Siempre me ha maravillado la capacidad que tienen los docentes (algunos, al menos…) en lo que a generar entusiasmo e ilusión se refiere en sus pequeños pupilos. Es algo fantástico y realmente digno de admiración.
En el cole de la niña, han empezado el curso trabajando con un proyecto sobre dinosaurios. ¿Y por qué dinosaurios? Pues no lo sé. Igual podría haber sido sobre alienígenas. O sobre tetrabricks. ¿Qué mas da? Realmente tampoco me importa. De hecho, prefiero los dinosaurios a muchas otras cosas. ¡Me encantan los dinos!
Pues veréis. Resulta que en la clase, como en muchas otras clases de este mundo mundial, los enanos tienen una mascota; una mascota de clase. Hasta ahí, todo normal, ¿verdad? Pero esta no es una mascota cualquiera, y es por eso que hay dos cosas que me encantan flipan de esta mascota en particular:
- Lo primero: la mascota… ¡¡Es un dinosaurio!! Como no podía ser de otra manera. Y no uno cualquiera… ¡¡¡Un auténtico Tyrannosaurus-Rex!!! ¿No es grandioso? Podría ser un divertido y anodino Triceratops herbívoro, o un complaciente y aburrido Apatosaurus cuellilargo… ¡Pero no! En un auténtico, feroz y formidable T-Rex. Y lo mejor de todo, es que el amigo se llama… ¡¡Felipe!! ¡Sí, sí… en serio! Felipe, como el Borbón. Todo cobra sentido. Es un rey, el rey de los dinosaurios. Así que el nombre le queda que ni pintado.
- Y lo segundo…: su tamaño. ¡Es un bicharraco bieeeen grande. ¡En serio! Es la mitad de mi hija, por lo menos… Y pesa. Algunos diréis: -«Qué coñazo para los niños, ¿no…?»- Pues sí, quizás sí, ese pequeño punto no lo negaré, voto a tal. Pero ya que te traes un bicho a casa… ¡¡Por Crom, qué menos que sea algo más grande que las pelusas que merodean por debajo del sofá…!! ¿No…? Digo yo… Y si es un Tyrano, qué menos que imponga un poco… Para un titán carnívoro, un voraz depredador, el tamaño SÍ debería importar…
El caso es que la niña salió el viernes del cole con su mascota bajo el brazo y en pleno subidón. Y es que, como digo, este tipo de acciones, generan todo un torrente de hype (que dicen ahora los modernillos) entre la chiquillería, ya que cada semana es un compañero el que se lleva al bicho a casa, para cuidarle, mimarle y achucharle mucho durante tooooodo un largo finde. Y este finde, por fin, tras unas cuantas largas semanas de espera, ¡nos ha tocado llevarnos a Felipín a casa!
Y aquí es donde entra el papel de los padres. ¿Qué se hace con esto? ¿Qué hacemos? Pues nosotros, lo hemos pasado muy bien. Hemos arañado, hemos corrido, hemos acosado a indefensas presas, hemos mordido, hemos salido a tomar el aire y a conocer al resto de la familia, hemos peleado con el gato por la supremacía del sofá… Quizás para otros padres, el tener que cargar con semejante bicho durante un finde entero, maldita la gracia que les haga. Lo sé, y me hago cargo. Me consta, de hecho. Pero como todo en esta vida, las cosas hay que tomárselas dependiendo del punto de vista con que las miremos. Puede resultar un trasto… O puedes tratar de sacarle partido… ¿Verdad? Porque para algo, tu hija lleva muchas semanas esperando ESTE momento. Y solamente por eso, ya merece que le hagamos un poco de caso al bicho.
Para mí, ha sido todo un auténtico puntazo poder disfrutar de este pedazo de muñeco, de Felipe. He hecho mía la ilusión de la niña por tenerlo, y a lo mejor, gracias a eso, el bueno de Felipe no ha quedado aparcado en un rincón de casa, olvidado durante dos días tras el subidón inicial. Tal podría haber sido el caso, pero no… Un poco de humor y una pizca de interés, sigue siendo un cóctel que hace milagros.
Y he aquí que gracias a lo fotogénico que es, hemos sacado un buen partido de aquí mi nuevo amigo escamoso, y me he tirado mayormente el domingo, espameando de lo lindo con él a través del tuiter. Y ha sido muyyyy divertido. ¡Gracias mil a todos y cada uno que de alguna forma, habéis hecho un guiño prehistórico por aquí…! Estas, si las queréis repasar, son las huellas que esta bestia jurásica ha ido dejando como rastro, a lo largo de este finde…
Te echaremos de menos en casa, oh, Felipe, Rex de reyes. Mañana será otra semana, y partirás de nuevo hacia otros hogares. Pero espero que recuerdes la experiencia de este fin de semana. O quizás no… Estas cosas mundanas seguramente estén más allá del interés de un regio ilustre como tú. En cualquier caso, ha sido un placer disfrutar de tu compañía, y sabes que nuestro territorio siempre será tu territorio. Fuiste una genial mascota por un par de días, y siempre te recordaremos.
Gracias a la profe, por tener una mascota tan genial. Mi querida Lechona te lo agradece. Y nosotros, sus padres, también.
Nunca cambies, Felipe. Te queremos.
Y sigue disfrutando, poderoso. Tal es tu destino…
16 noviembre, 2016 en 23:36
jejejej «La noche es su aliada». Pero tengan cuidado, la pasaron tan bueno que depronto se devuelve la pequeña e inofensiva mascotica doméstica.
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17 noviembre, 2016 en 10:04
¡Hola, Lady y Wilson! Ya habéis visto… Estas son las cosas que pasan cuando decides acoger en tu casa a una tierna mascota escolar durante un fin de semana… Que luego la cosa se desmadra, y descubres que ese lindo animalillo es una criatura voraz, ávida de aventuras nocturnas y atenta a cualquier presa incauta que se plante delante de sus fauces…
Pero como todo en esta vida, se termina; llega el lunes y a la fierecilla le toca tomar el camino de regreso a su verdadero hogar: el colegio.
¡Gracias por pasaros por aquí! ¡Os mando un saludo…! 😉
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17 noviembre, 2016 en 17:25
Fue un completo placer leer y animar la aventura que vivieron
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15 noviembre, 2016 en 22:05
Jajajaja me parto con tu post. Que visita más aprovechada. En mi caso me llegaba peluches llenos de mocos y manchones sin determinar, con algún desgarro destrozo después de haber pasado por veinte manos infantiles o más. Mi primera preocupación era cómo le iba a dar un buen lavado sin que se desintegrara. Y mi segunda que ningún gato (en ese momento tenía dos) lo confundieran con su juguete aruñable, ni el hermano pequeño lo babeara, ni se perdiera en un despiste… y una largo etcétera jajaja
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16 noviembre, 2016 en 09:33
Jejeje… ¡Muy bueno, Dácil! Y es verdad que eso es un poco lo normal en estos casos, cuando empiezan el carrusel de «mascotas» de escuela infantil/colegio… ¡Es por eso que el amigo Felipe me ha encantado, entre otros detalles! Mi preocupación era más bien no juntarle con los Nenucos, que son lentos y tiernos… ¡¡Son una presa demasiado fácil y tentadora para un salvaje depredador!! Y luego imagínate la niña, si se levanta por la mañana con restos de sus bebés despedazados por toda la habitación… No es plan, no es plan…
😉
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