Llegaste a nuestras vidas casi por azar, tras un tiempo olvidada en algún oscuro rincón.
Otros rozaron antes tus suaves pieles, y como premio cruel a tu brillante dedicación, sufriste la desgracia y el dolor del verte apartada, quizás injusta y prematuramente, de lo que más amabas; de aquello a lo que tu existencia daba sentido.
Sin embargo, es destino te tenía reservada una nueva oportunidad. Aquel destierro no era tal, ya que aquellos a quienes serviste tan fielmente seguían teniéndote en su agradecida memoria.
Y te viniste a casa. Con nosotros. Con mi pequeña…
Y volviste a brillar de nuevo. Fuerte. Decidida. Noble. Valiente te alzaste para sortear todo tipo de caminos y dificultades.
Nos acompañaste siempre a donde fuera que necesitáramos. Siempre has estado ahí. Velando. Agazapada. Al a espera, aguardando paciente tu momento.
Tú nos lo has dado todo. Nos has dado tu propia vida. Te has sacrificado por mi hija hasta la extenuación. A eso llamo yo un amor fiel y sin condiciones. Sufriste empujones, desgarros, golpes… La humillación de la servidumbre, tantas veces machacada, pisoteada y manchada. Y seguías ahí… Estoica y firme. Cada día dispuesta. Cada día preparada y lista para enfrentarte a lo que el mundo te dispusiera.
Te acogimos y cuidamos, pero el tirano calendario dicta su cruel sentencia y a todos nos termina llegando la hora. Al final, y de manera inevitable, tu ya frágil cuerpo se quebró sin remedio, más allá de quirófanos. -«Hasta aquí hemos llegado…»-, nos dijiste. Ha sido un «basta», desde lo profundo y con todo el dolor de tu ser.
En el fondo, soy un mezquino, y no te ocultaré que siempre llevaré clavada la espina de saber que fuiste tú, de entre todos los que deambulamos por este mundo, quién por más tiempo sostuvo y abrazó a mi pequeño tesoro. Quién más tiempo la ha llevado protegida y sentada en su regazo.
Nos lo diste todo, y por eso te llevas allá donde vayas ahora, mi admiración, mi respeto, mi cariño, y lo que quizás es más importante: nuestra gratitud eterna, y el derecho a recordarte para siempre.
Ya formas parte de la historia de mi familia.
Descansa en paz, querida amiga. Te lo has ganado.
26 mayo, 2016 en 15:25
Mi más profundo pésame, amigo. Hay pérdidas irreparables. Esta es una de ellas 😀
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26 mayo, 2016 en 20:26
Ya me lo contarás, ya… Cuando la toddler se os caiga a cachos y la deje por unas Adidas nuevecitas y flamantes. Lagrimones, vas a echar, Adri… ¡Al tiempo!
😉
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23 mayo, 2016 en 07:03
Ay pobrecita! Mírala ahí tan sola!! jajajaja
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23 mayo, 2016 en 10:34
¡¡Ay, calla, mujer…!! Que todavía vas a hacer que me ponga más triste… Jajajaja Estoy seguro de que no llegó al camión, y algún necesitado la pilló para seguir dándole una larga y próspera vida. 😉
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11 mayo, 2016 en 22:44
Muy buen homenaje!! Miedo me da a mí cuando la aparque definitivamente. ..
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12 mayo, 2016 en 08:17
¡Tenía que hacerlo, Estefanía…! Me enfrentaba al hecho de dejarla allí abajo… Abandonada… Sola… Desamparada… A merced de la cruda intemperie y los crueles elementos… Sin padre, ni madre, ni perrito que le ladre… Y por supuesto, sin enana que la pisotee, que la llene de migas y pringues varios… Y se me cayó el mundo a los pies.
Los héroes de verdad tienen monumentos. Y yo, tenía que hacer mi pequeña y modesta aportación. Era lo mínimo.
¡Besazo…! 😉
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12 mayo, 2016 en 08:58
Jajaajajaja!!
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11 mayo, 2016 en 22:43
R.I.P. 😂😂😂😂
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12 mayo, 2016 en 08:13
…Amén.
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11 mayo, 2016 en 16:03
La mía creo que se va a jubilar intacta, porque ahí sigue desde hace un mes, esperando a que la usemos pero vamos con mi bichilla andando a todas partes. ¡Resistirá hasta la llegada del siguiente churumbel!
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12 mayo, 2016 en 08:13
¡¡Pero eso es normal, Lucía!! ¡Si vuestra silla es un pepino…! Es el Porsche de las sillitas… Y si además vais con la toddler, y andando, y demás… ¡Pues normal que esté sana y coleando! A mí me la pasó una gran amiga, y ya renqueaba un poco de las ruedas traseras, porque ellos de dieron mucha caña. ¡¡Y nosotros hemos metido caña y media!! Ha pasado muuuuucho trote, la buena mía… Desde luego, fue una buena compra.
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11 mayo, 2016 en 12:24
Jajajajajaja que gracia me ha hecho, esa de la foto es la misma que está en mi hogar, la misma que cuando Morlita aun estaba en el horno trajo a casa Papá Aberroncho recogida de al lado de un contenedor donde había sido abandonada jejejeje (eso si, esa capota no la tiene, demasiado pedir hubiera sido ya!!)
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12 mayo, 2016 en 08:09
No podía abandonarla allí, a la espera del eterno reposo ante las puertas del Paraíso Puericultor, sin inmortalizarla antes: el retrato de la viva imagen de la ABNEGACIÓN; la FIDELIDAD hecha metal, tela y plástico.
No se merecen este final, pero hasta aquí ha llegado su ciclo vital. No merecía la pena prolongar su agonía, mi pobrecica… –¡Sniff…!– Pero, ¿qué le vamos a hacer? Quiero pensar que alguien pasó por allí poco después, y se la llevó para seguir dándole un poco más de tiempo de vida útil. Los contenedores de mi barrio tienen ese poder cósmico: son como agujeros negros. O como sobres de Bárcenas. Que todo lo que dejas por allí desaparece rápido, vamos… 😉
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11 mayo, 2016 en 07:53
Jajajjajajja buena risa me has sacado!!!! Y de buenas nos sacan ellas tb! Q seria de nosotros sin sillas-cucos-mochilas…. beso!
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12 mayo, 2016 en 08:03
¡Espero que haya sido una risa con sello de calidad certificado! Algo en plan RISA©, o RISA™, ¡que por menos, no me pringo, mujer…! Jajaja.
Y te tengo que dar la razón: ¡qué haríamos sin nuestras fieles compañeras de viaje, transporte, porteo, llámaloX…!
¡Muchas gracias por el comentario, hermosa! 🙂
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11 mayo, 2016 en 07:37
Me has sorprendido pensaba que hablabas de un perrito u otra mascota jejejeje
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12 mayo, 2016 en 07:58
Últimamente estoy girando hacia un humor un poco gamberro… Es la segunda entrada en poco tiempo en que os la lío un poco parda con el título… Jajaja. ¡Pero está bien, que hay que tomarse las cosas con humor! (Aunque sea vítreo…) 😉
De todas maneras, no me digas que el carrito no es como otra mascota más, de casa: hay que sacarlo a pasear, limpiarlo de vez en cuando, decirle algún cariñito alguna que otra vez (-«¡Ánimo Luceeeeeraaaa… que tú puedes con ese bordilloooo…!»-), te invade hueco en el salón… Y cosas de esas.
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