Y yo con estas barbas

Relatos sobre mis experiencias y expectativas como padre novato


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Un nuevo bebé en la familia

Nos encantan los bebés. 

Definitivamente… en esta casa, nos encantan los bebés.

Los bebés tienen algo… Un nosequé un tanto atávico, primario, ancestral, que entronca con todo lo que nos hace ser mamíferos. Con un bebé entre tus manos, te das cuenta de que Darwin, igual no estaba muy errado, el pájaro... Que venir, lo que se dice veniiiiirrr… de un hongo, no venimos los humanos, precisamente. De un primate o lo que sea, pues vale… Eso ya nos cuadra más.

Somos mamíferos, y no podemos evitar eso. No podemos evitar emocionarnos ante la sensación de tener una nueva vida delante nuestro. -«¡Qué digo…!»- Ante la sensación de plantearnos que igual tendremos una vida nueva y reciente, delante nuestro, algún día… Con eso, simplemente. Eso te lo remueve todo. ¡De arriba a abajo! ¡Brrrrrrrrrrr…! Ese escalofresqui de un milisegundo…; ese pelo erizado como escarpias de la espalda… (Vale, las chicas y los metrosex, igual eso no…) Y el que diga que no le remueve, miente. Aquí no hay bandos que valgan, porque pensar en esto no deja indiferente a nadie: o te encoge, o te marea, o te saca la mayor sonrisa de tu vida, o te da una taquicardia después de haber salido ziscando a mil por hora… O antes, incluso. Risas, llantos, diarreas exprés… Alguna reacción suscita. Lo que sea.

Pero nadie se queda pensando en sus tuits de antes de ayer cuando te colocan a un recién nacido delante de las narices. Por muy nariz nivel Berto Romero que uno tenga… Esto es así. Y es que todos hemos sido bebés alguna vez. Y claro… Hemos pasado por eso. Aunque no lo recordemos. Pero algo queda…

Y cuando uno encima ya es padre, y es algo que has planificado tú, eso se magnifica hasta niveles tamaño Estrella de la Muerte. Porque ya has pasado por eso mismo… Recordad esa sensación taaaaaaaaaan poderosa (si no fue de penalty, ojocuidao...), que es la de pensar: -«Oye… Quiero tener un bebé… Quiero sostener de nuevo una vida reciente entre mis manos… Quiero FABRICARLA; CREARLA…»- Y decidirte, y hacerlo. Hablarlo claramente con tu pareja en esta faena. ¡Y ponerte a la labor, así de claro…!

Porque lo de la labor, esa es otra… No me diréis que no mola, ¿ehhhh…? ¡Que no es divertida, la cosa…! Toda la parafernalia… Primero esto, ahora lo otro… ¿Verdad? El acto de plantar la semillita, claro… Que es lo importante, por supuesto. Una… ¡O dos! ¡O tres…! ¡Hala… A lo loco! Y que salga luego lo que salga, mi reina… Porque si no… ¿De qué…? Bueno, está claro que uno, por ponerse ahí a lo loco, también disfruta… Que negarlo es tontería, y a todos nos gusta meter mano por meter, y liarnos ahí, tal y cual… Pero bueno, que eso es otro tema.

Después de un otoño duro, como sabéis, yo tenía ganas de… volver a sentir esa sensación. La sensación de ver brotar una nueva vida; de sentir que algo crece de nuevo en esta casa, en nuestra pequeña Morada. Y en este mes pasado se nos ha abierto una nueva posibilidad. Y en cierta medida, es en parte gracias a la escuela de la niña, que ha ocurrido de nuevo todo esto. Nos hemos liado la manta a la cabeza, mi chica y yo, y hemos ido de cabeza a por ello. Sin pensarlo mucho… Dicho y hecho. (-«Que salga lo que salga, ¿vale…? Y si no sale, pues ya veremos; lo volvemos a intentar…»-) Nos pusimos en faena, a plantar se ha dicho, y mira…

Y ha salido. Ya lo creo que ha salido. Una nueva vida, bien hermosa. Nuestro nuevo bebé…

 

 

Brote de una judía.

 

Tanto mi pequeña Lechona, que me ayudó a plantarlo, como yo, estamos muy emocionados. ¡Una judía pinta! Desde que no iba al colegio, que no hacía yo estas cosas… No sabemos qué durará, porque el perejil, vino y se fue, como tantas otras de nuestras amadas y malogradas plantitas… Pero la experiencia, mola. Y a la peque le encanta mirar su judía. Su más nuevo y reciente bebé.

 

plantas parlanchinas


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Mirando a los bebés… con otros ojos.

Ya me ha vuelto a pasar.

Ya venía reflexionando sobre esto, pero así como a collejadas muy casuales… De uvas a peras… Muy de ciento en viento, vamos. Puede sonar a perogrullada, pero mi visión personal sobre los bebés HA CAMBIADO RADICALMENTE desde que nació nuestra Lechoncilla.

Creo que alguna vez ya he insinuado por aquí, -y si no, ya lo avanzo…- que antes de nacer esta niña… a mí me gustaban mucho los críos, pero los ya… lustrosos… los que ya te permiten cierta interacción con ellos, por así decirlo, vaya; y por contra era CERO fan de los bebés: no hacen nada (aparte de las obvias biológicas de supervivencia: dormir, comer, cagar…) Menudo coñazo, ¿no…? Y encima son frágiles, y blandos… y si los dejas diez minutos sin vigilar en plena sabana africana, son como un Bollycao para las hienas, que a esas alturas ya se habrán dado un festín con sus canillas y sus mofletes, porque ni corren ni se defienden ni tienen garras venenosas molonas (cacas malolientes, como mucho, y ni eso, porque las cacas de los bebés por lo normal, no huelen…), ni ná de ná.

Y desde que nació la nena… ¡¡pluff!! El lógico cambiazo mental.

¿¿¿Cómo no me podían gustar los bebés, POR-FA-VORRRR…!!! Obviamente, la mía, es LA MÍA. Pero la cosa ya va mucho más allá… De alguna manera, ya se ha producido el cambio de chip mental.

Ahora, los bebés son OTRA COSA… ¡¡Ahora MOLAN!! Y también descubres que en realidad, hacen muuuchas más cosas. Cuando la niña cumplió dos, tres, cuatro meses… (cada cumplemés lo pienso, vaya…), pensaba: -«¡Pero qué bonita es…! ¡Yo la quiero asíííííííííí… parasiemprejamás forevaaneva! ¡Que no crezca máááááásss…!»- Pero bueno… (Luego pasas de mí, ¿verdad, cariño? Y sigues creciendo ahí, a tu rollo moreno… ¡Hale! ¡Venga a tirar centímetros! ¡Venga a tragar tallas! Y sigues cada día más bonita…)

Y el caso es ese… que te cambia la cabeza… la chola… el boniato… la pinza. Ya no ves las cosas igual.

La semana pasada, iba yo leyendo tan pichi en la RENFE, camino al curro: pillo mi siiiiitio… saco la revistilla de la mochiiiiiila… me pongo ahí pim pam, tó concentrao en lo mío… y de repente… ¡¡un llanto de bebé en la otra punta del vagón!!

Alarma interna de bebés.

En lo que antaño hubiera sido como un molesto zumbido de mosquito cojonero en la oreja, fugaz y transitoriamente intrascendente, esta vez ¡¡¡CHÁÁÁÁNNN!!! …se transformó de inmediato en una alarma atronadora de «Instinto de P-A-D-R-E preocupado», que martilleó mi colodrillo de manera visceral y sin piedad: «¡¡AUUUHHGAAA… AUUUHHGAAA…!!»

¡¡Ostias, tú…!! ¡Y que además no era un llanto cualquiera…! ¡¡¡Era el mismo llanto que tenía mi niña hace unos meses!!! Así que ahí me tenéis, aparcando mi placentero y banal pasatiempo distractor, ¡¡para atender el llanto de microbio de un miniser totalmente ajeno a mí!! -«¡¡Ay pobre… qué pasará…!!»- Y yo allí, con cara de tonto compungido, hasta que no paró, un buen rato después…

Y es que no solamente el cambio radica ahí… en lo que antes no hubiera hecho y en ese momento estaba haciendo; es más: ¡¡por el llanto, fui capaz de distinguir que se trataba de una niña!! ¡¡¡Qué fuerte!!! No lo verifiqué, vale… ¡¡¡pero estoy seguro!!! Apostaría mi pulmón derecho, medio páncreas y mi colección del «Príncipe Valiente» a que llevo razón.

Y es que he notado muchos más cambios: me paso el día mirando a los carritos de bebés con los que me cruzo por la calle… Si veo un bebé…, ¡LE HAGO CARANTOÑAS!… Comparo unos con otros (y ya de paso, con la mía, claro)… Me encuentro pensando en cosas para ellos… ¡Me paro y me paseo de motu propio por la sección de bebés del súper! o_O

No sé, muchas cosas…

Ayyyyyyysss… ¿Cómo he podido llegar a esta situación…? Me temo que estoy irremediablemente emponzoñado por el bendito virus de la PATERNIDAD PRIMERIZA.

Y es que ya nada volverá a ser lo mismo…

(Y ahora me vais a venir diciendo que no os ha pasado a ninguno, ¿¿¿verdad…???)


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Gritest Jits #2

Los Grandes Momentos de la incipiente vida de mi Lechona.

Repaso expréssssssss… con un par de acontecimientos interesantes, mi pequeña Lechona, de los cuales has tomado parte durante la semana pasada:

# Poco te ha durado la altura intermedia del colchón de la cuna que contaba precisamente en el primer Gritest, mi beiby. Ya hemos tenido que ponértelo en la posición más baja, porque aquí donde te ves, cariño, no veas cómo juegas a ser una juligan escandalosa, cual hincha malota del Niucasel Iunaited, agarrada ahí, a los barrotes con ganas de jarana y alborozo, como una loca: -«¡¡¡Taii Taiii Taiii Taiii Táááááááá…!!!»-

Como vemos que en el momento menos pensado te nos lanzas p’afuera de cabeza, y te veo ejcalabrá perdía… mami y yo hemos decidido que ¡hale, colchón p’abajo, nena… y ahí te quedas p’a los restos…! -O hasta que te cambiemos a una cama, claro- Es lo que hay, y eso te pasa por crecer.

# Y el primer evento chungueras de tu corta vida, pequeño tesoro: primeras fiebres persistentes… Primera visita a urgencias, domingo por la noche, y tu primera otitis. ¡¡Ayssssss…!! ¡Con lo bonita y perfecta que te hemos hecho, cariño…! ¿Quién te manda, ehh…? Espero que de ésta no te nos quedes sorda perdía a la primera, mi amor.  😦

(Para otra ocasión, escribiré sobre cómo dar antibióticos orales a un bebé enfermo QUE NO LOS QUIERE y no morir en el intento… ¿Ehhhh? –Esta te la guardo para cuando seas una adolescente respondona e ingrata … que alguna cana de más seguro que me has costado este finde, rica…, aunque ya le hayamos pillado el truco.–)
Un gran invento: el chupete termómetro.

Y desde aquí, y en tu nombre, aprovecho la ocasión para felicitar a toda la familia SANITARIA -enfermeras, doctores, pediatras, fisios, etc- que siempre están ahí, ocupándose de nuestras miserias, ya lo hagan mejor o peor, tengan un día bueno o regulero… En fin. La salud es lo más importante que tenemos… y ellos cuidan de nosotros. Y de nuestras familias… (incluidos los bebés que no saben contarnos qué les pasa, ¿verdad?).

Miles de abrazos y gratitud eterna para todos ellos.


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En guerra… contra las Pelusas

Pelusas.

Todos y todas las conocéis. Son como el vecino molesto de al lado: un coñazo, pero como llevas conviviendo con él toda la vida, ya te has acostumbrado a que esté por ahí rondando.

Nuestra Morada, es un lugar donde han encontrado refugio, acomodo y esparcimiento. ¡Ja… Qué gran error cuando pensé que al mudarnos a un piso tan alto, encontraría menos que en nuestra morada anterior! ¡Iluso de mí! ¡¡Es una cosa inaudita!!

Las Pelusas de nuestra Morada, provienen de las entrañas de la tierra… sin duda, de un lugar maravilloso excavado en la roca, en la periferia pobre y gris de la ciudad de esas criaturas tan entrañables que se hacen llamar a sí mismos… los Fraggle. Las pelusas son criaturas sensibles, metódicas y completamente simples, cuya única existencia, estoy más que seguro, se fundamenta a su vez, en la consecución de un único y escalofriante fin: su afán por colonizar y dominar el mundo, como previo paso al de extender su vil raza por todo el universo.

Y que nadie, especialmente algún pseudocientífico listillo, os diga lo contrario.

Se cuelan en nuestras casas por los rincones más insospechados: esa rendija minúscula del rodapié… esa grietecilla en la pared… ese quicio de la puerta que no cierra bien… esa ventana mal cerrada. Merodean por todas partes… por todos los rincones. Son como la hidra mitológica de Hércules, a la que cortabas una cabeza y dos más ocupaban su lugar… Son imposibles de erradicar.

Sinceramente, creo que se reproducen por mitosis, o mediante generación espontánea, como los elfos, y solamente podemos tratar de mantenerlas a raya… pero toda resistencia es inútil, porque cuentan con aliados naturales; están conchabados y compinchados con el sr. Pereza, la srta. Vagancia o el Monstruo de Debajo de la Cama.

Se desplazan por los rincones con la ayuda de la brisa, por las zarpas de nuestras mascotas y ocasionalmente por medio de los ombligos guarruzos de ciertos individuos de características un tanto simiescas y velludas.

Tienen el increíble superpoder de acoplarse unas a otras para formar entidades mayores, como si de un Transformer se tratara… En casa, algunas han tomado proporciones tales dependiendo de las circunstancias, que a veces hemos optado por adoptarlas temporalmente como nuevas mascotas, haciendo que compartan el comedero con el Negro del Rabo Largo, e incluso en ocasiones hemos llegado a pensar en ampliar la placa con los nombres del buzón de correos. Y cuando no estamos, se comunican entre ellas en su propia lengua, oscura y arcana, con signos y señales subrepticias y a hurtadillas, como si fueran los juguetes de Toy Story. Y planean… Y conspiran… ¡¡Es que estoy seguro, vamos…!!

No hay lugar adonde huir, donde esconderse, ni aspiradora que pueda definitivamente con ellas. ¡¡No te despistes!! Son rápidas y taimadas… Y si como en nuestro caso, tu lechón o lechona acaba de entrar en plena fase de gateo y no quieres que se conviertan en su nuevo aperitivo involuntario… ¡¡¡deberás enfrentarte seriamente a ellas!!! ¡¡Hay que combatirlas allá donde se encuentren!!

No nos queda otra, ¿verdad…?

(PD: estooooo… ¿Alguna estrategia milagrosa -más allá de la obvia-, para mantener el suelo medianamente limpio? Y… ¿alguien sabe por ahí si las pelusas tienen proteínas, o algo…? Es un por si acaso, vaya…)

Viñeta pelusil. Viñeta pelusil.


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Mounting the chicken…*

*…o lo que es lo mismo: ¡¡Montando el pollo!!

La Lechona es un ser maravilloso… una bendición de niña caída del Cielo, ¿vale…? Empecemos por ahí, y dejemos eso bien clarito, oye.

Es un bebé buenísimo, de estos que parecen hechos a propósito para dar envidia al papá primerizo de al lado, ese que está megaputeado desde el segundo cero, porque de inicio todo se le tuerce con su bebé. Es una niña «trampa» de libro, vaya… de las que piensas: -«Si supiera que me van a salir así de buenas y buenos el resto… ¡encargaba una docena más, ya mismo!»-

Siempre ha dormido muchas horas seguidas… Es tranquila… No se asusta… Es dura… Apenas se ha puesto un par de veces malita en estos seis meses… Es risueña con todo el mundo, se deja coger por cualquiera… y «comía» de maravilla. Viendo el percal de lo que hay por ahí fuera en comparación, esta niña nos ha dado CERO problemas (por lo cual te estaré eternamente agradecido foreveranever, bollito mío…)

Digo «comía», así, entrecomillao negroso… porque estamos en esta fase raruna, de cambios de todo tipo… la de los seis meses. Y lo del comer bien, ya pertenece al pasado, podría decirse así… o eso me está dando a mí en la napia.

Inciso explicativo para imberbes: para el papá primerizo que no esté puesto (y no haya leído suficientes revistas, artículos o libros…), los seis meses (aprox.), es una fecha importante y curiosa: por estas fechas -semanas arriba o abajo, dependiendo de lo puristas que se pongan algunos/as- ya se le puede dejar de esterilizar chupetes, tetinas y demás… (total, ya se llevan a la boca cualquier cosa que pillan); ya se les puede introducir agua de grifo…; ya se les puede introducir una dieta suplementaria e iniciarse con los sólidos; empiezan a salir los dientes; se les introduce el gluten poco a poco; que si empiezan con la escuela infantil (más o menos…), etecé etecé… Es un salto evolutivo-cualitativo, por así decirlo).–

Y claro… cuando uno tiene un bebé que es un solete… se disfruta infinito, por supuesto, pero también andas siempre un poco con la mosca tras la oreja, expectante a… algo que debe venir… algo chungo, claro. ¡No todo puede salir bien siempre, narices! Y he aquí que entonces ocurre…

¡¡Boummmmmmm!!:

Buscando el traje de paciencia.

El primer zambombazo.

Cualquiera dirá que es una chorrada, que es lo normal, que blablablá… Pero a nosotros nos está pasando ahora. Y NO ANTES. Es decir, que podría decirse que por nuestra parte, es un poco una primera GRAN prueba de fuego. (O yo lo siento como tal, vaya…) Y es que de unos días para acá, la Lechona no nos come nada bien. Básicamente, con los purés de verdura. Sí… la papilla de fruta la come más o menos bien… la de cereales la devora… pero la verdura… ahí le está costando entrar. ¡Y en realidad, suelta, en sólido por separado, parece que la come (prueba/juega, más bien) mejor! (Claro, que en la escuela, no practican el método ACS, así que por ese lado, la cosa se complica…)

Si solamente fuera eso… vale. Es una fase, etecé… Pero parece que pinta como si fuera algo más: antesdeayer, merendando, me montó el pollo del siglo, llorando sin parar. Probé con varias cosas hasta que le enchufé un papillazo de cereales. Y entre cucharada y cucharada, llorando también, a lágrima viva.  –«Será el hambre… la impaciencia… que le duelen las encías por los dientes… Que no le mola el sabor del brócoli… Que está empezando a tomaros la medida…»- Sí, muy bien… seguro; no lo niego… Pero el caso es que ahora monta pollos. Y a Churri le ocurre lo mismo. Y antes NO los montaba. Es como una especie de… regresión.

Y claro… a nosotros al menos, nuestra Lechona, nos la vendieron sin un diccionario «Lechón-castellano», (ni siquiera un mini «Lechón-francés» de bolsillo, oye, que me apañaría también… ya que la cigüeña venía derechita de París sin paradas, o eso nos aseguraron…), y tampoco viene con libro de instrucciones, así que no sé qué le pasa ahora con la zampa… Sé que mi niña no es un artículo defectuoso, ni mucho menos, así que tampoco es cosa de reclamar ahora la garantía… que además la cigüeña se piró, y no nos dejó el ticket.

Pero la historia es que esto de la alimentación está empezando a pasar al TOP GUÁN, CHÚ y ZRÍ, todo a la vez, del «Ranking de cosas que nos preocupan y que nos comen un poquillo el tarro». (Será que hemos vivido demasiado bien, estos meses…)

-«Y lo que os queda…»- Ya. Seguro… Vale… Y mañana será la ropa, y pasado las otitis… y al otro serán las pesadillas, y al otro, los celos por el hamster o la tortuga que venga a la Morada como nueva mascota…

¡¡Ayyyssss…!! Demasiao bien iba tó, cachislamar. Pues nada. A gestionarlo con paciencia tocan.


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…¡Y YO CON ESTAS BARBAS!

Tenía en mente haber metido este tema en el post de presentación, pero luego pensé que me saldría un chorizo de texto demasiado amplio, y a su vez, que esta coña me podría dar como mínimo, para un post propio, así que me lo reservé.

¡¡¡Ahhhhhh… la barba!!! Es un tema tan paterno,  tan viril… y tan espinoso, que me venía al pelo para incluso ponerle nombre a este blog.

¡¡Qué dilema, el de la barba…!! Es algo que siempre me ha traído de cabeza… ¡Y ya me jode, ya…!

En mi caso es un ejemplo mayúsculo de la frase típica –“¡Qué mal repartido está el mundo!” – Porque aquí, el Menda, es un tipo bastante peludillo… (no daremos más detalles, que luego, todo se sabe…), y resulta, ohhhh… casualidades del destino… ¡que no tengo yo una barba en condiciones, que me guste… cagüendiez! Sino que cuando crece un poco, tengo lo que viene a ser la típica barba de guarruzo cochambroso.

El Menda en distintas fases barbudas

Sí que tengo mi barba, claro… pero con sus buenas calvas. ¿¿¿¿Por qué demonios no estará mi pelo repartido como estaría mandado, ehhh…???? ¿¿A quién ofendí yo en mi otra vida…?? ¿¿Por qué no puedo tener una barba como la de un guaperas de Jolibud??

El caso es que no solamente es eso lo que me da rabia, sino sobre todo, (y esto es lo importante…), es por el tipo de pelo. Mi barba es la típica de pelo duro, de pelo tipo pincho moruno… de ese pelo que no nace recordando en su genética la Ley de la Gravitación Universal. Mi pelo no cae grácilmente hacia abajo, no… ¡¡mi pelo crece perpendicular a mi cara, como alambre de ferralla!! ¡Y es duro… duro de pelotas! ¡Y sale y crece como le da la gana…! ¡Y encima tengo la piel muy sensible…! ¡Y se me enquistan…! ¡Y a veces me salen pelos que parecen como los del tipo de la peli de La Mosca! ¡Pelacos como un regaliz! ¡¡¡Y MI PELO PINCHA!!! (¡Y ahora me enfado, y no respiro…!)

Y por todos es sabido que los pelos que pinchan, no molan… y por ELLO, la gente que pinchamos, no molamos… especialmente a los niños. No hay nada que dé más por …-piiiiiiiii-… a un niño, que el que le bese un tipo con una barba como papel de lija… como un cactus.

ASí es como deben vernos los niños cuando no nos afeitamos, como un cactus

Y heme aquí yo ahora, recordando tiempos pretéritos de mocoso púber e imberbe, lo poco que me gustaba el que me dieran besos “con barba”, de los que pinchaban. Y aprendí bien la lección, y me tomo por una persona muy cuidadosa y nada besucona cuando de besar con barba -en plan esporádico- se trata. (Eso sí, cuando voy bien barbado… ¡choco esos cincooooo… como nadie!)

Pero aaaaaaayyyyyyy… ¡Ahora tengo una Lechona! Una a la que quiero besuquear y achuchar y hacerle pedorretas en la tripa todo el rato…

Y aquí me veo yo, por tanto… Delante de mi niña toda sonriente… ¡y yo con estas barbas!

(PD: hoy día tampoco me afeito más a menudo, porque me fastidio la piel de la cara y me sigue dando mucha pereza… pero sí que tengo más cuidado en cómo me “rozo” la cara con quién sea, cuando llevo unos días sin afeitarme… Eso sí cuando me afeito, ¡me desquito! )

😉


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De sentimientos enfrentados

Me gusta CONAN.

Sí, sí… el cachas de la melena al viento y el mandoble XXXXL. Siempre me ha gustado ese personaje. De hecho, la peli original, la del Suarzeneitor de John Milius, (de cuando Arnie todavía era bueno), es una de las pelis que más veces he visto en la vida. Siempre que la ponen en la tele, TENGO que verla irremediablemente… ¡Es una cosaaaa…!

El caso es que hay un pasaje de esa peli, que tengo clavado en la cabeza, y muy asociado a situaciones que ahora mismo estoy sufriendo en plenas carnes: es un momento en que Conan adulto, va deambulando preguntando por un amuleto, un símbolo de una secta -de la misma gente que arrasó su aldea cuando era un Jorge Sanz lechón– que consistía en un sol negro y una luna negra… -“con dos serpientes… ¡¡ENFRENTADAS!!”– (decía el bueno de Arnie, mostrando sus grandes puños, uno frente a otro, haciendo así: ¡¡FUASSHHHHKA!!).

Sentimientos enfrentados.

Y es asímismito, oye, que me vengo sintiendo muchas veces, últimamente, respecto a la Lechona. Ahora mismo está en plena fase pre-gateo, y se tira el día sentada, como si tuviera complejo de mecedora, arrimándose p’alante como si quisiera arrancarse a andar ahí mismo… que parece que se va a caer al abismo, de lo que se inclina, la gordita. Y como no ve el peligro, bollito mío, pueeesss…

Ya os imagináis la situación, ¿verdad…? Allí nos vemos su madre y yo, con el ojo encima y el corazón en un puño, el santo rato… pendientes del bollito. Que si se inclina demasiado, allá que vamos rápidamente… ¡¡¡CHIÚÚÚÚÚNN…!!! Pero nooooo… no se cae, la tía. Y así el día entero… que parece una ciclista del Tour amagando con el demarraje subiendo un puerto de 1ª: ahora te ataco, ahora no… en esta curva te ataco, en esta otra no. Y cuando te descuidas un segundo… ¡Zasca! La niña por ahí toda desparramada por los suelos, como si fuera una bayeta con patas…

Y es que le veo la cabecita (o el melonazo que está echando ya, vaya…), y me imagino un golpe contra el suelo, o con los dientecillos que ya le están asomando… y se me ponen los pelacos como escarpias. Eso, y tirar zumbando para el hospital para que me la escaneen dearribabajo, todo uno. Pero claaaaro… hay que dejarles espacio y que prueben, que así es como aprenden… y que lo que uno debe hacer es estar ahí para recogerlos y consolarlos cuando se caen.

Trompazo de bebé: ¿Educativo y necesario, o cruel e innecesario?

Claro, claro… Sí, sí… Hasta ahí, la teoríaaaaa… dabuti. Pero eso tampoco lo te explica nadie muy bien, cuando uno está soltero, o emparejado sin preocupaciones, y salen las conversaciones sobre niños y bebés.  No estás con la guardia subida, en plan: –“¡Qué bueno, esto que cuentas! Esta me la apunto en la libreta, en la columna de los “CONTRAS”, cuando tengamos LA conversación, aquí la menda y yo…”-

Y el caso es que soy, definitivamente, el eslabón más débil de la cadena familiar de la Morada. La semana pasada la Lechona se cayó para adelante en la escuela infantil, en una de estas lechonadas de las suyas de ahora, y se dio un golpetazo en la nariz, con profusión de fluido sanguinolento. Y claro… Churri me lo contó al llegar a casa, intentando suavizar un poco la movida (es el primer GRAN porrazo de la Lechona, ¿vale…?), y… obviamente, me entró un nosequé… que quéseyó… por dentro. ¡¡¡Ayyyyyyyynnnsssss….!!! ¡¡Cagontó!!

Bueno… son las cosas del crecer. Vale… Pero son las que NO molan. (¡Y las que nos quedan…!) ¡¡BRRRRRRR…!!


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Presentación… de un RETRASADO

¿Cómo empezar este embrollo…?

Pues así, a bote pronto… supongo que lo mejor es con una rápida declaración DE INTENCIONES. (Sí, venga, vaaaa…)

Aquí, el Menda Lerenda que escribe y se presenta ante el mundo virtual (o sea, cualquiera que leáis estas líneas…), lo primero que debe empezar a hacer, si quiere agarrar este toro por sus cuernos, es dejar constancia relatada de que es un RETRASADO. Así, con todas sus letricas, oye… Tal cual suena.

No lo soy en todos los aspectos de la vida, claro está… -tampoco vamos a liarnos ahora con la fusta así como así-, pero sí que lo soy en muchos detalles. Y muy crudamente, en el aspecto que nos ocupa: el tecnológico. Parece mentira y no se explica muy bien, la verdad… que a año 2014 en que estamos, a mis treintaylargos añacos que me calzo (y siendo ilustrador digital/infografista para echar más sal a la herida…) quedemos todavía dinosaurios tecnológicos como yo, vagando por el mundo.

Aquí me veis, sin coche propio… sin Pleyesteision… sin esmarteuve… sin esmartfon… sin Espotifai… sin Aipod… sin Aipad… sin Feisbuc ni zarandajas sociales… Con mi Güindous XP tan contento (que me lo van a dejar tirado, ahora… ¡¡mamones!!), mi Fotosop CS añejo… y sí… el mayor pecado 2.0 de hoy en día: ¡¡¡sin GUASAP!!! –(poner sonido de truenos demoniacos de fondo para ambientar tamaño esperpento vital…)–

yo, con pinta de troglodita frente a un IPhone..

Para mí, la NUBE todavía es eso esponjoso con forma de delfín que surca los cielos… y sobre la que viaja SonGoku, si me apuras; jamás he comprado nada por Internet; toda la vida he llevado relojes CASIO (no como los modernillos de ahora, que se apuntan a la moda vintasch…); sigo leyendo mis tebeos pasando las hojas de papel; apunto todavía la lista de la compra en posits de propaganda con un boli Bic y reconozco que uno de mis sueños húmedos más frecuentes es liarme a la cabeza y tirarme al monte a ponerme un huerto, a tener cuatro gallinas y a dejar que los grillos sean mi despertador… y a tomar por culo todo. Reconozco que me pone mucho más ese plan que el de comprarme el último modelo de Guguel Glass, o tirarme las horas muertas jugando al Col of Diuti de turno, pegando tiros en red con los colegas. ¡Qué se le va a hacer!

Algunas veces pienso que quizás he nacido varias décadas tarde… que este mundo va demasiado rápido para mí. Que me lo paren, que yo me bajo en la siguiente, vaya…

Pero lo bueno, es que tampoco dejo que tales pensamientos ominosos nublen demasiado mi juicio… y por eso hoy estoy aquí. Con toda mi buena voluntad, intentando dar este salto al vacío virtual para no quedarme descolgado de esta sociedad hipertecnificada. Varias voces amigas me han persuadido de que ya es momento de hacer algo con todas esas cositas que me rondan por el coco, ahora que… sí, puedo decirlo (por mucho que aún siga sonándome raro): soy padre.

Y esta es la razón de ser de este blog… (cuando hace diez años que los blogs se pusieron de moda, ¡manda cuyons…!) El experimento de intentar crear un pequeño registro digital, contenedor de palabrería mental, que sirva para verter en él todas estas cositas que estoy viviendo en esta nueva etapa de mi vida. Y compartirlo con la gente: los que vais a pasar por esto, los que estáis como yo, y los que ya habéis pasado por esta loca y maravillosa experiencia. Para aprender todo lo que pueda.

Quiero que cuando mi Lechona crezca, pueda rebuscar, navegar y bucear en su pasado, a través de las paranoias mentales del, a día de hoy, retrasado tecnológico de su padre. (Eso, y que siendo realistas, no me va a molar nada que dentro de tres años, los niñitos de su clase me den siete vueltas con estas cosas, y que vean al papá de su amiguita como a un pardillo paleto venido del planeta Endor. Bueno… eso por un lado. Por el lado vanidoso, el que este blog sirva también como ayuda inestimable a los futuros biógrafos de mi Lechona, para que tengan buen material sobre el que escribir cuando ella gane su primer premio Nobel… por supuesto). Por todo eso… ¡y por muchas otras cosas más… qué cojones gaitas!

El Menda a lo TRON, por el cyberespacio.

Aunque este blog ya nace con retraso (debería haber empezado hace un año, con el embarazo… Tampoco arrancó para cuando intenté tenerlo listo hace unos días, cuando tú, mi Lechoncita, cumpliste 6 meses…, e incluso la idea final de haber publicado algo el Día del Padre, también se fue al carajo…) al final… mira… se hace lo que se puede… y cuando se puede. Hoy, por fin, rompo mi lanza, y puedo escribir en caja alta y renegría, QUE ME ILUSIONA TODO LO QUE ESTÁ POR LLEGAR.

Porque más vale tarde que nunca… Porque mejor ser un retrasado con ínfulas de redención, que seguir en el ostracismo del silencio perpetuo… Porque mi Lechona lo vale. ¡Por alguna parte hay que empezar! (¿No creéis…?)

Bienvenidos todos a mi personal 2.0. Pasen y vean, que la fiesta acaba de empezar.

¡¡¡Música, maestro…!!!