tal. Nuestro debería ser el derecho a poder equivocarnos, en interés siempre de evolucionar como padres y de mejorar en la crianza de nuestros hijos. La base de todo aprendizaje ha sido siempre el ensayo y el error. Nuestra es ya también y de igual manera, y no se atisba vuelta atrás en ello, la obligación y el deber de evolucionar, de tratar de ser mejores padres. Y con ello, mejores personas.

Y hoy quiero decir que muchos lo estamos intentando, como sabemos y como podemos. Y ahí estamos… Subiendo los peldaños que nos permitan ponernos algún día a vuestra altura en esta aparentemente infinita escalera, chicas.

Por eso es importante este post. Por eso es importante que disfrutes, difundas y compartas #papiconcilia y #mamiconcilia como puedas. Nos lo debemos… Todos.

¡Ahhh, por cierto! Y si eres padre… ¡FELICIDADES, CAMPEÓN! SEGURAMENTE LO ESTÁS HACIENDO COJONUDO.

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Para descargar GRATIS #papiconcilia: http://bit.ly/papiconcilia


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El adiós al chupete… (Round #2)

Retomo hoy el hilo de un post reciente, el del chupete, al que prometí dar continuación, así que aquí estamos de vuelta con el tema del sueño. No sé si segundas partes nunca fueron buenas, como en el cine (aunque ahí está El padrino II para demostrar lo contrario…), pero está claro que a veces son necesarias, aunque solamente sea para poder contar aquello de… -«Luke… ¡Yo soy tu padre…!»-, y dejarnos a todos lóquimers, quedándote más a gusto que un arbusto.

Empecé a escribirlo a la semana de publicar el anterior, pero como aquí somos como somos, en lugar de sacarlo a su debido tiempo… pues lo suelto mes y medio después. Ya me vais conociendo; me mola hacerme de rogar.

Tenía el hilo muy cogido, de lo poco que escribí anteriormente, pero el tiempo ha ido pasando, y ha ido ocurriendo un poco de todo, así que correré un tupido velo e intentaré resumir más o menos lo que hemos ido notando en casa respecto a cómo hemos ido llevando todos el tema del adiós al chupete.

Lo primero, es una reflexión personal: sigo teniendo mis reservas a la decisión que tomamos, de si realmente hicimos bien o no. Ahora bien, una vez tomada, apoyo total a tirar para adelante. Siempre se puede recular… De hecho, es lo lógico si realmente percibes que no se ha tomado una decisión correcta. Pero al igual que las monedas siempre tienen dos caras, con las decisiones pasa lo mismo, que una vez tomada una, careces de la información de qué hubiera pasado si no hubieras tomado esa decisión (a corto, medio o largo plazo), y hubieras optado por lo contrario. Es un arma de doble filo, por tanto. A toro pasado, siempre se ven las cosas de otra manera… (y no descubro Roma con esta frase).

Bueno… Apuntado esto, he de decir que el cambio principal que venimos notando, en general, es un cambio de rutinas de sueño, principalmente. La rutina de irse a la cama, ha cambiado por completo. Y en cierto sentido, he de decir que me gusta más. Aunque es bastante más coñazo. Más que de rutina de irse a la cama, debería decir, rutina de acostarse, o dormirse. Y no puedo evitar la sensación de pensar que parte de ese cambio, chupete culpable o no, viene dado también por el hecho, como decía en el último post, de que la peque está creciendo a toda máquina.

He aquí algunos resultados de todo este proceso:

# Ahora, lo normal es que participemos los dos, tanto Churri como yo, en el proceso de acostar a la Lechona, todos, o casi todos los días. Primero empieza uno de los dos, está un rato con ella aguantando los últimos zascandileos de actividad frenética repentina previa al coma profundo… Y acto seguido, el otro le da el relevo, y termina de darle la puntilla, aguantando hasta que la peque cae rendida por KO absoluto. (Tampoco es algo exagerado; hablamos de entre 5 o 10 minutos, si se da bien, o más tirando a 20 si se da reguleramente… Por ahí anda la cosa).

Aquí, entran ya todas las técnicas a nuestra disposición, para lograr el objetivo: cuentos, canciones, juegos, apagar luces, montar fiestas con muñecos, tirar de dinosaurios y demás artilugios musicales, arrumacos y caricias y besos varios… Y esta es una de las grandes diferencias: el chupete, como bien sabéis, es como un Kill Paff, que lo enchufas, y te olvidas. Pero ahora no; ahora, hay que currárselo un poco más. Si está cansada, cae pronto… Pero si no, la cosa puede llevar más tiempo y paciencia. Pero oye… Que caer, cae. Y decía que me gustaba más, porque me gusta esta rutina; me acerca un poco más a ella. Es más coñazo… pero tiene su puntillo. Y he de decir que se me da mejor a mí que a Churri. (He desarrollado toda una batería de técnicas jedi para dejarla frita… En el caso de Churri, es mi pobre la que se queda friter antes que la niña, si se descuida…) Mi morena… que es así.

# He redescubierto y rescatado del ostracismo a un poderoso aliado, regalo de una amiga: ¡el osito Tummy Sleep!

Este curioso invento nos lo regalaron con la mejor de las intenciones, hace más de un año, y terminó siendo desde el primer día, un bulto recogepolvo más, en una esquina de la cuna. Porque nunca hubo necesidad real de usarlo para lo que está realmente concebido. Pero es ahora cuando estamos aprovechando TODO SU POTENCIAL, y sacándole verdadero partido. (Aunque directamente hemos sacado el aparatejo de las tripas del oso, y lo tenemos suelto, colgando de los barrotes de la cuna). ¡¡Rockanrrollin’!!

Entre las melodías que trae, (capaces de sobar por aburrimiento a un bakala hiperactivo hasta las cejas de anfetas), los ruidos blancos, sonidos ambientales varios y la opción de grabarte (cantando tus propias versiones redux de Los Pitufos del Padre Abraham a una revolución y media, o simplemente hablándole cositas…), el invento se nos ha mostrado como la mar de útil, en este punto. Principalmente, porque se activa él solito cuando suena algún ruidito cerca (cuando la peque se menea y espabila un poco); y muchas veces basta simplemente un mínimo de musiquilla para que la nena se vuelva a quedar frita ella sola, sin tener que levantarnos.

Saca el cantante que llevas dentro con el oso Tummy Sleep.

Eso sí… O lo amas, o lo odias. Si eres de oreja sensible como yo, es posible que aparte de dormir a la peque, el run run te despierte a ti, y te entren ganas de tirarlo por la ventana, o destrozarlo a martillazos. Pero no dejemos que llegue la sangre al río… Que se apaga y punto. (Y he de decir que yo, hasta le he pillado la gracia a la musiquilla… ¡Jate tú!)

# Al hilo de esto último, los momentos de despertarse por la noche de la Lechona, no han cambiado. Se sigue despertando varias veces; entre una y… varias. Dependiendo de la noche y las circunstancias. (Seguimos descubriendo factores de riesgo: muy abrigada, poco abrigada, que haya cenado más o menos, que estuviera más o menos cansada, que si con el saco normal, que si con el saco con piernas…)

Lo que ha cambiado, es la respuesta: de nuevo, antes, volvías, le ponías el chupete (que se le habría caído), y fuera; en un segundo, estabas de vuelta en la cama. Ahora la cosa es más compleja: como no hay interruptor Kill Paff, la cosa puede tardar un poco más. Y de nuevo, creo que tengo más mano que Churri… Eso, o que la peque le tiene cogida la medida a ella, y cuando va ella, se espabila más y corremos el peligro de empezar a montar una fiesta, que acabe, tras un rato de llantos, con los tres colechando en amor, compañía y fatigas, en la cama… (Lo que se traduce en, al final, las dos roncando, la nena en todo el medio, y yo, arrinconado, con los ojos como platos y destrozado de los nervios).

Como curiosidad: ahora se menea y despierta como una hora, hora y media después de dormirse. Siempre o casi siempre. Ni idea de por qué. Pero, un traguito de agua, un susurro, una caricia… y a seguir sobando.

*Briconsejo NÚMERO UNO: no te pires de la habitación de la niña sin dejar a mano su vasito de agua BIEEEEEEEEN LLENO. Debe haber dromedarios sedientos en Mauritania que beban menos que esta niña a lo largo de la noche.

# Otra cosa: es muy gracioso ver como la Lechoncilla ha evolucionado. Sigue sin tenerle mucho aprecio (por decir algo) a que la arropes o la pongas el saco, porque es un espíritu libre que gusta de moverse y recorrer cada centímetro cuadrado de la cuna, en todas las posturas posibles, pero ha empezado a desarrollar claramente el gusto por jugar con lo que pueda dentro de la cuna. Estos últimos días andamos con las fiestas de muñecos, por ejemplo. (Es decir, quiere en la cuna todo peluche o similar que pilles, y se monta una escena como la de E.T. camuflado en el armario de Elliot; y los arropa, y los menea, y les cuenta cosas… ¡Un espectáculo!)

# Que, en general, es más duro. El chupete, no podemos negarlo… es muy cómodo. Y el no tenerlo a mano, hace que todo sea más pesado. A veces reconozco que hemos estado a punto de sucumbir (al menos yo).  Al empezar con esto, nuestra Lechona estuvo pidiendo el TUH-TUH durante muchos días… O haciendo el gesto. Más de lo que esperábamos. Pero se terminó olvidando… Aparentemente. Y curiosamente, tras semanas sin hacer mucho caso, estas dos últimas noches de repente se descuelga con que quiere el chupete. WTF…?? Así que… NO SE LE OLVIDA TAN RÁPIDAMENTE.

# Que… se puede hacer. Que, por lo mismo, los chupetes son algo muy útil, pero no imprescindibles. ¿Que lo ha echado de menos? Sí. ¿Qué nos facilita la vida a todos? Sí. ¿Qué es útil? Sí. ¿Que de esta le va a quedar un trauma? Pues no. No lo creo. Todo es cuestión de buscar recursos y metros de paciencia.

Está claro que… quitarle el chupete a nuestros críos, algún día habrá que quitárselos. Ahora bien… Lo lógico es dejar hacer a cada familia, a cada caso; que nadie mejor que vosotros sabe cómo es vuestro bebé, cuál es la necesidad que hay en casa, y cuándo llega el mejor momento para hacerlo.

Aunque en el fondo… NO TENGAMOS NI IDEA.


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Adiós, chupete, adiós…

Demasiado tiempo iba haciendo ya que no me ponía a teclear.

La verdad es que, en cuestiones blogueras, lamentablemente no es que haya empezado el año, digámoslo, a todo tren… Y no solamente en cantidad: muchas cosas en la cabeza, pero no terminan de cuajar en la pantalla, y lo poco que saco, no es ni lo que pretendía, ni como lo pretendía: si me descuido, enero se me escurre entre los dedos hablando apenas básicamente sobre violencia irracional e integrismo absurdo. ¡¡Yupiiii…!!

Y hoy me encuentro un poco en una tesitura similar… Siento que tengo que contar esto, pero quería que fuera distinto, de otra manera, ¿sabéis?; quería recuperar el tono divertido, fresco, desenfadado que he intentado plasmar en otras ocasiones, pero de nuevo me veo en las mismas, y no sé muy bien si al final me voy a salir por peteneras…

Este finde pasado nos hemos metido en el jaleaco del chupete. Porque sí… ¡porque nosotros lo valemos! ¿Vale…? Este ha resultado ser EL FINDE. ¡Sí, sí…! ESE finde: el finde en que decidimos mandar a tomar por culo jubilar… el chupete de nuestra amada Lechona.  (Si tuviera pasta para una orquesta, ahora sonaría un redoble de fanfarria de fondo…)

Y el caso es queeeeee… hmmmssssqqqgrrrrr… aññaagggghhh…chffffssscrrgggg... –sonidos guturales y rechineo de dientes– Que aunque haya sido pensado y «programado», como siempre, me ha pillado un poco a contrapié. Soy así de desastre… o de lerdo; algunos ya me vais pillando el rollo, seguro. Vamos, que pese a que lo teníamos planeado y demás, no me lo tenía yo… estudiado ni preparado el tema del todo en condiciones.

No sé… Churri, que es más echápalante, lo tenía muy clarito (más que yo), y sobre el papel, parece que la cosa estaba bastante cristalina. Veréis:

#1- La niña… usa chupete. Hasta aquí, vamos bien, ¿no…? Porque… veamos, que hay críos que no lo usan; no es tan raro, ¿no? Mi propia sobrina E, por ejemplo. Y sobra decir que, evidentemente, es algo así como milagroso: chupetazo al canto, y ya no hay niña. Es como un chute instantáneo de morfina para bebés.

#2- El chupete… lo usa, digamos que poco. Para lo que viene siendo un chupete, vaya. Desde que nació, entendimos y decidimos que lo usaríamos lo mínimo; en casos puntuales y demás. Y la verdad es que más o menos la cosa ha sido siempre así, todo hay que decirlo. Al final, simplemente lo usa para dormir. Durante el día no lo ha usado nunca, en general -salvo para las siestas-. No lo necesita para calmarse, ni nada de eso. Ea. Seguimos avanzando…

#3- Resulta que en la escuela… se lo quitaron para la siesta… ¡hace meses! ¡¡Y no pasó absolutamente nada!! (Buen precedente, yo diría… ¿no?)

#4- La gordita está creciendo a todo tren. Ya es muy consciente de muchas cosas… ¡¡Y también de su chupete!! No es tonta, aquí, mi niña: hace ya unas cuantas semanas que lo pide… y sabe pedirlo: es su «TU TU…» Te lo habla… y te lo signa, por si igual eres cortito y no lo pillas a la primera.

#5- Más cositas… Llamadnos absurdos, pero por ejemplo: no tenemos chichoneras ni faldones ni nada de eso en la cuna (que hagan de barrera), por un lado, y por otro, tampoco atamos el chupete con una cadenita al pijama de la nena. Igual nos dio un poco de yuyu en su día, siendo más pequeña, yo qué sé… da igual. ¿Resultado? El obvio… Lo normal es que nos toca levantarnos varias veces durante la noche, porque lo pierde, y se le cae, o simplemente no lo encuentra, y se pone a llorar o a dar el coñazo. Y no es de los que palpan hasta encontrarlo, en cualquier caso, si quedara en el colchón. No es TAN lista… o igual es que simplemente pasa de buscarlo; ya están los tolis de mamá y papá. Total, te acostumbras; es un segundo, pero es un coñazo supino. (Nadie se me ha perdido todavía, ¿no…? Bueeeeeno…)

#6- Decía, que cada vez es más consciente del chupete. Si está por la habitación, el salón, o donde sea, y hay un chupete a la vista, si puede, lo trinca. (Hmmm… igual te está empezando a molar demasiado, ¿no, pequeñaja…?) No tiene problemas en devolvértelo si se lo pides, pero cada vez le mola menos deshacerse de él. Vamos, que cada vez la veo más… yonki, de la tetina, en lugar de menos, a medida que crece. Y no termina de molarnos.

#7- Y ya termino de atufar con tanto numerito… El paso lógico a dar parecía claro: por un lado, parece que se está volviendo más dependiente, y consciente de que lo necesita, o de que le gusta. Por otro, si en la escuela ya no lo usa y no pasó nada, y tienen como objetivo que terminen el curso sin chupete… Pues oye, como que podríamos intentar ir pensando en quitárselo ya, y no esperar más… que cuanto más lo retrasemos, peor. ¿No…?

Ese era nuestro razonamiento. Como digo, Churri estaba más convencida… Yo, como siempre voy retrasado en todo, no sé… Igual pienso a veces que es muy pronto, pero le doy la razón de todas maneras. Es posible que esté pensando que hoy es el chupete… y que mañana me va a pedir pasta para salir a una fiesta de pijamas con las amigas, en casa de Choni… (Sí… ya os he dicho por aquí varias veces que soy un blándimer de la vida…)

Total… Que este finde ha sido el definitivo, y el viernes pasado… el chupete, murió. Ya está hecho. Nada de… «se lo han llevado los Reyes y a cambio te han dejado este bonito puzzle de Peppa Pig» (Oye… a mi amigo Edu le funcionó con su primogénita… –¡Un saludo, tron…!) Más bien, la cosa fue del palo: -«¡Se ha roto, cariño…! (Claro, claro… con un tijeretazo trapero, malsano, cruel y a traición, pero eso no se lo dices a la niña…) Como ya tienes dientes, se ha roto de morderlo…»- Vamos, algo más o menos en una línea un poco más lógica (si se puede aplicar la lógica con una niña de 16 meses) Y claro, se lo das roto… la niña lo ve… se lo mete en la boca igualmente… la cosa ya no funciona como antes… y se queda con cara de pócker.

Se nos acabó la fase del chupete.

Bueno… pues a partir de ahí, un rosario de… actuaciones diversas, erráticas, caóticas y sin patrón aparente, cada noche: ¡¡Lo pide con insistencia antes de dormir!! ¡¡Parece que se despierta menos durante la noche!! Ahhh… pues no. ¡¡Se despierta… y tarda más en dormirse!! ¡¡Vaya, solamente se ha despertado una vez en toda la noche!! Y mientras… sigue pidiéndolo cada noche… ¡¡No se le olvida!! Igual si su muñeca no tuviera uno y no tratara de ponérselo ella…

Pero el colmo del vaso llegó anoche: tras casi conseguir dormirla… va, la pobre, y de un brinco tonto en la cuna, se me da un golpe en la cabecita con la barra (náááááá… una tontuna... para lo que es ella), pero se desató LA MUNDIAL. ¡¡¡Fliiiiiiiiiiiipa…!!! Bueno bueno bueno… No había manera de consolarla. 16 meses de niña… y anoche tocó el rato que más tiempo la recuerdo llorando. Y claro… si no hay chupete, pues no hay chupete. ¿Tres cuartos de hora llorando…? Yo que sé. Algunos ya os estáis partiendo de mí, lo sé, pobre pardillo afortunado… pero para el padre agobiado de una niña que no llora nunca de normal, más de tres segundos… creedme, es UNA ETERNIDAD. Uno de esos récords que no tienes ninguna prisa por que se batan.

Y aquí es cuando y donde me asaltan todas las dudas del mundo. ¿REALMENTE LO ESTAMOS HACIENDO BIEN? ¿Hay necesidad? ¿Hay tanta prisa? ¿Lo estamos haciendo correctamente…? Sinceramente y sin coñas… estoy un poco desconcertado ahora mismo. Me siento un poco Estivill pero sin pretenderlo. ¿Hubo necesidad anoche de que llorara tanto… a pesar de estar en los brazos amorosos de sus padres? No es que la dejáramos ahí… no, es que quería su chupete, y de tanto sueño y fatiga que tenía, pues ya entró en bucle, en modo lo veo todo rojo. Porque con el chupete se habría acabado todo en un segundo. Y sin embargo, mira… ¡¡luego durmió el resto de la noche del tirón, sin despertarse ni una sola vez!!

Estoy un poco perdido en este tema, lo reconozco. Creo que me faltan referencias. Como digo, soy un poco lento… y no he leído o investigado quizás lo suficiente. Hoy, más que nunca, me siento muy NOVATO; muy PRIMERIZO; muy… que no tengo ni p… idea de si lo que estamos haciendo bien y que hay que ser constantes y no flojear a la mínima, y si solamente hay que esperar unos días más a que se le pase el «mono» y se olvide de su fiel chupete, compañero de fatigas y de sueños.

Estoy a una con Churri, pero a la vez no puedo evitar pensar: -«¡Qué carajo! Que se quede con el chupete el tiempo que quiera, y ya está… que cuando vaya a la mili, ya se lo quitará ella sola. ¡Qué necesidad!»- Y anoche lo pasé mal, la verdad. Y encima me puse en plan poli malo, llamando al orden y amenazando cada dos por tres: -«¡Oye… si pegas a mamá (la niña, dando manotazos de frustación, rabia, cansancio o lo que sea…), te cojo yo, ¿ehhhh…? Y no mamá…»- Y ahí me teníais. Y claro, eso tampoco me ayudaba mucho. Casi como una patada en los huevos… más o menos.

Resumiendo… que me lío. En esas estamos ahora: que le estamos quitando el chupete, vaya. Creo que la cosa va bien, en general… pero Churri misma se sorprende de que todavía lo pida, casi una semana después. (Yo no me sorprendo… ¿seré más cínico o más realista? No sé si aquí mi morena pensaba que de un día para otro se le quitaría la tontería… Obviamente, no.)

Vosotros, buenas y sabias gentes… ¿Cómo habéis llevado aquí, el tema este…?

No es el post que querría haber hecho. Con chistes, coñas, chascarrillos… Pero a veces, las cosas salen así. Y si no, que se lo digan al pobre chupete… que decapitado deambula cadáver todavía por la casa.

Descansa en paz, amigo. TE LO HAS GANADO.