Y yo con estas barbas

Relatos sobre mis experiencias y expectativas como padre novato


19 comentarios

Un pequeño milagro

Todo el mundo sabe que los milagros existen. O deberían saberlo.

Los milagros grandes, son raros; raros y escasos. Ya sabes a cuáles me refiero. Pero los hay medianos y los hay pequeños. Y esos, familia… esos abundan. Y este fin de semana he vuelto a ser testigo, una vez más, de uno de ellos.

Este sábado pasado tenía un plan de toda la jornada. Mejor dicho… Un PLANAZO. Semanas con ese runrún en la cabeza, ojeando el calendario. De palparlo en el ambiente a una semana vista, notando el ansia, con el fastidioso hype de las narices bullendo y los pequeños nervios queriendo brotar por cada poro de mi cuerpo… Ya sabes a qué me refiero. O sea, EL plan.

Pues voy a sincerarme… Un par de días antes, me llegó una bajona inesperada y repentina. Un …-«¿Pero qué pinto yo allí…?»- Que me cogió a contrapié, desprevenido, desconcertado y por sorpresa, amenazando con mandarlo todo a la porra de un plumazo.

Y reconozco que me sobrepuse. Que luché contra ese bajón. Contra esa apatía. Contra la pereza o lo que fuera ese mierdero nubarrón que se me cruzó por delante. Porque tenía buenas armas a mi disposición para afrontar esa lucha, que son las que me da la experiencia de saber lo que la jornada me iba a deparar:

● Madrugar. Pero en plan bien. Por una vez y por una hermosa razón, la de aprovechar el día.

Reencontrarte con amigos. A gente querida a la que tienes muchas ganas de achuchar.

Abrazar. En plan oso pardo, levantando en vilo a la gente. Besar. Sonreír… –“Y todo, como si no hubiese un mañana…”– Que diría mi ya eterno y querido sidekick; mi compañero de asiento de bendita nariz de fraggle.

Conocer gente nueva. Lanzarse. Atreverse. Romper esa fina y dura pared de papel que es la timidez. Desvirtualizar. Ese palabro que es tan nuestro.

Escuchar. Aprender. Cosas útiles. De mano de gente que sabe. De fenómenos en lo suyo.

Reír. Mucho. A placer. A mandíbula partida. ¡Que no hay nada mejor en este mundo, por Dios!

Llorar. Menos. Lo justo. Pero de placer, eso sí. Por cosas buenas. Eso puntúa triple.

Participar. Relacionarte. Interactuar. Abrazar de nuevo.

Observar… Observar cómo esa cadena de abrazos, de besos, de sonrisas, se expande y lo inunda todo. Una mirada de reojo y no ves sino gente feliz a tu derecha, a tu izquierda… Incluso percibes cómo la felicidad corretea, a veces, gateando por el suelo en un rincón, si te fijas bien. Alegría ese que se saca un selfi. En aquella que ojea un libro. En aquella otra que saborea ese pinchito con un vino que le está sabiendo a pura gloria, o en esa niña que imagino ha sido llevada un poco a regañadientes y que de repente ve con ojos como platos compensada su tediosa mañana porque un inesperado regalo ha caído en sus manos. ¡Todo un salón lleno de gente que lo está pasando bien! Que disfruta. Que están felices. Tanta gente al mismo tiempo.

Más risas. Más alegrías. Nervios. Tensión. Decepciones también, no lo neguemos. Pero que a su vez se tornan más livianas cuando ves la justicia que emergen en ellas y que provocan seguramente no una reacción de rencor, sino de alegría y de afán de superación, porque eres consciente de que no es lucha entre rivales sino reconocimiento entre colegas; entre iguales. Manos doloridas de tanto aplaudir. Eso también puedo esperarlo.

● Abrazar más. Abrazar infinitamente. Hasta perder el sentido: –“¿Oye, ya te he abrazado hoy…? ¡Tres veces, pero da igual… A mí esos brazos, reina!”–

Apostar. Comentar las jugadas del día. Y compartirlas: selfis, vídeos, firmas. Quizás compromisos. Quizás promesas.

Sembrar… Semillas. Ideas. Conceptos. Confirmar supuestos. Afianzar voluntades. Generar sinergias. O colaboraciones. O proyectos. ¿Quién puede saberlo?

Crear nuevos recuerdos que te sirvan para sustentar los buenos (y malos) momentos de los meses que están por venir.

Y sabes también que cuando al final de la sesión se eche el telón, cuando todo acabe… …nada acaba. Porque the end es un “hasta luego”. El final no es sino un pacto sellado bajo la luna con una jarra fría en la mano y delante de un buen plato de apetitosos hidratos gratinados con queso.

————————————————————

-“Te he visto de cine, oye… ¡Estás estupenda! Ganas todavía más en persona…”-
-“Pues verás el año que viene, maja… ¡Todavía mejor! Que yo, como los buenos caldos, voy ganando más con el tiempo…jajaja. ¡Como tiene que ser!”-

————————————————————

Todas esas eran mis armas. Ni más, ni menos. Armas (…o quizás debería decir mejor “ingredientes”) que sabía me servirían para cocinar un pequeño milagro. Pequeñito. Casero. De estar por casa, si quieres. Pero milagro, al fin y al cabo. Y a estos ingredientes fueron a los que me abracé.

Y hoy, todas y todos volvemos a ser ya un poquito los de siempre. Lejos y cerca a la vez. Pegaditos a los móviles, a nuestras pantallas. Como cada día, unidos por un fino hilo de firme acero que nos tiene dulcemente conectados, y que es el pegamento que configura nuestra red. Un hilo que es nuestra comunidad. Un hilo conformado mediante nuestras palabras. Trenzado y tejido con esas pequeñas letras que tecleamos y juntamos a base de mucho tesón y esfuerzo, y que son con las que obramos a veces, pequeños, medianos o grandes milagros, nos demos cuenta de ellos o no.

Y el milagro se obró, como ya me esperaba. No hubo tiempo en ponerlo en duda. Porque es un milagro que ya conozco y que ya he vivido otras veces.

Este pequeño milagro que ocurrió este sábado, y del que os hablo, es un evento, una pequeña fiesta muy especial, que se llama Madresfera Bloggers Day. 

Es esa pequeña bomba de energía positiva a la que a muchos nos gusta aferrarnos año tras año y que se nos cuela ya de manera tradicional en nuestros calendarios porque se nos sigue ofreciendo con el mismo mimo y cariño de siempre, como ese bombón artesano de dulce chocolate negro que te ofrecen en bandeja de plata. Es el pequeño milagro de lograr reunir a gente maravillosa, con maravillosas cosas que contar y compartir. Ni más… ni menos.

Es también, el pequeño milagro que hace que alguien como yo, que está un jueves de bajona gorda, despierte un domingo con las Duracell cargadas de nuevo a tope, con ganas de ponerse de nuevo al teclado, con ganas de hacer cosas, y con fe renovada en la gente que hace posible que ocurran cosas bonitas en este mundo. Así que…

Gracias por confirmarme que escribir sobre mi paternidad y compartirla con vosotras y vosotros, fue desde el primer día, y sigue siendo hoy, un grandísimo acierto.

Gracias a toda la gente que hacéis posible que pequeños milagros como este, existan.

Gracias por permitirme ser Lobezno, al menos, por un instante.

¡Gracias, MBDAY19!

¡Os quiero! 😉

Selfie como si fuera Hugh Jackman

PD: Después de toda esta chapa, muchos podréis decirme que igual me he pasado siete pueblos y que vivo en un mundo flagüerpagüer y que tanto buenismo da un poco de arcadas. ¿Y sabéis qué…? Que no os faltaría razón. Pero oye, al fin y al cabo, soy un creyente. Así que permitidme que me lo crea y que me regodee un poco, al menos durante unos pocos días, en el dulce subidón empalagoso de los pequeños milagros.

¿O a lo mejor igual resulta que hay que aprender también a mirar un poco mejor…? Bueno… ¡Qué sabré yo!


12 comentarios

TodoPapás Loves

Este pasado fin de semana fue el evento TodoPapás Loves de Madrid. Para los que no os suene es una feria-evento de crianza, dirigido a embarazadas, a padres y madres recientes, y en general a aquellos que buscan crear familia desde el umbral del apego y el respeto.

¿Y cuál es el fuerte atractivo de este evento, bajo mi punto de vista? La interactividad con el público; en este caso, bajo demostraciones, talleres, actividades y charlas: charlas con profesionales… y con bloggers. Ya sabes, amigos del gremio…

¿Y qué hace precisamente interesantes estas charlas? Pues no puedo contestar a esa pregunta por ti, pero sí puedo explicarte mis motivaciones, que se resumen en tres, básicamente:

  • Porque es información. Buena información.
  • Porque me apetece. Llámalo curiosidad. Llámalo necesidad. Llámalo oportunidad. Llámalo «hay que estar donde está la gente que sabe…»
  • Porque a la gente que tiene cosas interesantes que contar siempre hay que procurar conocerlas de primera mano y en persona, para escucharles. Porque lo valen.

Y en esta ocasión, tenía tres charlas de bloggers, muy focalizadas, más un postre deluxe king-size con extra de toppings (con mi querido Joaquim Montaner de Papás blogueros), que lamentablemente se canceló a última hora. Tres charlas, que juntas, bien podrían abarcar todo el recorrido vital de lo que viene siendo un PADRE (o madre). Su PASADO, su PRESENTE y su FUTURO.

 

EL PASADO

El Lobito bueno y servidor

-«¿Te acuerdas de ese padre que siempre habrías querido ser? ¿Dónde está? Cuando piensas en tener hijos, te haces una imagen de ti como padre, como entrenador, director de cine, maestro y amado líder de la manada… Luego viene la realidad a fastidiarlo todo.»-

Bajo esta dura premisa y genial presentación, entramos en escena de la mano de Fernando, nuestro inimitable lobito aullador preferido detrás de Historias de Papá Lobo y pluma ocasional en la prestigiosa publicación Bebés y Más.

Su intervención nos retrotrajo inevitablemente al pasado; nos hizo mirar hacia atrás, volvernos sobre nosotros mismos y echar la vista hacia aquello que seguramente nos vendieron, en una época en la que todavía éramos vírgenes de preocupaciones de verdad: una paternidad ideal, de libro, con pautas y roles bien marcados en la que todo debería ir sobre ruedas perfectas a lo largo de una autopista de seda.

Y no… La realidad nos planta de nuevo en nuestro sitio, y descubrimos que aquella lección no nos la explicaron demasiado bien; que más bien es una carretera de tercera, con muchos baches, llena de curvas y sin arcenes, y nuestro vehículo no tiene ni airbags ni ABS, y por supuesto, señalizada como el culo, por lo que te pierdes todo el rato; que el idílico campo florido de primavera apenas asoma a la vista unas pocas semanas al año. En ese campo también hay pasto seco. Y escarcha. Y barro. Y así debe ser.

Y con las preguntas ¿Quiénes quisimos ser? ¿Quiénes somos ahora? ¿Quiénes queremos llegar a ser?, resulta inevitable que ese viaje al pasado lo enganchamos a nuestro presente y lanzamos igualmente la bola hacia el futuro, para intentar recogerla allí donde sea que termine cayendo, esperando que sea un buen lugar. Y en eso estamos… Entrenando el brazo. Básicamente.

Porque al contrario que un hijo o una hija, un padre no nace, sino que se hace. Pokito a poko, que dirían los Chambao. A fuego lento, que diría Rosana.

 

EL PRESENTE

Pequetareas, con Daniela Dávila

-«Los niños poco a poco pueden ir aportando su granito de arena en las tareas del hogar, siempre adaptados a su edad; esto les da seguridad y confianza en sí mismos. Hablaré de cómo crear el hábito de que todos ayudemos en casa, para fomentar la corresponsabilidad desde que nuestros hijos son pequeños. Es una forma de que crezcan con la conciencia de la importancia de conciliar.»-

Así entramos en la charla de Daniela Dávila, autora del blog Papás e hijos. Porque -«La corresponsabilidad, una de las bases de la conciliación ¡empieza en casa!»-, nos cuenta.

Y eso es nuestro presente más crudo, más cotidiano, más diario. Es nuestra pequeña lucha de por las mañanas, de por las tardes, de por las noches. ¿Cómo hacer que recoja tal cosa? ¿Y si pudiera ayudar en esta o aquella tarea…? Preguntas con las que nos martilleamos una y mil veces.

Somos padres y madres, y con el cargo ya va el peso del universo sobre nuestros delicados hombros, muy a nuestro pesar. Pero quizás no estamos tan solos en la tarea como podemos creer, ya que la esencia misma de nuestra pequeña familia, los hijos, son a la vez los portadores de ese tan ansiado a veces, alivio.

Los niños, los peques, son capaces de realizar muchas más tareas y acciones de las que pensamos, pese a su corta edad. Y para muestra, tips, consejos, recursos y modos de actuación. No esperes a que crezcan, no esperes a mañana, porque hoy podrían echarte con alegría y buena disposición ese pequeño cablecito que tu cuerpo y tu cabeza necesitan, y que ayer mismo habrías pensado que era imposible. YES, WE CAN. O en plan patrio, SÍ, SE PUEDE.

 

EL FUTURO

Identidades digitales con Mamá También Sabe

-«Desde el momento mismo en que quedamos embarazados y lo comunicamos al mundo entero a través de las redes sociales, estamos empezando a construir la futura identidad digital de nuestros hijos. Conocer los riesgos y responsabilidades que la era digital nos impone, hará que como padres ayudemos a que nuestros hijos tengan, desde el día 0, una identidad digital digna y honorable.»-

Quien firma esta tercera charla es la sin par Catalina, de Mamá También Sabe. Y viene a contarnos -«…trucos para compartir información de tus hijos, sin afectar su futura identidad digital.»-

Porque amigos, en este saco entramos una gran masa de padres y madres. Seguramente tú, que estás leyendo esto. Ya sea simplemente a través de WhatsApp, de correos electrónicos, de videomensajería, o de cualquiera de las cada vez más abundantes redes sociales.

Vemos diversos ejemplos de cómo una simple y aparentemente inofensiva imagen, sacada hace tiempo, el significado que hoy puede tener quizás sea algo totalmente opuesto a la intención original, y de hecho, con graves perjuicios y repercusiones para el sujeto de la misma en su futuro. 

Porque esta es la cuestión… El futuro es algo sobre lo que NO TENEMOS CONTROL. No sabemos las consecuencias de los actos que realizamos hoy. Algunas jugadas nos saldrán bien, pero otras podrán salirnos rematadamente mal, y no podremos hacer nada al respecto. Porque lo que llega a Internet, se queda en Internet. Así de sencillo.

Así que simplemente evita publicar cierto tipo de cosas, ¿vale…? Piensa que seguramente sin pretenderlo, estás violando el derecho a la intimidad y a la privacidad, cuando ya no directamente al honor, de lo que más quieres en esta vida, que es tu familia. Y lo mismo esa foto que a ti te parece tan mona, puesta en tu flamante muro del Face, pueda arruinarle un futuro puesto de trabajo o una relación, o ser el detonante de una posible depresión o el sufrir abusos, mofa y escarnio públicos por parte de terceros.

Medita bien lo que publicas, por favor. Nuestros indefensos pequeños tienen derechos. Y a veces parece que los obviamos. Y resulta que paradójicamente, tú deberías ser su mayor garante, no su violador o violadora. Piensa en ello, porque la ignorancia ya no es una opción. 

 

Pasado, presente y futuro, por tanto. Tres grandes charlas. Tres ratos agradables en buena compañía; aprendiendo. Conversando. Todo por los niños. Todo por intentar crear y mantener algo bonito, algo hermoso, algo que te rondó una vez por la cabeza, que ahora es una realidad cruda y fascinante, y que será tu sombra permanente (una que te aseguro no se escapará, como le pasaba a Peter Pan), que es tu familia; esas hijas e hijos que tienes y que llevan orgullosos tus apellidos.

Porque -y ya sé que lo sabes…- una vez padre, eres padre para siempre.  

Y tú… ¿Estuviste en alguna de las charlas o talleres?


4 comentarios

Mr. Dodot

emoticono papi

un padre cualquiera

emoticono bebé

padre, de nuevo

emoticono inquietud

padre participando en un evento sobre pañales

emoticono escribir

escribiendo el post del evento Dodot

emoticono susto

tuit ganador del sorteo

caja

la caja, en casa

emoticono corazones

mi lote Dodot

emoticono beso

Mr. Dodot

 

Y he aquí el desarrollo completo de la historia.

Por fin han llegado mis flamantes pañales. Y estoy emocionado. Porque la paternidad también es esto: el regocijo que hasta te produce, en un momento dado, pensar en cagarrufos y meados. Eres padre, así que te tocará remangarte, porque a veces estarás de mierda, literalmente, hasta el cuello. Y así debe ser: los padres TAMBIÉN limpiamos culos. Por si todavía hay algún despistado haciéndose el orejas por ahí. Y lo hacemos con mucho cariño y con mucho orgullo, faltaría más.

Me enorgullece pertenecer a una generación de padres a la que no le espanta limpiar culos, ojetes, traseros, posaderas; y que además lo hacen bien. A conciencia. Frotando. Dándole brío y salero a la toallita. Y algunos hasta son felices haciéndolo; no por el hecho de estar con el regalito en la mano, sino por la oportunidad de poder hacerlo. De saberse cuidadores de sus peques. De saberse una pieza fundamental en el organigrama familiar. De saberse capaces de traer un sueldo a casa tanto como de saberse hábiles en el sutil arte de frotar a mano con jabón Lagarto un body bien cuajado de premio amarillo mostaza lactante.

Yo, a día de hoy, con un bebé reciente, déjate de tonterías y regalos chorras. El gran clásico, al que cada día aprecio más: un buen paquete de pañales. Y olvídate de gaitas. Y yo hoy, con lagrimones como puños de la emoción, con mi premio.

Y toda esta historia, por cierto, no va de eso. No hay tareas indignas ni suficientemente chungas o vulgares que no puedas hacer, por ser hombre, si se trata de tus hijos, de tu familia. Hoy es sobre excrementos infantiles, pero mañana será por otra cosa; cualquiera. Su cuidado lo abarca TODO. Así que mueve tu cucu.

Esta historia va de interesarse por algo. De esforzarse por conseguir información. De ensuciarse las manos pero teniendo la conciencia cristalina. De salir ahí fuera a buscarte las castañas. De aprovechar las oportunidades. Y cuando pones interés en las cosas, las recompensas, de una u otra manera, terminan llegando. Va de que escribir merece la pena. Va de generar sinergias. Va de que ser padre es implicarte hasta llegar a fronteras a las que jamás pensaste que algún día te asomarías. Y atravesarlas cada vez, para ir más allá. Va de tipos que queremos cambiar el mundo gracias a querer ser un referente mejor. Va de querer ser mejor persona. De superarte. Va de hermosas casualidades que uno se va fabricando. De tomar conciencia de tus posibilidades. Va de intentarlo. Va de tener fe.

Esta historia, en definitiva, va de ti, tú que me lees.

Muchas gracias, Dodot; el culo de mi bebé nunca os lo llegará a agradecer lo suficiente.

Muchas gracias, Madresfera, por estos años de oportunidades y de eventos. ¡Que sean muchos más!

De ahora en adelante, ya podéis llamarme Mr. Dodot.