Antes de ser padre, tienes muchas ideas en la cabeza sobre lo que significará ese nuevo paso de tu vida. O quizás no, ¡qué carajo! De hecho, no tienes ninguna y precisamente por eso te lanzas también a ese vacío, de cabeza, sin frenos ni casco y a pecho torero descubierto. Porque en la ignorancia siempre se ha vivido que te cagas.
Quizás eres ya uno de esos que ya vienes algo avisado… Un enteraíllo. Uno de esos que ha estado revoloteando y picoteando el tema más o menos de cerca… Un cuñao, el tío enrollao, por ejemplo… Y ya vas un poco enfilado, porque alguna oreja de lobo has visto asomar por ahí de vez en cuando en este tiempo, y ya sabes que, por muy mono que parezca un pañal de bebé lleno de dibujitos, ya sabes que ahí debajo lo que hay es mierda… O eso al menos has captado en susurros de pasillo que suenan por ahí por lo bajini, si has puesto la antena en el lugar y el momento oportunos… Ya me entiendes.
Pero déjame que te diga algo. Voy a hacerte el regalo de tu vida. Voy a redescubrirte la rueda, y voy a contarte de qué va en realidad todo esto de ser padre. El mundo real, vaya. En un esquema básico. Sencillo. Masticado. Sin trampa ni cartón. Cristalino, como la vida misma. Sin trampa ni cartón. Déjate de filosofías, déjate de manuales best-sellers (que están muy bien, de acuerdo…), y déjate de inventos y olvídate de cuentos chinos de Disney. Lo vas a pillar enseguida, amigo.
Después de años de comeduras de tarro, resulta que la paternidad, se reduce a estas tres sencillas premisas:
#1
Dinero. Esfuerzo. Ilusiones. Esperanzas. Seguridad. Tiempo. Fuerzas. Ganas. Voluntad. Inercia. Sacrificio. Amor. Anhelo. Futuro. Todos estos elementos depositados y representados en la figura sencilla de unos pantalones. Esos pantalones te han costado todo eso. Hay algo de todo eso de ti, en ellos. Y día a día, son el reflejo vivo de esa inversión; son el reflejo del trabajo y el alma que le pones a la tarea de ser padre.
Pero todo eso se va gastando… Se desgasta. Y un día, se rompen. ¿Y a la mierda pantalones….?
#2
Tirarlos es la vía fácil. Y en la paternidad no hay vías fáciles. Así que a veces no es una opción. Necesitas repararlos. Solucionar los problemas. ¿Qué hacer? Aplicas imaginación y tiras de inventiva, de recursos, de tu magia de adulto apañado y resolutivo. Das con una solución buena, bonita, barata, creativa, ilusionante, eficaz, DIY, y que te sirve para YA, porque… no hay más pantalones. Así que… Un parche. Una solución. Enhorabuena, campeón. Disfruta de tu medallita…
#3
…Porque una única miserable tarde será todo lo más que puedas lucirla en la solapa. Un miserable rato de parque, de rebozarse, revolcarse y rozarse, y la cruda paternidad te vuelve a poner de nuevo en tu lindo sitio, de una linda patada cariñosa en el trasero.
Y vuelta a empezar. Toca levantarse de nuevo tras la caída. Por ellos. Y es así.
Ya está. Todo se resume en esto, mai frend. Mañana, será otro día… Y mañana habrá que tirar de otro parche diferente. Pero eso será, claro está… mañana. No vayamos a fliparla.
¡Ah…! Se me olvidaba. A todo esto, y entre tanta tontería de adultos, resulta que olvidé un pequeño detalle… Simplemente, que la pequeña que se calzó esos pantalones por primera vez, los habrá llevado puestos la mar de feliz. Los rompió por primera vez, feliz. Se los volvió a poner más feliz todavía con esos adornos tan bonitos en las rodillas que le puso su papá. Y los volvió a destrozar… tan feliz. Porque, al fin y al cabo… es una niña, y ¡Hey…! ¡Qué demonios…! No son sino más que unos simples pantalones.
Relájate… y disfruta.
10 octubre, 2017 en 15:59
Yo no lo hubiera explicado mejor. Qué arte!
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11 octubre, 2017 en 10:04
¡Arte será cuando me ponga a recortar nuevos parches…! O quizás no, y lo mandemos todo a la porra… Ayer mismo fue al cole con los dos lindos rotos. Con el rollito de que son vaqueros y lo modernillo es llevarlos así, pues mira… 😉
¡Gracias por pasarte y comentar! 😀
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8 octubre, 2017 en 15:19
Así es! La maternidad y paternidad es intentarlo una y otra vez, es aprender cada día!! Eso sí, lo de los parches lo tenemos que practicar un poco más jajajjajaja. Un besazo!!
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9 octubre, 2017 en 07:59
¡¡Claro, eso es…!! No he tirado la toalla con esos pantalones; tenemos otro tipo de rodilleras más resistentes, así que haré el 2º intento… (Para cabezón, yo… Jajaja )
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5 octubre, 2017 en 12:52
Jajaja, yo antes también tiraba todos los pantalones con rotos, y efectivamente ahora con la maternidad toca reparar. ¿Has probado con los parches de fieltro? Cosidos claro!
Nosotros además ya hemos pasado a una siguiente fase que es la de llevar los pantalones rotos, porque son sus favoritos y se niegan a tirarlos, rotos, pesqueros ……. no se quizá cuando cumpla los 18 se de cuenta QUE NO LE VALEN!!!!
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9 octubre, 2017 en 08:04
¿Parches de fieltro…? Pues no, pero guay, que así me lo apunto. Y sí, lo de llevar los pantalones así también lo contemplé, claro, pero acaba de cumplir 4 añitos, y yo qué sé, chica… sé que ya llegaremos a ese punto, pero ahora… A veces ni le dará importancia, y otras, en el momento menos pensado, igual los mira y te los tira a la cara, rabieta incluida… Así que un bonito parque monérrimo a tiempo, me parece una buena solución, antes que arrojarlos definitivamente al pozo del olvido…
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